El día era como cualquiera cuando la llegada de un tifón se acercaba. Nublado, gris, triste. Como cualquier tormenta anunciando su tempestad, sin embargo, dentro de JungKook era una dulce llovizna que apenas lograba tocarlo, empaparlo, hacerlo sentir apagado. A su lado, su madre sollozaba y su padre acariciaba su hombro intentando transmitir un poco de consuelo; no discutía su tristeza, conocían a Mochu por muchos años y le abrieron las puertas de su hogar y sus corazones para siempre y eso era indiscutible.
Habían reglas en Corea con respecto a la cremación y posterior ubicación de las personas en pequeños repositorios, las habían pero también no habían quien se resistiera a un poco de dinero para hacer una excepción a ello; eso pasó años atrás cuando el esposo de Mochu murió y lo mismo se haría con ella. "Estoy segura que quiere esto" había dicho su madre con la nariz roja y lo ojos irritados "Estar con el amor de su vida incluso cuando su alma ya no esté en su cuerpo. Pienso que es lo mejor que podemos hacer para honrarla". Y lo habían hecho justo donde estaba el altar del hombre, detrás de la cabaña en lo alto de la colina donde vivieron.
Era una comparsa pequeña, apenas conformada por los Jeon y algunos familiares que conocieron muy bien a la anciana junto a algunas amigas del club de tejidos en el que Mochu hacía parte. Eran poco menos de 15 personas, no obstante, la presencia que más sorprendía a JungKook era la de su hermano mayor quien se mordía los labios para no dejar que sus gemidos de dolor atrajeran atención, por supuesto, falló miserablemente en ello.
JungKook le estaba mirando.
Ante todo pronóstico esperado, la señora Jeon presenció con ligero horror como su pequeño caminaba en dirección a DaeSung e incluso jadeó cuando la primera acción de Dae no fue otra que desfigurar su rostro al romper en llanto y abrazar a JungKook por el torso. Sintió otro apretón en sus hombros junto a un suave beso en su cabello que la hizo tranquilizarse, a este punto todo el mundo dejó en paz al par de hermanos, comprendiendo así, que el dolor puede manifestarse en diferentes formatos.
—Fue muy feliz —susurró JungKook cuando su hermano apaciguó su llanto— Recibió y dio mucho amor.
—Lo sé. —su voz salió ronca, mucho más de lo que naturalmente era.
—Siempre pensaba en ti y oraba por tu bienestar. —dijo— No te preocupes, hyung. Ahora está en un lugar mejor.
DaeSung asintió y no dijo nada más siguió abrazando a su hermano en parte sintiéndose extraño por el honorífico, uno que JungKook dejó de usar tan pronto perdieron el contacto. Acarició la espalda del menor mientras que recibía ligeras palmaditas. Dae consideraba a Mochu su madre, al ser el mayor tuvo la oportunidad de tenerla solo para él por unos años, por lo que el apego era grande, incluso en los años de su rebeldía y decisión de ser alguien independiente sentía una ansiedad comerlo vivo al no poder comunicarse con ella; era un sentimiento mucho más grande que el extrañar a su madre biológica.
La tarde continuó así, en un acompañamiento cálido pero melancólico. Una de las amigas de Mochu preparó un pequeño brunch y todos entraron a la cabaña cuando la lluvia se tornó más fuerte; compartieron anécdotas y uno que otro chiste para aligerar el ambiente entre tantas cosas que les recordaban a la dulce anciana. En uno de esos silencios que constantemente aparecían, JungKook decidió hacer una llamada. Se alejó de la sala y llegó a la cocina, donde una pequeña chimenea estaba encendida, ahí, la llamada entró.
—JungKook.
—Hola, Hye. —murmuró— ¿Cómo estás?
—Muy bien, Hyungie ha tenido una mejora impresionante. Lloró cuando el doctor Kim le dijo que podía comer jajangmyeon.
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Toi + Moi ✾ KOOKMIN [2]
Historia Corta«Donde la vida de JungKook ya no es perfecta, es más bien un infierno. Se ha separado de su hermosa esposa omega, y su adorado -ya no tan- pequeño, tiene problemas; hasta que después de ocho años vuelve a ver a su destinado, JiMin» 💠 secuela de...