Sirius no sabía que era querer o amar a alguien como pareja... tampoco debería de saberlo, era un niño, no un adulto y aquellas cosas se las dejaba a los mayores, más a su madre que se notaba que era fría como el hielo cuando su padre no le daba atención a esta o pasaba largos días haciendo negocios. Él tenía once, no quinientos como ella o al menos creía que tenía, ya que la joven Walburga no era para nada una anciana, pero su ceño fruncido según su hijo, la hacía parecer vieja como una momia.
Cuando entro a Hogwarts aquello tampoco cambio, y le desagradaba que muchas niñas se le acercaran a preguntarle cualquier tipo de banalidad. No era como James que a sus dulces once ya estaba detrás de Lily Evans, una pelirroja de bonitos ojos hija de muggles que era muy amigable excepto con el de lentes ya que le parecía bastante tonto e irritable... Black tampoco la cuestionaba, si él fuera una chica, tampoco le daría atención a Potter para pesar de su amigo que cuando lo escuchaba decir eso, se quejaba a no más poder.
De hecho, no le parecía linda ninguna chica, si no un niño de su misma edad, pero distinta casa. Severus Snape era bastante humilde y callado, nunca hablaba con alguien que no fuera Lily, así que no sabía cómo llamar su atención hasta que descubrió que molestarlo tal como James lo hacía, captaba su mirada todo el tiempo. Era un niño, uno bastante ingenuo para ser un Black pero al fin y al cabo... nadie sabe qué hace a los once años, así que creyó que era buena idea molestarlo hasta el cansancio para que solo lo observara a él.
Pero, aunque lo bañara en aceite de cocina por una broma, Snape no lo observaba como él lo hacía, si no de otra manera muy distinta, una que hacía que su corazón se hundiera en su interior, como si se rompiera en pequeños pedazos... definitivamente ya no le gustaba aquel plan que había salido más que mal.
Era un niño, y uno con su primer desaire amoroso, aunque no lo sabía, porque no le había puesto nombre aquel sentimiento que Severus despertaba en su interior, simplemente quería llamar su atención sin razón, no quería ponerse a pensar que era aquello. Hasta que Remus le golpeo una costilla con su codo, haciendo que mirara a donde deseaba el castaño estando aun sentados en el jardín de Hogwarts... era una pareja de alumnos mucho más grande que ellos, reconoció de inmediato a la joven, era su prima Narcissa.
Lucius Malfoy le daba una un pequeño beso en la mejilla a la de ojos azules, entregándole una hermosa rosa tan roja como el labial que llevaba la Slytherin, entonces Sirius vio lo que deseaba ver en Severus... aquella mirada ''especial''.
― Note que queres llamar la atención de Snape... ― murmuro Remus sin apartar la vista de la pareja ― pero creo que sos un poco lento en aprender cosas como el amor.
― Estas demente Moony... no estoy enamorado de ese. ― interrumpió Sirius con las mejillas sonrojadas fingiendo notable indiferencia ―
― No me mientas. ― dijo el licántropo con el ceño fruncido ― es obvio que te gusta... como a James le gusta Lily pero no sabes cómo acercarte y cosas de ese estilo. Podrías probar darle una rosa, como Malfoy a tu prima.
Sirius miro dudoso a Remus, aunque ambos eran unos pequeños, Lupin era más atento a las cosas de su alrededor y no dejaba pasar nada, diferente a Black que prefería fijarse en sus amigos y en sí mismo... nunca le había importado el amor, pero Severus era distinto. El hacía que su corazón lata rápido como un conejo o como su madre corriendo detrás de el luego de haber hecho una travesura en la casa. Llego a la conclusión de que si estaba enamorado... Snape era su primer amor y deseaba que fuera el único para toda la eternidad.
Quiso reír, pero simplemente se despidió despacio de Moony para conseguir una rosa más grande que la de Malfoy, una que en verdad le guste a Severus.
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No fue un trabajo duro encontrar una rosa magnifica con ayuda de la profesora de herbología que con ternura se la dio, ella estaba acostumbrada a darle flores normales y muggles a los estudiantes enamorados, así que ver a Sirius buscando la más hermosa de todas, fue como una caricia en su alma de ''jardinera'' como decían los no mágicos.
Lo que no fue fácil es poder hablar con Severus, que siempre estaba con Lily, pero con ayuda de James pudieron distraerla para dejar al Slytherin solo. Sirius no sabía querer, pero deseaba aprender, conocer el amor era una nueva aventura y a la cual, si fuera por él, se negaría siempre... pero Snape era distinto, se sentía enamorado y se embarcaría en esa experiencia, aunque terminara con el corazón roto.
Había nacido digno de ser un Gryffindor así que cuando sorprendió al menor con un beso en la mejilla, no supo si iba a recibir una bofetada o el mismo gesto por el rostro lleno de sorpresa por parte de Snape. Pero antes que este pudiera reaccionar, le extendió la rosa como un auténtico caballero Black.
Decir que Severus sonrió como si fuera su cumpleaños, fue poco. Era un niño y perdonaba las cosas fáciles, las bromas quedaron a un lado, y se tomaron de la mano... un pequeño gesto infantil, para que les diera unos mas grandes, conociendo el misterio del amor.
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