Un destino ya escrito.

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Mely nunca olvidará aquel 30 de marzo en que aquella nota proveniente de la persona a quien más quería terminarían por destrozar su alma y hacer de ese, sin duda un cumpleaños memorable.

Los señores Blake habían decidido organizar un evento sencillo para su querida hija y, por supuesto, en él estaba incluido un joven de elegancia innegable y personalidad arrebatadora: Archie Wilton, futuro esposo de la hija única de la familia.
Así, llegó el momento en que el chico hizo acto de presencia en la reunión. En sus manos llevaba una pequeña cajita delicadamente adornada, que tenía como destinatario a su prometida.

-¡Bienvenido Archie!- Dijo con amabilidad Susan (madre de Mely).
-Le agradezco mucho. Disculpe señora Blake, ¿ha visto a Mely por aquí?- Respondió el joven con su característica simpatía.
-¡Oh, claro! Ella dijo que iría un momento a la sala, así que si caminas por allí seguro la encontrarás. -Mencionó la señora señalando la entrada de su casa.
-De acuerdo, entonces supongo que debo retirarme por un momento. Con permiso.-Y así el joven besó cortésmente la mano de quien sería su futura suegra, acto seguido se dirigió a la sala principal.

Las manos de Archie estaban casi temblando mientras se repetía una y otra vez: ¿cómo puedo hacerle esto?
-¡Archie!- Se escuchó una dulce voz desde lo lejos que terminó por poner más nervioso al joven, pues sabía exactamente de quién se trataba. De esta forma poco a poco se acercó una chica muy bella y emocionada hacia él.

-Hola, Mely.- Contestó él de manera casi inaudible.
-¿Ocurre algo?- Se preocupó ella.
-No, no es nada, solo que... Esto es para ti.- Respondió dándole aquella caja color pastel.
-¡Oh, te lo agradezco tanto, Archie! No tenías porqué molestarte.- Le dió un tierno abrazo al chico.
-No es molestia...pero...yo... ¡Ah! Lo siento, ¿podrías abrirlo al terminar la fiesta? Por favor.
-Bueno, cómo quieras. Nuevamente gracias Archie.-
Ante tal emoción de Mely, Archie no pudo evitar sentir que apuñalaba a quien más confianza tenía en él, la chica que le había mostrado tal pureza.

Así, todos los invitados disfrutaron de la espléndida comida y música del evento, sin perder la oportunidad de brindar felicitaciones a la joven Blake tanto por su cumpleaños como por su esperado matrimonio. Ella se sentía realmente feliz. Pero eso es lo que en ocasiones hace la vida, te sube hasta la cima de la montaña para luego soltarte sin previo aviso, y pareciera divertirse ante tal dolor.
Poco a poco las familias allí presentes se fueron despidiendo, dejando en un corto tiempo, aquella casa únicamente con los señores Blake y su hija.

Mely estaba realmente impaciente por abrir sus regalos pero más que todos, aquél que para ella era el más especial, esa pequeña caja pastel. Cerró la puerta de su habitación y se dispuso a ver el "regalo" que venía en el interior teniendo mucho cuidado de no dañar la envoltura.
Se encontró con una linda y sencilla medalla con un pequeño corazón como dije. Detrás de éste había una nota doblada que comenzó a leer, sin saber lo que le esperaba. En ella decía...

"Mely, mi Mely hermosa. Lamento tanto lo que estoy haciendo. Antes que nada quiero desearte muchos cumpleaños más, llenos de felicidad y salud. Espero que en ellos te acompañe siempre un hombre que te ame como sólo te lo mereces. , que esperabas quizá que ese fuera yo, pero realmente lamento decirte que quiero terminar este compromiso.
que con esta petición posiblemente estoy arruinando tu día, y lo siento en verdad. También estoy consciente de que me he visto como todo un cobarde al decirtelo de esta manera y, efectivamente me siento así, no tenía el valor de mirarte a los ojos. Perdóname. No te culparé por odiarme después de esto porque sé que me lo merezco. En el tras fondo de la caja hallarás mi anillo de compromiso que sabrás que hacer con él.
Así, me despido para siempre de ti, perdón y gracias por cada risa, por quererme tanto, por apoyarme y por hacer todas esas cosas que yo no supe hacer para ti. ¡Te mereces el mundo!
Te quiere Archivald Wilton.❤"

Mely no podía parar de llorar, casi podía oír como se rompía su corazón con cada línea que leía. Él, el chico que amaba le hacía esto de la manera más cobarde que podía haber.

Y así, pasó lamentándose aquella eterna y fría noche, preguntándose como muchas personas "¿qué hice mal?" Llorando entre esas solitarias paredes...

Un Inefable Amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora