Besándose.
Aioros era un niño en el cuerpo de un adulto, tenia la curiosidad de un niño y si esa curiosidad era alimentada, el joven sagitario era imparable, por eso nadie en el santuario alimentaba la curiosidad del chico, pero en su escuela, muchos alimentaban la curiosidad del joven y hoy era uno de esos días en donde la curiosidad atacaba.
Aioros llegó de clases y tenía muchas dudas no entendía que sucedía pero quería saberlo y lo iba a hacer a cualquier costo. Como una vez escucho de algún lado, la curiosidad no mato al gato, lo benefició y la intención de Aioros era ganar y saciar su curiosidad.
No podían juzgarlo, el solo vio lo que no debía; cuando volvió al santuario Shura y Aioria fueron a recogerle y se les hizo extraño que el elocuente niño no hablara o digiera algo; los dos adultos ya se estaban preocupando, pero ninguno se imaginaba que la razón de ese silencio fuera la curiosidad de Aioros.
Cuando los tres caballeros de Athena llegaron al templo de Leo, Aioria le dijo a sus dos invitados que iría a preparar algo para que su hermano comiera porque de seguro tenia hambre, de paso comían ellos dos también.
Aioros en ese momento vio la oportunidad de saciar esa curiosidad y puso en marcha un improvisado plan; arrincono a Shura en la pared más cercana del templo de Leo; el español lo cuestionaba su actuar y se iba a ir pero Aioros se lo impidió encerrándolo con uno de sus brazos a uno de sus costados.
Shura cada vez más se sentía preocupado y nervioso, tenia a la persona que le gustaba frente a sus ojos y parecía decidió a hacer algo; el español se puso peor cuando el griego con su mano libre recorrió sus labios, acompañado de una mirada decidida y fuerte que dejo a Shura con un sonrojo en sus rostro bastante notable.
Cuando menos lo pensó el caballero de capricornio fue besado por el caballero de sagitario, el mayor cerró sus ojos a modo de reflejo, Aioros hizo lo mismo.
Ese fue el primer beso de ambos, en ese beso no hubo movimiento solo fue el roce de sus labios, los minutos pasaban y los dos parecían entender la situación, por lo que lentamente fueron empezando a mover sus labios con lentitud, tranquilidad y con mucha inexperiencia; pero a pesar de lo anterior ese beso, esa primer beso, esa experiencia de estar besándose entre ellos a ambos les gustó.
Al final los dos terminaron separándose por el grito de Aioria, el adulto y el menor, miraron avergonzados al león, este les miraba con una mezcla de enojo, confusión, sorpresa y muchas más emociones negativas.
Antes de que se iniciara una guerra de mil días, Aioros habló con decisión y valentía ante su hermano.
—Yo fui quien lo besó; quería saber como se sentía dar un beso, hoy en clases vi a mucha gente o parejas hacerlo a escondidas, quería saber como se sentía y el porque hacerlo a escondidas y lo quise hacer con Shura por que le tengo confianza, hacerlo con mi hermano seria raro...
—Esto estuvo mal Aioros, un menor de edad no puede estar con un viejo, eso es pedofilia...
—Oye que Shura no es viejo, es más lindo que tu...
— Ay Aioros, eso si jamas, todos en el mundo se mueren por ti...
—Claro que lo hacen, al verte se mueren o salen corriendo lejos de ti...
—Eres malo Aioros... eres cruel...
—Tú eres el cruel... para mi no fue fácil ver que sales con una mujer que ni conozco lo suficiente y aun así acepte esa relación porque eres mi hermano y es mi deber apoyarte en todo porque eres la única familia que tengo.
La madurez y el dolor en las palabras de Aioros dejó a ambos hombres callados...
—A mi no me desgrado el beso, realmente el solo quería probar y lo hizo conmigo; ya en un futuro el decidirá si hace algo más conmigo, pero aun no es el momento...
Los dos adultos se miraron a los ojos, ya hablarían ellos después, Aioros les ofreció que le ayudarán con sus tareas y pasaron una tarde bastante amena los tres y por fin la curiosidad de Aioros fue saciada y Shura termino ganando.