Haciendo algo juntos.
Shura, sentía algo de curiosidad, por una de las mejores habilidades en batalla de Aioros, el tiro con arco y es que desde que había vuelto a la vida con ayuda de su querida diosa Athena, no lo había visto con el y siquiera esa vez en donde pelearon con sus compañeros en un entrenamiento y terminaron declarándose, lo vio usarlo; la ultima vez que lo vio usándolo fue esa ocasión en donde el joven griego escapo con la pequeña Athena.
Shura, con curiosidad y con la confianza suficiente entre el y Aioros, decidió preguntarle y cuando el joven centauro no tenia clases, decidió aprovechar ese día, para saciar su curiosidad.
—Shura, buenos días, como estas, hoy no pude llegar a dormir contigo como solemos hacer, me quede dormido haciendo tareas y recién me levanto.
—Tranquilo Aioros, tu necesitas, tu espacio y estaba pensando en algo que estaba pensando hacer contigo.
—Que es... quiero ver que es, es un regalo, es lo que creo que es.
—No se que piense esa cabecita hormonal tuya, pero; quiero aprender tiro con arco contigo, quiero saber porque ya no lo usas.
—Oh bueno, mi arco no lo he usado porque no le encuentro necesidad de hacerlo, pero en algunos entrenamientos e pensado usarlo, la cosa es que no recuerdo como hacia cuando era un niño, para cargarlo, con las alas de la armadura no sé o bueno no recuerdo como sacarlo sin demorar tanto; pero claro que puedo enseñarte me hace muy feliz hacerlo.
—Entonces que estamos esperando vamos, enséñame a usar ese arco y de paso recuerdas como usarlo, vamos a divertirnos haciendo algo juntos.
El griego y el español, salieron a la cima del santuario, donde se encontraba la imponente estatua de Athena, con permiso de Shion y con sus ropas de entrenamiento para practicar el tiro con arco juntos, justo como quería el azabache, con matices verdes a la luz del sol.
En la cima del santuario y con las ruinas de algunos templos griegos detrás, empezaron esa nueva aventura; primero que nada el griego le enseño al azabache el como sostener el arco, eso es algo que nunca se le olvidaría el rubio; en fin le enseño al español, como sostenerlo.
El español, bajo las indicaciones del griego, sostuvo el mango del arco con su izquierda de forma que no se lastimara y con su derecha Aioros le mostro con que dedos y con que forma de la mano debía tomar la flecha para que no se lastimara o algo similar.
El castaño, tirando a rubio al ver que el brazo de Shura temblaba, lo sostuvo con su izquierda de forma que quedara recto y lo sostuvo de su torso para asegurarse que tuviera la postura correcta, de lo contrario podría lastimarse sus hombros o algún disco de su espalda y ninguno de los dos quería salir herido.
Esa acción sorprendió y molesto al español, sí amaba al griego pero no por eso iba a dejar que mancillaran so orgullo, el era orgullosamente español, siempre iba elegante y con buena postura, por lo que volteo a mirar molesto al menor pero este mantenía una afiliada mirada y un rostro tranquilo en su rostro, sorprendiendo al mayor.
La cabra dorada, resignada se dejo llevar y su orgullo fue dejado de lado y presto atención a Aioros su novio y ahora maestro de tiro con arco o arquería; el español estaba apunto de preguntar por la flecha y la cuerda que servía de impulso de la flecha; pero sus pensamientos se quedaron en eso pensamientos, de la nada, apareció una flecha igual de dorada y brillante que el arco y con ella una cuerda brillante y dorada pero delgada y elástica.
Aioros, movió su mano del torso de Shura a su diestra para que tomara la flecha y con delicadeza le arreglo un poco la postura y le indico con una de sus manos el punto a donde debía apuntar.
El español, sentía el cálido cosmos de Aioros, la flecha siempre estuvo con el, la flecha siempre fue Aioros; con ese sentimiento de tener entre sus manos el gran y cálido cosmos de Aioros, Shura disparó la flecha con decisión y esta dio en el punto exacto donde Aioros le dijo.
Ambos festejaron ese logro, Shura, iba a preguntar por la flecha, como la traerían de vuelta, pero Aioros, enseguida le respondió, apareciendo de nuevo en su mano, como si fuera atraída por su cosmos, al fin al cabo, la flecha era de los caballeros de sagitario , podían traerla y tirarla a voluntad, sus flechas siempre estarían con ellos.
El español y el griego pasaron el resto de la tarde lanzando flechas juntos, unas veces Shura fallaba, otras daba en el blanco y en otras observaba con amor a Aioros, apuntar a un lugar y dar en el blanco.
Después de todo hacer algo juntos como practicar tiro con arco, no fue tan malo, fue divertido y Shura aprendió algo nuevo de su novio y Aioros ayudo a Shura a agregar un nueva habilidad a las que ya contaba.
Por eso ambos eran el uno para el otro, a pesar de sus diferencias, se complementaban el uno al otro y eso era lo bonito se su relación, lo que la hacia tan especial, diferente y única a otras relaciones de pareja entre Capricornio y Sagitario.
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