Día 17

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Acurrucarse juntos. 

Habían momentos en los que Shura y Aioros, querían sentirse libres de responsabilidades y en especial de tareas de la escuela, esto ultimo por más de ocho meses se había convertido en el pan de cada día de ambos. 

Es por eso que en ese día en especifico en donde llovía a cantaros y con fuerza, ambos decidieron quedarse en Capricornio y pasar ese  frio día lluvioso, juntos. 

Aprovecharon ese día para volver a viejas costumbres que tenían de niños, Aioros gran parte del día le leyó a Shura el mítico libro de el Rey Arturo, las historias de los tres mosqueteros, los libros de antaño; pero para ellos no era solo leer, Aioros actuaba para Shura, tal cual y como lo hacia cuando eran unos niños y Aioros era el mayor y Shura el menor. 

El español se seguía emocionando como la vez que era niño y soñaba con manejar la Excalibur como el gran rey o ser ten valiente como los caballeros de la mesa redonda o incluso tener un amor tan grande y eterno como el de Romeo y Julieta o imaginarse en los zapatos de Hamlet. Todo un deleite para ambos. 

Por otro lado Aioros, le encantaba volver a ser niño, soñar y actuar como todo el aventurero que era, el demostrar la adrenalina que fluía por su venas  a través de la actuación, que solo era para Shura. 

Hubo un momento del día en el que Aioros termino cansado de la garganta eso Shura lo notó y fue por un vaso de agua algo tibia para la afectada garganta del griego, que casi se estaba quedando sin voz; el español notando lo sucedió le propuso otra actividad que ambos disfrutaban y en donde no usarían su voz, a menos que fuera necesario. Dibujar. 

Shura trajo, hojas, lápices de colores y lápices normales, resaltadores, pinturas, lienzos, marcadores y muchos más implementos de arte que había guardado todos esos años en honor a el recuerdo de Aioros. 

El rubio más que encantado con ese bonito detalle no tardo en llenar de besos, mimos, caricias y sonrisas a el azabache, mientras le agradecía con su voz algo ronca y el vaso de agua aun casi lleno en una de sus manos. 

Shura agradecido con esas caricias, mimos y gestos, sonreía y reía con un leve sonrojo en sus mejillas y se sentía tan pleno y feliz que no quería que acabara nunca. 

El mayor de los dos, decidió que Aioros no podía esforzar más su voz, por lo que le propuso que se tomara el agua y comenzaran a dibujar juntos y exactamente así fue. 

El caballero de Capricornio y el caballero de Sagitario del siglo veinte, pasaron el resto de su día pintando en hojas, haciendo retratos del otro, mientras posaban, incluso pinturas de ellos juntos como grandes guerreros o como Romeo Julieta, incluso como los tres mosqueteros o los caballeros de la mesa redonda. 

Mientras hacían artes juntos, en algún momento dejaron de darse mimos, caricias o incluso acurrucarse juntos y disfrutar de la compañía del otro. 

A veces lo único que necesitaban era acurrucarse juntos y darse mimos, recordar esos bonitos recuerdos y crear muchos otros nuevos, con esa nueva etapa tan maravillosa que estaba sintiendo; por fin se sentían completos y eran felices con cualquier mínimo detalle, como lo era acurrucarse juntos. 

30 días con Shura y Aioros. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora