Mirándose a los ojos.
A Shura desde muy niño, se le hicieron atractivos y interesantes, los ojos de sus demás compañeros, esa variedad de azules, era casi como ver millones de cielos y mundos distintos; pero siempre los que más lo cautivaron fueron los de Aioros, no tenía los mismos ojos que su hermano Aioria.
Los del centauro eran únicos en su especie, un color azul con matices verdes, eran como de color turquesa que brillaban con intensidad, eran como dos estrellas, llenas de valentía, ternura y una luz propia que solo el tenía.
Shura recuerda, aquella noche en la que Aioros dejo este mundo, se veían cansados, sin luz, como si no tuvieran brillo, era algo que el español nunca olvidaría y que siempre trataría de no volver a ver jamás en el amor de su vida.
Capricornio recordaba, cuando unos meses atrás, Death Mask le pregunto cuales, eran sus ojos favoritos y porque, Shura quería pensar que en su momento había dicho Aioros, para el siempre eran y serán los más hermosos ojos que jamás en su vida ha vuelto a ver.
Un dato curioso es que Shura, siempre que tenía oportunidad miraba esos brillantes y expresivos ojos de Aioros, nunca se cansaba de verlos y nunca lo haría.
Por otro lado Aioros amaba los ojos de Shura, a veces tenían un color y después otro, era como tan incierto que amaba eso, sus ojos cambiaban con la luz y para el griego era realmente atractivo ver esa hermosa cualidad en su pareja.
Ambos amaban los ojos del otro y al parecer los dos estaban pensando lo mismo, aunque claro el que tomo la iniciativa de ir a ver esos ojos fue Aioros; quien llegó con emoción a Capricornio con lz excusa que quería preparar galletas junto a Shura.
El mayor obviamente aceptó esa propuesta y ambos caballero dorados comenzaron a preparar esas galletas que el menor le había pedido.
Su tarde la pasaron horneando galletas y de vez en cuando ambos cruzaban miradas y se quedaban un largo rato viendo los ojos del otro, hasta que no podían más con la vergüenza; Aioros en algún momento tomó una de las galletas que ya estaban listas y de forma juguetona, se la puso en la boca y con una de sus manos, movió uno de los hombros de Shura, quien se encargaba de amasar un poco de masa, para las ultimas galletas del día.
En un principio, Shura se sonrojo, pero enseguida sucedió, dirigió su mirada a esos hermosos ojos de Aioros, los cuales se quedo observando por un buen tiempo, no fue sino hasta que noto la galleta que el griego tenia en su boca y la mordió, para después con una sonrisa besarlo, mordiendo el otro trozo que Aioros mantenía en su boca.
Ambos después de ese pequeño juego y beso, encontraron la divertida forma de comerse esas galletas que habían preparado juntos; ambos se besaban, comían galletas y se miraban a los ojos, disfrutando de esa parte que tanto amaban del otro.
Shura y Aioros, amaban los ojos del otro por esa forma en la que representaba sus emociones y el color tan único que poseían en sus ojos, el español y griego amaban los ojos del otro, porque en ellos veían lo que al otro le faltaba o hacia feliz de la actitud del otro.
Una hermosa razón relacionada con las estrellas que ambos tienen de ojos y al forma en la que hasta en eso se complementaban estos dos.