Usando la ropa del otro.
Shura había salido de emergencia a comprar algunas cosas para el santuario y Aioros había ido al templo de Capricornio en su búsqueda pero no lo encontró y en un principio se preocupó, pero después encontró la ropa de Shura, su típica ropa de civil, conocida por todos.
Y algunas prendas más, quiso ir a su habitación pero estaba con llave; el estar cerrada no iba a detener a Aioros el iba a entrar a esa habitación así sea lo último que haga.
Aioros encontró entre los libros un juego de llaves del que estaba seguro que una de esas llaves eran de la habitación de Shura.
Y efectivamente así fue, una de esas llaves era de la habitación de Aioros y en ese lugar encontró su paraíso, toda la ropa de Shura por todos lados. Se sentía en el cielo, se probó y usó la ropa del otro todo el día.
No le pregunten porque tan derrepente sentía la necesidad de sentir a Shura a su lado, el Centauro quería a el español, como algo más que un compañero o amigo, no lo quería como un hermano o con amor filial eso ni en broma.
Aioros quería a Shura como Aioria quiere a Marin y el lo sabía porque la amazonas le había descrito lo que sentía por su hermano y el Centauro después de pensarlo mucho termino aceptando que le gustaba era de un gustar amoroso, el quería vivir su vida al lado de Shura, se estaba enamorando de Shura.
Aioros, creo una especie de nido con la ropa de Shura que no uso y se quedó con una ropa del español que estaba tirada.
El griego se termino quedando dormido en su nido de ropa, en la cama de Shura, estaba cómodo y tranquilo el pequeño Centauro.
Shura llegó a eso de las seis de la tarde a su hogar, el español estaba cansado se sentía agotado, sin su armadura puesta se dirigió a su habitación para poder darse un baño y descansar, para el día siguiente ya tendría tiempo de comer, en esos momentos eso no era lo principal.
Al entrar a su habitación se fue quitando su ropa, quedando solo con el pantalón; iba a quitarse el pantalón pero en la oscuridad de su habitación vio lo desordenada que estaba y como un bulto se alzaba sobre su cama.
El español asustado y temiendo por lo peor, con fuerza y valentía, usó a Excalibur para infundir miedo en el intruso y lo logró.
—Shura... llegaste, no te enseñaron que la gente se despierta con un buenos días y no con un ataque...
—¿Qué hacéis aquí Aioros?
—Te extrañaba y como no te encontré aquí me tomé ciertas libertades con tu ropa, que eh de decir que es cómoda, empezaré a usar ropa un poco menos apretada.
Shura no supo que decir, el se negaba a enamorarse de Aioros, trataba de ver sus defectos y así no enamorarse, pero es que hasta los defectos y acciones de Aioros lo enamoraban y ni hablar de esas palabras que seguramente dijo sin pensarlas.
—Me halaga que me extrañes y que te guste mi ropa; pero no puedes venir y invadir mi privacidad sin mi permiso...
—Lo siento por eso, cuando vine aquí no me fijé realmente en esa parte de la situación; yo solo quería estar contigo.
—No estoy molesto, contigo me es imposible estarlo. Ayúdame a organizar mi cuarto y mi ropa mientras me baño, puedes llevarte algo de ropa para que lo uses y tengas contigo...
—¡Gracias! Shura, tu también puedes usar y tener mi ropa...
Fue en ese momento que Shura no negó más sus sentimientos, estaba enamorado de Aioros, quería mucho a ese hombre y entendió que no necesitaba una pareja lo necesitaba a él.
Aioros muy obediente, organizó la ropa de Shura y escogió su prenda favorita para llevársela, se quitó su camisa y se la regaló a Shura, esperó a este último y cuando el español salió del baño se despidió de este mismo con una sonrisa.
Al final del día, terminaron usando la ropa del otro y dándose cuenta de lo que sentían por parte de Shura.