En una cita.
Era invierno en el santuario, pero solo lluvias y tormentas eléctricas se sentían sobre la cuidad de Grecia, Camus extrañaba la nieve de Siberia y al parecer su querido Milo, le quería hacer la vida imposible o probablemente llevarlo al Hades pronto y se preguntarán porqué, bueno subió a Acuario con una chaqueta y bufanda con gran emoción a Camus le molestó esa actitud y se puso aun más molesto con las molestas palabras de Milo a su persona.
—Salgamos de cita, nunca tenemos una y quiero una cita.
—No, tu quieres pero yo no. Además ya hemos ido de cita muchas veces.
—Eso no eran citas, todo era lo que tú querías, no yo.
—Si no te gustan mis citas, largo estoy pasando por un sentimiento demasiado mundano, largo que en estos momentos no quiero escucharte. —Camus no cayó en cuenta de lo que dijo, hasta que vio a Milo con los ojos llorosos, el seño fruncido y mordiendo sus labios con ira o tal vez era dolor.
—Bien, me largo tal vez alguien más si me lleve a hacer algo que me gusta y no sea un estorbo para esa persona. —Sin decir más Milo salió corriendo de Acuario y por acelerado resbaló por las escaleras mojadas por la lluvia, Camus bajó a ayudar lo pero el otro quitó su mano con rabia y él mismo se levantó y se fue por donde llegó con una postura arrogante.
Camus lo pensó por unos segundos y se dijo a mi mismo que Milo tenía razón, hasta a él mismo esos lugares le parecían aburridos ahora que se ponía a analizarlo, también se dio cuenta de su error desató su furia y molestia en Milo que nada le hizo, así que tomo una gabardina de color café y siguió a Milo encontrando lo ya a las entradas del templo del Escorpión, le llamó varias veces pero Milo prefirió ignorarlo.
—Ven aquí, ahora mismo Milo.
—No, tu no tienes el derecho de obligarme a nada, ve a hacer frío con alguien más, maldito refrigerador andante. —Camus nunca iba a admitir que ya se había acostumbrado a ese apodo y le encantaba como sonaba en las cuerdas vocales del Escorpión.
—Iremos de cita a donde tu quieras.
—Lo dices enserio, no te vas a deshacer de mi en el camino verdad. Porque si lo haces olvídate de mi.
—Es totalmente cierto Milo, confía en mi.
—Bien, llévame a tu templo y pasa tiempo con migo.
—Esa es tu idea de cita, para esa gracia mejor te llevo a Siberia.
—No sería mala idea, no conozco la nieve.
Camus sin dudarlo tomo de la mano a Milo y al salir del templo de Escorpio ambos se dieron cuenta de como la oscuridad ya era presente y una fuerte lluvia había comenzado, Camus al ver el semblante serio y para nada alegre de Milo, él pelirrojo optó por hacer uso de su cosmos y convirtió las gotas de rocío en nieve el pequeño hecho hizo que al rubio le brillaran los ojitos y su boquita se abrió con sorpresa y fijó su mirada hacia el cielo con asombro, con la acción de Milo, Camus esbozó una pequeña sonrisa.
—Camus, deberías llevarme algún día a Siberia, así podría conocer mejor la nieve y no tendrías que usar tu cosmos para cumplir mis caprichos. —Las palabras de Milo rompieron la concentración de Camus y la nieve volvió a ser gotas de lluvia.
—Camus, volvamos a mi templo.
—Pero querías ir a mi templo.
—Quería ir, pero ahora solo quiero estar a tu lado, no me importa el lugar de la cita solo quiero estar contigo y que me prestes atención, no estar a tu lado y tener que a observar algo que no entiendo y no me interesa. —Camus, nunca dejaría de admirar la honestidad de Milo, sin importar que era muy honesto con sus sentimientos y con todo en general.
El resto de la tarde Milo se la paso riendo y jugando con el cosmos de Camus, él pelirrojo miraba encantado a él rubio, ya había encontrado su forma de recordar su estadía en Siberia y pasar tiempo con su pareja de la mejor manera posible.
Ambos fueron felices con esa pequeña cita, que no comenzó como querían pero termino maravillosamente para ambos, ambas partes ganaron algo y fueron felices con ese algo.