Día 25

414 19 1
                                    

Mirándose a los ojos.

Milo y Camus no habían tenido oportunidad de verse en todo el día y es que ese no era su plan al principio, era un día libre de entrenamiento y pensaban pasarlo juntos, pero no fue así.

Hyoga había llegado al santuario y estaba pegado como una garrapata a Camus.

Milo intentó ayudarles pero ese pájaro rubio no lo dejó y decidió irse el solito a practicar pero Aioria y Mu estaban con sus parejas y el no quería hacer mal tercio o hacer de violinista, así que se fue con su amiga Shaina de Ofiuco.

Camus, aceptó entrenar a Hyoga solo porque vino desde Japón a hacerlo, pero simplemente no podía concentrarse en otra cosa que no fuera Milo y es que su mente se había preparado psicológicamente para pasar todo el día con Milo, no con Hyoga.

Milo no podía evitar ver la máscara de Shaina y no pensar en Camus, en ese maravilloso hombre Escarlata que se robó su corazón y es que Camus era único en su especial, un hermoso y precioso cabello rojizo, uñas y ojos igual de rojos, era una obra de arte, era su vampiro personal.

Milo amaba el físico de Camus, no lo iba negar nunca, pero más allá de eso estaba la admiración y respeto que le tenía, aparte de sus fuertes sentimientos amorosos, el amaba a Camus con todo el corazón, sus ojos más allá de ser únicos y pocos comunes, eran la forma en la que Milo entendía a Camus.

Para todos siempre eran fríos y serios pero para el eran algo más, a veces podrían ser llenos de deseo, muchas otras de felicidad al brillar como ningún otro y varias ocasiones demostraban tranquilidad, eso era lo que Milo amaba de la mirada de Camus y estaba dispuesto a verla todos los días de su vida.

Por otro lado Camus, veía el azul en los ojos de Hyoga y por más que fueran casi iguales a los de Milo, no sentía nada al verlos, nada es nada.

Los ojos azul rey de Milo, eran tan hermosos que lo enloquecían, no era tanto el color de estos, sino la profundidad que estos tenían, más allá de que sean azules, los amaba porque podía perderse en ellos por horas, no podía negarle nada a ese par de ojos cada vez que esa profundidad brillaba solo para él.

Milo ya cansado de escuchar suspirar a Shaina por Seiya y lamentarse por Cassius, volvió al santuario y encontró a Hyoga despedirse de Mu, en ese momento subió las escaleras como nunca en su vida hasta el décimo primer templo del santuario allí vio a Camus sin su armadura, sin dudarlo Milo también se quitó su armadura y en un deseo desesperado de ambos, juntaron sus cabezas y miraron intensamente los ojos del otro.

Para los que nosotros fueron segundos, para ellos fueron horas, duraron todo el resto del día mirando los ojos del otro, hasta que decidieron comer e ir a dormir dejaron de mirarlos, con la idea de seguir mirandolos por el resto de sus vidas a todas las horas del día.

30 días con Camus y Milo. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora