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Tres meses después, a las dos de la tarde, a la hora que llegaba de la Universidad, llegó con un paquete grande al igual que su sonrisa.

Apenas si podía cargarlo.

No sabía en concreto que hacía mirándola por un pequeño espacio entre la cortina y la pared.

Le faltaban al menos cuatro casas, parecía exhausta, pero la sonrisa me confundía.

Resoplé pesadamente cuando abrí la puerta y me dirigí a ella.

Le ofrecí mi ayuda, ella me miró con el ceño fruncido y me preguntó si Lauren la había enviado.

Lo negué.

Lauren había ido a casa de una amiga.

Ella sonrío tímidamente y asintió. 

10:10 pm / a.iDonde viven las historias. Descúbrelo ahora