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No paré de preguntarme el porqué. ¿Por qué se comportó así? ¿Por qué me corrió prácticamente de su casa? ¿Por qué a las 10:10 pm? Y, ¿por qué me intrigaba más?

Al día siguiente, me propuse seguir como si nada hubiese pasado. Justo cuando iba a salir de casa, alguien tocó la puerta, mentiría si dijera que no me sorprendí al verla.

«Hola», saludó ella normalmente extendiendo su mano. Un poco aturdido, extendí mi mano. «Quería pedirte una disculpa, ayer no debí comportarme así…» Sus mejillas se tiñeron de rojo y los hoyuelos parecían ser forzados a aparecer.

«No te preocupes», respondí simple dando un paso adelante para salir de casa y cerrar la puerta. «Fue una buena táctica para no tenerme al pendiente de ti y tu puño», agregué con humor y ella soltó una floja risa. Ella iba a mi lado. Caminamos juntos. No se separó en ningún momento. Ni para tomar el camino largo a su Universidad. Y eso me agrado, más de lo que quisiera admitir.

10:10 pm / a.iDonde viven las historias. Descúbrelo ahora