Recuerdo haberme debatido entre ir y no, pero al final, dejé la mochila que traía conmigo en la entrada de casa y crucé la calle corriendo. La puerta estaba abierta. Mi cuerpo temblaba ante la posibilidad de que la hubiesen asaltado. La puerta estaba ligeramente abierta, y escuché la voz de una mujer, asomé ligeramente la cabeza y descubrí a una mujer con el cabello, era su madre, y acompañada de su padre.
“Christina, dámela…” Habló aquella mujer severamente. Christina, no Christian, ese era su nombre.
“No”, respondió ella. Su voz estaba rota, me armé de valor para irrumpir en la sala. Ella y sus padres fijaron la vista en mi. Ella tenía los ojos rojos, sostenía con fuerza su guitarra.
“¿Quién es é?” Preguntó su padre sin despegar la mirada de mí. No supe como sentirme ante su mirada de desprecio.
“Soy Ashton, vecino y amigo de Chris…” Hablé tratando de contener mis ganas de gritarles mierda.
“Bueno, Ashton, creo que te metiste en un tema fuera de tu incumbencia…” Respondió su madre. Negué con la cabeza y caminé a Chris que tenía la mirada baja.
“¿Puedo hablar con él por unos minutos?” Preguntó Chris dirigiendo la mirada a sus padres y ellos asintieron a regañadientes. Sus padres no se movieron, así que ella se movió con rapidez y caminamos hasta la cocina. “Ellos quieren mi guitarra, ellos quieren llevarse la música de mi vida, ellos quieren controlarme y no puedo hacer mucho…” Suspiró pasando su mano libre por debajo de sus ojos. Mi corazón latía rápido de impotencia. “Quiero que te vayas y recojas lo más que puedas de lo que ellos tiraron… Guárdalos, por favor…” Dijo antes de que su madre llamara por nosotros. “Hazlo, por favor…” Sollozó ella. Asentí sin saber que más hacer. De último momento la estreché en mis brazos y besé su coronilla.
Pensé en “Todo estará bien”, pero no lo dije. Salí de allí pidiendo disculpas por interrumpir. Estaba recogiendo todo cuando escuché como Chris gritaba, y luego hubo un estruendo, y más gritos de Chris.
“¡No por favor, no!” Gritaba mientras el estruendo se hacía más constante. Habían roto su guitarra, y estoy seguro, de que también su corazón.