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Pasó alrededor de una semana. Ella se acostó en el pasto nuevamente, como siempre, a las seis de la tarde. Caminé en su dirección y carraspeé un poco. Ella abrió un ojo, y luego otro. Se incorporó y me miro sin decir nada.

«Hola». Saludé torpemente alzando por microsegundos mi mano.

«¿Qué se te ofrece?». Me preguntó dudosa.

«Ah, sólo quería dirigirme a ti formalmente». Le dije y ella sonrío asintiendo. Se levantó de su lugar y espero a que hablara.

«Soy Ashton, el hermano y músico aburrido». Ella soltó una risita y sonreí.

«Soy Christian, la chica aburrida».

¿Cómo lo supo? Hasta la fecha me lo sigo preguntando.

10:10 pm / a.iDonde viven las historias. Descúbrelo ahora