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«Pensé que iríamos al café», confesé nervioso. Ya había pasado una hora desde que había salido de casa con ella. Hablaba mucho. Se reía de sus propios chistes, a decir verdad me sentía raro estando con ella así.

«Oh, no, no, avisé que no iría, quería tomar in descanso», me contestó y sus hoyuelos le hicieron compañía. «¿Sabes? Las rutinas no son lo mío, pero en verdad que me he acostumbrado a muchas cosas». Asentí sonrojado, sin poder evitar recordar el como la seguía al lugar. «¡Oh, vamos Ashton! ¿En serio vas a comportarte así todo el tiempo?»

«Lo siento, es que…», en realidad no sabía que responderle así que ella me interrumpió.

«Puedes hablar de lo que sea, puedes confiar en mí, no hay porque sentirse incómodo». Y sonreí, lo hice porque se veía en verdad interesada en platicar conmigo, sus hoyuelos se hicieron más profundos y soltó una pequeña risa: «Tienes hoyuelos».

 «Tú también», sonreí de vuelta y ella hizo una mueca para que sus hoyuelos se hicieran mucho más profundos, haciendo viscos, sin por der evitarlo, reí.

10:10 pm / a.iDonde viven las historias. Descúbrelo ahora