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Me paré como tonto y la seguí hasta la puerta. Caminé atrás de ella en silencio hasta su casa. Me hizo una seña para que me sentara en el sillón y lo hice. Ella fue por un paquete de frituras y dos vasos, después regreso a la sala con un empaque de jugo.

«¿Qué tipo de películas te gusta?» Preguntó mirándome después de prender la tele. Me quedé como tonto mirándola, no sabía a qué se refería, es decir, si lo sabía, pero no sabía a qué venía, pensaba que me había llamado para que fuéramos juntos al café. Balbuceé torpemente y ella río. «No te voy a golpear», dijo ella risueña y sonreír al ver como se marcaban hoyuelos en sus mejillas. «Al menos que te lo busques», ella sonrió de nuevo encogiéndose de hombros.

«En busca de la felicidad», le respondí cuando tomó el control del televisor.

«¿Te gusta deprimirte?» Preguntó ella y negué con la cabeza. «Esa película me deprime», dijo negando con la cabeza. «Esa película no». Guardo silencio por unos segundos. En verdad me sentía tonto estando allí, sentado en su sillón con ella a mi lado apoyando sus codos en los muslos sin mirarme. Su cabello cubría casi la mitad de su rostro, su color de cabello era castaño oscuro, pero lucía tan intenso que parecía negro. «¿Qué tal si mejor platicamos?» Preguntó animada y asentí. Abrió el empaque de frituras y me la dio, tímidamente saqué una papita y la metí a mi boca. «¿Vas a comportarte así todo el tiempo?» Me preguntó ladeando su cabeza como un cachorro confundido, atiné a morder mi labio superior y encogerme de hombros. «Cuando dije algo sobre golpearte estaba jugando», no supe porque –o tal vez si– pero suspiré aliviando. Y ella me sonrió.

«¿Jugo?»

10:10 pm / a.iDonde viven las historias. Descúbrelo ahora