Los dos dejaron de besarse y se contemplaron con una mirada de horror, mientras jadeaban pesadamente. Lo que parecían unos nudillos volvieron a tocar la puerta. Havisham todavía se encontraba posesionado entre las piernas de Catherine y con sus manos apretando su cintura. Se separo de ella algo confundido, arreglo el cuello de su camisa y la chaqueta que traía puesta. No podía creer, lo sensual que se veía la señorita Smith, con su pelo, que se salía del peinado riguroso que solía llevar. Sus labios hinchados por los besos, y su cuello esbelto que se dejaba ver, después de haberle desabotonado los botones, de la parte superior de su vestido. Racionalmente no se había dado cuenta de ello, solo actuó bajo instinto y sabía que se arrepentiría por ello. Le dio la espalda para permitirle arreglarse. Además, para dejar de contemplarla o el bulto que tenia entre las piernas jamás desaparecería.
Catherine aun jadeaba mientras se bajaba del escritorio y acomodaba su vestido y su cabello. Aun sentía un ardor en todo su cuerpo, que no sabía cómo calmar. El lord, se veía igual de inquieto que ella, mientras se dirigía abrir la puerta. Durante el momento que charlaba, con la persona que se encontraba en el pasillo, no podía dejar de pensar en lo ocurrido y en lo que había observado cuando se separaron. Había una dureza firme en el pantalón del Lord, ¿lo había provocado ella? De pronto se cerró la puerta y lo escucho aclarar su garganta antes de hablar.
– Señorita Smith, lamento si la ofendí insinuando que había ocurrido algo entre usted y mi hermano le doy mi promesa que no volverá a ocurrir. Le pido que me informe si en algún momento, él la hace sentir incomoda. Es mi deber, como el señor de esta casa, que todo se mantenga en orden. Ahora le solicito que se haga cargo de mi hija, ya que, durante esta noche, recibiremos una visita muy importante. – fue lo único que se atrevió argumentar después de lo que había ocurrido ¿de qué más podría hablar? Era mejor para los dos, hacer como que eso que había ocurrido, jamás paso.
¿la visita de la condesa de Wellington? – se atrevió a preguntar Catherine.
¿Cómo lo sabe? – respondió algo confundido
-Su madre nos hablo de los preparativos Dijo que la Condesa de Wellington vendría a cenar y que probablemente sea su futura esposa.
Quedo perplejo y avergonzado por lo que ella acababa de confesarle- bueno mi madre, no debería hablar de estas cosas- dijo esquivando la mirada.
¡Lo siento mi Lord!, no era mi intención ser impertinente. Ahora será mejor que me retire – hizo una inclinación mientras contenía unas traidoras lagrimas que se arremolinaban en sus ojos. Bajo la vista, para que él no las pudiera ver, mientras pasaba por su lado, hacia la puerta. Camino por el pasillo con el corazón en la mano ¿de verdad esperaba que la eligiera por sobre una Condesa?
Lord Havisham estaba por su parte desconcertado por lo ocurrido. Se había prometido así mismo que no volvería ocurrir un episodio como el que acababa de ocurrir y fue lo primero que hizo al llegar de su viaje. Primero la había ofendido y luego prácticamente la había atacado encima de su escritorio ¿es que no aprendía? ¡por dios! Era un imbécil de tomo y lomo. Agradecía que Albert hubiera tocado la puerta y lo hubiera interrumpido, porque si no sabe dios, que hubiera hecho con la pobre muchacha. Albert le había ido a recordar, la cita importante que tenia en la Universidad ¡por fin tendría un encuentro con el Baronet Joseph Lister! uno de los impulsores y grandes genios de la medicina moderna ¡por fin! tendría la oportunidad de poder charlar con él. Lo admiraba profundamente ya que eran sus descubrimientos, los que lo habían impulsado a convertirse en cirujano y ahora como doctor y catedrático estudiaba e impartía los conocimientos del Baronet en cuanto a la asepsia y antisepsia. Era una eminencia y no podía perderse aquella oportunidad.
Cuando llego a la universidad contemplo el entusiasmo de sus alumnos, que también era el suyo. El Baronet llego media hora antes de lo programado, aprovecho la oportunidad de hablar con los alumnos y profesores por igual. Hace mucho tiempo que Daniel no estaba tan entusiasmado, la charla del Baronet fue más que estimulante (en lo que a ciencia se refiere) sino fuera por la responsabilidad que había llegado con su título, se habría dedicado a tiempo completo a la ciencia y a la medicina. Recordaba con nostalgia su tiempo como oficial del ejército en la India, donde tuvo la posibilidad de servir como cirujano.
El día había sido una contraposición de momentos placenteros y emocionantes por igual. Cuando estaba en la universidad había dejado de lado sus pensamientos sobre lo que había ocurrido durante la mañana con la señorita Catherine. Pero ahora que se dirigía en su carrosa hacia su casa todo era un hervidero de confusión en su mente. Sabía que, si quisiera y debido a que la señorita Catherine parecía compartir su pasión, tal vez podría hacerla su esposa. La verdad, es que su reticencia, no tenía que ver, con sus diferentes clases sociales, a él estas cosas le parecían ridículas. Al menos de su parte. Porque sabía de sobremanera de que nunca las mujeres la aceptarían totalmente en sus círculos sociales, la verían como una escaladora y la muchacha no se merecía ese tipo de trato. Aunque a él, le importara muy poco, la opinión de los demás. Pero había otro factor, que no le permitía sucumbir y es que si bien la señorita Smith era un ser especial de manera única. También era verdad que le recordaba mínimamente a su difunta esposa, el parecido que tenían las dos no se podía negar, si bien este parecido era solamente físico, ya que su personalidad era totalmente opuesta. Estaba en peligro de alguna vez caer enamorado de la señorita Smith y eso era algo que no se podría perdonar. Ya que había jurado nunca más volver amar a otra mujer; Sería una traición a la memoria de Eleonor. Con la condesa, estaba a resguardo, sabía que, si bien había un afecto entre ellos, no corría ningún riesgo de entregarle su corazón.
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Bellas Esperanzas
RomansaBellas esperanzas es una Novela ambientada en la Inglaterra de finales del siglo XIX. Narra la historia de la joven profesora Catherine Smith. En la vida de la dulce señorita Smith Todo iba como deseaba, hasta que se ve forzada a tomar un trabaj...