Toda la mañana estuvimos a lomos del caballo. Hacía mal tiempo, viento y frío. El cielo estaba nublado. El otoño estaba al caer. Era una zona de montaña, la frontera entre países. No nos detuvimos a mediodía, sino que seguimos varias horas más hasta que encontramos una cueva en las montañas. Quedaba poco para que anocheciera, por lo que decidimos pasar la noche ahí. Nos pusimos alrededor de la hoguera y algunos incluso se pusieron mantas encima. Miré al rey sentado frente al fuego apoyando la espalda en la pared de la cueva con una manta sobre sus hombros mientras me acercaba para sentarme a su lado. Venía de mirar el escenario fuera. Empezaba a llover. Mantuve un poco de distancia, pero tenía frío y una parte de mi mente me mandaba acurrucarme junto a él, mientras que la otra parte regañaba a la otra por pensar cosas raras. Él abrió el brazo junto con la manta, acogiéndome y compartiéndola conmigo. Me daba vergüenza, pero no había dejado de estar a su lado desde que comenzó el viaje y empezaba a acostumbrarme, aunque eran diferentes situaciones. Sobre todo siendo que quería acurrucarme junto a él para entrar en calor, hecho que no tardó en suceder. Era increíble lo rápido que hacía efecto. Mi estómago volvió a protestar y Andrés me miró curioso. Yo me sonrojé por el ruido que salía de mi tripa.
- Bueno, adiviné tu nombre, me prometiste una comida- le recordé.
- ¿La quieres ahora?
- Sí. Ya no aguanto más.
- Muy bien, traedle una porción- les dijo a los soldados.
Uno de ellos preparó un cuenco caliente de sopa y me trajo pan y queso. No tardé en comérmelo, aunque intenté disfrutarlo y no que se acabara tan deprisa.
- Gracias, ha estado muy bueno- dije- aunque me hubiera gustado un poco más...
- Esa fue tu porción. Yo también comeré- dijo el rey mientras un soldado le servía.
- No te había visto comer hasta ahora- mencioné.
- Eso es porque te acompaño en el ayuno. Te preguntarás por qué no te doy de comer... Mis soldados necesitan la energía, pero tú no, ya que la emplearías para huir, y eso no está en mis intereses. Cuando lleguemos a casa podrás comer todo lo que quieras. Sería cruel comer delante de ti y que me estuvieras mirando, siento que es un poco injusto que yo coma y tu no, así que tampoco yo lo haré. Comeré cuando tú comas. Si no, estarías mirando mi comida con esos ojos que tienes ahora- dijo mientras le quedaba poco para terminar la sopa-. Ya tuve suficiente, puedes terminártelo. Pero recuerda que no tendrás más hasta que lleguemos a mi reino pasado mañana.
Asentí y acepté su tazón, usándolo a modo de taza y tomé la sopa que quedaba. Me sentía ya mejor. Apoyé mi cabeza en su pecho y me quedé dormida. El rey sonrió y me rodeó con sus brazos. Escuché vagamente algún comentario de los soldados.
- ¿Qué magia ha usado con ella? Se ha acostumbrado tan rápido a estar a su lado...
- Mirad y aprended- bromeó otro.
Podían decir lo que quisieran. Al fin y al cabo, no debía de ser tan raro ver a unos "prometidos" juntos. Les hubiera dicho algo, pero estaba saliendo de la fase consciente y entrando a la fase inconsciente del sueño. Antes de darme cuenta, ya era de día. Andrés me despertó para recoger e irnos.
- ¿Has dormido?- le pregunté mientras caminábamos un rato antes de volver a montarnos en los caballos.
- Un poco. ¿Es que te preocupas por mí?- me insinuó arqueando las cejas.
- Un poco. Pero solo un poco- dije mirando hacia otro lado.
- Me sorprendió que quisieras acurrucarte junto a mí anoche. ¿No quieres ser siempre así de adorable conmigo?- dijo para picarme.
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Fugitiva en mi reino
RomanceMi padre, el rey, negó mi mano al reino vecino para proteger al reino y a mí, pero fue precisamente esa decisión la que desencadenó la venganza de mi pretendiente. Su objetivo: empezando por la conquista de mi reino hasta la de mi corazón. Y no dej...