Al día siguiente proseguimos el viaje hasta el siguiente pueblo. Ya desde lejos se escuchaba el caos en el que estaba sometido. Cabalgamos lo más rápido que pudimos hacia ahí y al ver lo que ocurría, el rey mandó a cinco soldados quedarse conmigo y protegerme y el resto fueron a luchar contra los invadores. Nuestros soldados superaban en número a los otros, por lo que vencieron. Dejaron un superviviente para interrogarle. Estaba claro por su escudo que pertenecía al reino de Lucca. El soldado se rehusaba a responder. Le pedí al rey que me dejara intentarlo. Me acerqué al soldado, que estaba atado en el suelo y me senté delante.
- Buenos días, caballero. Soy la princesa Amelia, seguramente habrás oído hablar de mí.
- Sí.
Íbamos por buen camino, había abierto la boca.
- Admiro mucho tu lealtad, necesitamos más hombres como tú. Pero piénsalo, ¿seguro que es por una buena causa? ¿Estás de acuerdo con las órdenes del príncipe Lucca?
- No me corresponde analizarlas, solo seguirlas.
- ¿Y no te importa que muera tanta gente inocente a pesar de que no os han hecho nada? En ningún momento os hemos declarado la guerra. Entonces, ¿por qué nos atacáis?
El hombre consideró que dar una razón no era revelar información secreta, por lo que decidió responder.
- Está bien, merecéis saber por qué os atacamos. La familia real quiere una reconquista por venganza del pasado.
- Bueno, pero aquí acaba esto. Ve a tu reino a decir que el rey está de vuelta y no dejará que...
El hombre se rió.
- Es demasiado tarde, la mitad del reino ha caído a nuestros pies. Hemos empezado por la zona más alejada de donde veníais para que tardarais en averiguarlo. Nos hemos encargado de que no hubiera mensajeros, o al menos que nadie llegara antes que nosotros a avisar a los demás. Nos habéis vencido porque éramos un grupo pequeño, pero hay muchos más grupos de soldados dirigidos hacia todas partes del reino para atacar simultáneamente. Nunca llegaréis a tiempo de detenerles. Y tampoco os diré cuántos soldados componen cada grupo.
- Lucca está al borde de la muerte, ¿cómo es posible que os diera órdenes?- pregunté.
- Debió de planearlo con tu huida- respondió el rey.
No podía creerlo. Lucca había planificado la conquista en ausencia del rey... ¡Por eso aceptó ayudarme a escapar! ¡Sabía que el rey vendría a por mí y aprovecharía para atacar su reino desprovisto de defensa! Aunque por otro lado, no podía evitar pensar que se lo merecía por lo que hizo a mi reino. Sin embargo, mirando a mi alrededor, me di cuenta de mi error. El rey destruía los pueblos, no sus habitantes. Lucca hacía lo contrario. Las casas eran de un material que no ardía, por lo que los soldados fueron a matar a todo el que se les opusiera. Y según el soldado, la masacre se extendió a la mitad del reino. ¡En ese mismo momento más grupos de soldados estaban atacando los pueblos vecinos! Un pensamiento terrible me sacudió: ¿y si mi reino era el siguiente?
Miré al rey, aterrada. Sin embargo, él parecía más aterrado todavía. Estaba pálido. Se llevó una mano a la cabeza y cerró los ojos tratando de pensar en una estrategia eficaz. No había muchas alternativas. Debía mandar a sus soldados en grupos para acabar con los demás. Sin embargo, no se sabía cuántos había y el rey no podía arriesgar mandar un grupo de soldados de cantidad inferior a un sitio para que perdieran y no volvieran con vida. Tuvo que hacer menos grupos pero con más soldados. Poco a poco irían reduciendo al enemigo. Dio la orden y mandó un mensajero para reclutar más soldados y organizarlos en grupos.
- ¿No hay otra opción?- pregunté.
- Si le hubiera quitado la vida a Lucca en su momento, los soldados ya no tendrían un líder para seguir sus órdenes. Ahora es demasiado tarde.
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Fugitiva en mi reino
RomanceMi padre, el rey, negó mi mano al reino vecino para proteger al reino y a mí, pero fue precisamente esa decisión la que desencadenó la venganza de mi pretendiente. Su objetivo: empezando por la conquista de mi reino hasta la de mi corazón. Y no dej...