Esperé al rey para desayunar juntos. Trataba de ocultar mi sonrisa traviesa, pero no podía, por lo que la tranformé en una sonrisa alegre, con ganas de estar un rato juntos. Llegó unos minutos después y me ofreció una rosa.
- Buenos días, mi bella princesa.
Me sonrojé y extendí la mano hacia la rosa, pero la apartó y se inclinó hacia mí.
- ¿No recibo yo algo a cambio?
Me sonrojé aún más. Me acerqué y le fui a dar un beso en la mejilla, pero giró la cara y se lo di en los labios. Me aparté y sonrió con picardía.
- No es justo...- protesté por la vergüenza.
Me dio la rosa y besó mi mejilla a modo de disculpa. Guiñó un ojo, haciendo que no pudiera molestarme con él. No podía fingir molestia, al fin y al cabo me gustaba que fuera así conmigo. Esperaba que al estar de buen humor se tomara bien la pequeña broma que tenía planeada. Echó el azúcar en el té y tomó. Puso una cara rara y no pude evitar reírme. Le echó más azúcar para endulzarlo pero cada vez ponía peor cara. Yo me reía más y más. Entonces cayó en la cuenta de que la guerra de bromas había empezado.
- Ya me parecía a mí- probó el azúcar-. Esto no es azúcar.
- Lo cambié por la sal- me reí-. El mío lo preparé antes para que fuera dulce.
- ¿Ah sí? Entonces no te importará volver a prepararme un te en condiciones...
- Está bien, voy a por el azúcar.
Fui a por el azúcar y al volver le vi tomando el té. Me extrañó.
- Creo que le voy cogiendo el gusto al té- dijo con cara de disfrutarlo.
- Bueno, yo no creo que me guste- dije imaginándome el sabor.
Cogí mi taza de té y tomé. Hice una mueca de desagrado. ¿Qué le había pasado a mi té? Entonces caí. Le miré sospechosa.
- ¡Cambiaste las tazas!
- Sí, y tu té está muy bueno, me gustaría que me lo prepararas más a menudo- sonrió satisfecho.
- Esta vez me has pillado... Pero la próxima vez no podrás contraatacar...- murmuré.
Me miró interesado y probablemente planeando vengarse la próxima vez. Tenía una sonrisa pícara en el rostro y cara de planear algo. Después de desayunar, fue a conceder audiencias. Le llevaría todo el día, por lo que tenía tiempo de sobra para planear la próxima broma. Por la noche regresaría cansado, por lo que no estaría muy atento. Eso jugaba a mi favor. El hecho de que estuviera cansado también significaba que la broma tenía que ser más ligera, para que no se enfadara. Además, tampoco quería causarle molestias con las bromas, solo divertirme un poco.
Coloqué unos cojines encima de la puerta entreabierta para que al entrar se le cayeran encima. Era simple pero me haría gracia su reacción. Como tenía aún mucho tiempo libre, cambié la tinta por otra que se volvía invisible y redacté un documento falso para que firmara. Al leerlo me divertiría mucho con la cara que pusiera. El resto del día me dediqué a pensar en bromas para otros días y comencé a dibujar una tira de viñetas con la broma del té para recordarla. Acabé incluyendo también su contraataque. Me gustaba bastante cómo había quedado.
Llegó la noche y miraba la luna sentada en el saliente de la ventana cuando la puerta se abrió y me giré rápidamente para ver cómo se estampaban los cojines en la cara de Andrés uno tras otro. La expresión de su rostro no tenía precio. No podía dejar de reírme hasta recibí un cojín con la cara. Andrés preparó el siguiente lanzamiento y me quité de la ventana a tiempo, pero el cojín me dio en el brazo. Lo cogí para defenderme. Estaba en posición de ataque mientras Andrés se acercaba con el tercer cojín.
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Fugitiva en mi reino
RomanceMi padre, el rey, negó mi mano al reino vecino para proteger al reino y a mí, pero fue precisamente esa decisión la que desencadenó la venganza de mi pretendiente. Su objetivo: empezando por la conquista de mi reino hasta la de mi corazón. Y no dej...