Tenía mi propia habitación en el castillo, pero no por mucho tiempo. Un mes. Luego me mudaría a la del rey. Al día siguiente del banquete, el rey tuvo que atender unos asuntos, pero por la tarde me llevó a la fuente de los enamorados. Nos tomamos de la mano y nos juramos ahí mismo amor eterno.
- En lo bueno y en lo malo- dije.
- En lo bueno y en lo malo- concordó él, sosteniendo mis manos.
Nos miramos a los ojos completamente hechizados.
- ¿Recuerdas la primera vez que te traje aquí?- me preguntó.
- ¿Cómo olvidarlo?- me sonrojé recordando el incidente de la nariz.
- ¿Y la segunda vez?-
- Claro... El primer beso... Y el anillo- dije mirándome el dedo anular, más sonrojada aún.
- Cada vez que venimos hace más frío, hoy hay nieve- comentó.
Le miré extrañada, no sabía a qué venía eso, pero le daba la razón.
- La próxima vez me gustaría venir en primavera. Ahora ya ni hay uvas. Está todo seco. Pero el corazón de piedra sigue ahí, y no cambiará. Quiero pensar que el amor es así, como ese corazón de piedra- siguió.
- ¿De piedra?
- Te mostraré un secreto.
El sol se estaba poniendo y sus rayos alcanzaban la fuente y el corazón de piedra. El rey se subió al borde de la fuente y frotó el corazón hasta que lo limpió por completo. En realidad era de oro y con la luz del crepúsculo se iluminó de forma mágica. Estaba abrumada por tal belleza.
- El oro es bastante duradero, ¿sabes? Aunque por fuera parezca una piedra por el paso del tiempo, por dentro no ha cambiado su esencia. El oro siempre será oro. Pero además, el amor también es como la vid y las uvas, ahora en el invierno no están, pero mantienen su base, las raíces y los tallos, que harán que vuelvan a dar fruto cada año. En el amor no siempre es fácil ver el lado dulce, pero mientras las raíces no desaparezcan, al superar el mal tiempo volverá a fructificar.
- El amor puede tener diferentes formas pero mantiene su esencia... No siempre se muestra dulce pero volverá a dar fruto mientras se conserven sus raíces...- estaba impresionada por sus palabras y las repetí para recordarlas.
Definitivamente, no deseaba nada más que estar con alguien que viera el amor de esa manera. Al final lo que más temía de su personalidad acabaría siendo lo que más me enamoraría: una vez puesto un objetivo, no se rendía. Sería muy interesante la vida con él, no me aburriría, estaba segura de ello.
- ¿Verdad que puedo ser romántico?- bromeó.
- Me has sorprendido- me reí-, debo admitirlo. Su Majestad es un rey muy sabio, es un honor y un placer gozar de su compañía- hice una reverencia.
- El placer es solo mío, recibir tal halago de una princesa tan hermosa. No hay nada que deseara más que retenerla para siempre a mi lado- me siguió la corriente, haciendo una reverencia y besándome la mano.
- Sus deseos son órdenes- repliqué.
- Concédame entonces el humilde deseo de un beso de sus dulces labios- me lanzó una mirada pícara que me produjo un cosquilleo.
- ¿Cómo? ¿Que te lo dé yo? ¿Ahora?- reaccioné-. Pero... Si no te inclinas un poco no llego...
- ¿No eres capaz?- me retó.
No iba a dejar pasar un reto, por lo que me tragué la vergüenza y me puse de puntillas, tratando de alcanzar sus labios. Se divertía viendo mis esfuerzos y la cara que ponía en el intento. Le cogí la cara y la acerqué repentinamente a la mía, consiguiendo el beso.
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Fugitiva en mi reino
RomanceMi padre, el rey, negó mi mano al reino vecino para proteger al reino y a mí, pero fue precisamente esa decisión la que desencadenó la venganza de mi pretendiente. Su objetivo: empezando por la conquista de mi reino hasta la de mi corazón. Y no dej...