El clan de porristas

9K 533 112
                                    

Cinco años después - Casa Valdés Carvajal

- Te extraño... mucho... mucho – le decía la morena a su mujer por teléfono

- ¿Nada más? ¿Solo un te extraño y dos muchos? – preguntó seriamente la rubia - Cada vez me extrañas menos – reprochó – claro seguro que como San Antonio está lleno de chicas lindas y jugadoras que se mueren por conquistar a la coach Valdés, ya ni piensas en mi – agregó con voz suave y triste

- ¿Sabes lo que me levanté pensando? – Preguntó Juliana desesperada por escuchar a su esposa así – me levante, miré el otro lado vacio de la cama y cerré los ojos tratando de imaginar la forma en que tu estarías durmiendo – terminó y agregó una risa corta

- ¿Y eso? – a la rubia le llamó la atención

- Cuando me levanto a las mañanas – empezaba el relato – nunca estás igual – dijo – Hay días que te encuentro agazapada a mí como un koala – ambas rieron – y no sabes cómo me cuesta dejar la cama porque me quedaría entre tus brazos toda la mañana – confesó – Pero otro días estás casi en el borde de la cama, bien lejos de mí, con la mitad de tu cuerpo afuera...

- Eso es culpa tuya – le murmuró la rubia

- ¿Culpa mia? ¿Por qué es culpa mía rubia? – preguntó jugando

- Porque me tengo que alejar de ti, para que no te tientes de nuevo y me dejes dormir – explicó fácilmente

- ¿Y tú crees que huyendo a la otra punta de la cama vas a dejar de ser una presa fácil para mi? Más de una vez se lo había demostrado

- Sígueme diciendo... - Valentina quería evitar a toda costa iniciar algo por celular, sus hijas estaban por llegar del colegio y no iba a ser la primera vez que la encontraran en situaciones raras

- ¿Están por llegar las niñas cierto? De acuerdo – iba a seguir con su relato - ¿Sabes cuál es mi posición preferida cuando duermes? – interrogó

- Dime – exigió débilmente

- Cuando despierto y tengo tu cabeza en mi pecho y una de tus manos en mi abdomen – la voz de la morena era casi una provocación – subes y bajas con mi respiración, y hay veces que juego a cambiar los ritmos para tratar de que hagas la arruguita en la nariz que tanto me gusta – risas - ¿Y sabes lo que haces cuando me levanto? – Valentina no respondió, esperó la respuesta – Me remplazas por una almohada... ¡por una miserable almohada! - reprochó

- Pero es tu almohada, nunca agarró la mía - Valentina era consciente de algunos de sus rituales para dormir – La tuya tiene tu perfume, el perfume que solo usas para mí – le dijo

Valentina sintió como su mujer suspiró y le dio tiempo para que dijera lo que quisiera decirle – Cada viaje se me hace más difícil amor – confesó

La rubia se había prometido tratar de hacerle lo más fácil posible este proyecto a su esposa, pero ella compartía los mismos sentimientos que su mujer – Juls... bebé... cuando evaluamos la propuesta para que fueras la nueva coach de las Liberty, sabíamos que esto iba a pasar – le dijo suavemente

- Lo se pero...

- Además no es distinto a cuando viajabas como jugadora – necesitaba ser fuerte por su esposa

- Lo se pero te extraño mucho, extraño a mis hijas, no se si decidi bien – soltó

Valentina aguantaba sus lágrimas como podía – Pero sabes que si dejas el básquet te vas a volver loca – Si bien el amor por ese deporte se había visto desplazado por Valentina y las niñas, Juliana era una apasionada de lo que hacía – ¿estás ahí? – preguntó Valentina que había escuchado solo silencio

Cuando, donde y como diga el amor (Juliantina) CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora