La leyenda del lago encantado

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- No es a mí a quien tienes que pedirle disculpas – Juliana llegaba al final del muelle donde Valentina la estaba esperando de frente al lago y de espalda a ella.

- ¿Perdón? – Al parecer la rubia todavía tenía puesto el disfraz de perra – No creo que tenga que pedirle disculpas a nadie – Empezó la marcha del orgullo Carvajal.

Juliana miraba a su novia como si le estuviera haciendo una radiografía, sabía que era orgullosa, era una de las cosas que más amaba de ella, su capacidad de defender su punto hasta el último momento. La morena suspiraba, por fin podía poner en práctica una de los tantos consejos de su padre... "Juliana una cosa es lidiar con una mujer enojada, pero otra muy distinta es lidiar con una mujer enojada y orgullosa. Estudia sus movimientos, mírala con cuidado y cuando sea el momento, cuando lo creas conveniente... corre hija... corre por tu vida". Imposible olvidarse a su padre corriendo por el mismo muelle en que estaban paradas ellas en este momento después de que el mismo se había encargado de demostrar con pruebas contundentes como su madre no tenía razón.

Pero esta vez la morena no iba ser quien diera el brazo a torcer, si la rubia quería jugar a las pulseadas, Juliana iba a poner resistencia. Manos en la mesa "DING, DING" que empiece la pulseada de una vez por todas - ¿De que querías hablar entonces? – trato de usar el tono más serio que pudo pero Valentina no tenía la más minima idea como se ponía Juliana cuando ella estaba enojada. Con una mirada de la rubia la basquetbolista ya no estaba en sus cabales, ni le cuento cuando levanta la ceja.... Si por la deportista fuera ya mismo estarían en el lago teniendo sexo de reconciliación.

- Lauren y yo hemos decidido organizar la fiesta nosotras mismas por lo tanto no necesitamos a ninguna organizadora mediocre – afirmó la fotógrafa. Se ve que poco le había servido la prueba de la fidelidad a la fotógrafa.

- No – ay morena, morena ¿cómo te atreves? – Lo siento pero es una decisión tomada. Florence es la organizadora de la fiesta y es punto final – los brazos seguían en el medio.

- ¿Según quien? – Valentina no iba a aflojar

- Según yo – Juliana tampoco.

- Y como eres la dueña de la casa todo se tiene que hacer como tú dices ¿cierto? - la sonrisa provocadora que recibió de Juliana no le gustó ni un poco – Pues te voy avisando algo... Si esta tipa vuelve, no hay fiesta – la muñeca de la deportista no flaqueo ni un segundo.

- Primero que esta casa es tanto tuya y de Kara como mía – el brazo de la rubia se aflojaba y la basquetbolista aprovechaba para ganar terreno – y segundo... y presta mucha atención a lo que voy a decir... la fiesta se hace con Florence, estén o no estén ustedes... ¿Necesitas que lo repita Carvajal? – corre Juliana, corre era lo único que sonaba en la cabeza de la morena cuando veía la furia salir por los ojos de su novia – Es más - ¿Más? – Para mañana, cuando la Señorita Anderson llegue a hacer su trabajo, tú y Lauren van a tener una disculpa preparada – La mano de la rubia estaba rozando la mesa.

- ¿Y tu me vas a obligar? – Valentina se resistía a perder.

- Si quieres ponerlo así. Entonces si – Uff la morena la estaba aniquilando - ¿Necesitas algo más? – Ya casi.

Valentina cerro la distancia entre ellas – Ni pienses que esto va a quedar así – le susurró en el oído para luego seguir caminando en dirección a la casa.

- Estaría muy decepcionada de ti si lo dejaras pasar – grito la deportista en dirección al lago. Lo cierto es que nunca tuvo que darle la espalda a su novia. ¡SPLASH! Al agua pato diría Camila.

Un empujón de Valentina y Juliana estaba en el lago – No me agradas – le dijo la rubia antes de volver a marcharse.

- ¡TE AMO! – Le grito Juliana desde el lago – Sólo tenías que correr Juliana... sólo tenías que correr. No aprendes nunca – se repitió a si misma al mismo tiempo que escuchó otro chapuzón al lado de ella - ¡Puppy! ¿Vienes a rescatarme o estás huyendo de Kara? – El cachorro se le acercaba nadando como podía – Hay que tener cuidado con las Carvajal ¿sabes? Hay un pequeño momento entre que te miran y empiezan a hablar en el que te pierdes por ellas y ahi es cuando ¡ZAS! Atacan – el cachorro ladró – Si, lo se. A mi también me tienen loca Puppy. A mi también – suspiró.

Cuando, donde y como diga el amor (Juliantina) CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora