Capítulo 1. Pasatiempo

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Después de meses en los que me la pase huyendo por el mundo, conseguí establecerme en Francia, la policía me dejo atrás cerrando mi caso

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Después de meses en los que me la pase huyendo por el mundo, conseguí establecerme en Francia, la policía me dejo atrás cerrando mi caso. Hice uso de una de mis tantas cuentas en el extranjero, pero cuando el dinero y los lujos me aburrieron tuve que buscar alguna actividad que me entreteniera; se sorprenderian al saber, bueno tal vez no, que Francia se encontraba llena de clubes, fue así como llegue al "Bloom" ¿Cómo iba adivinar que era uno puterio?.

Uno de los mejores de hecho, apesar de aquello el lugar se veía bastante interesante, luces rojas iluminando el lugar, varias tarimas donde mujeres hermosas hacían un número exótico en el tubo. Otras acompañando a los clientes vips por así decirlo, a gastar bastante dinero, pidiendo bebidas en exceso invitando a más chicas, era simplemente un intercambio.

Él tendría la compañía que vino a buscar con desesperación y ellas ganarían una cantidad extra, las mujeres que daban su show en los tubos llamaron mi atención; ellas eran intocables, no estaban a la venta para satisfacer ningún deseo sexual, sin embargo eso no quitaba que sean deseadas por todos estos hombres. Mis ojos fueron directo a un hombre en una esquina algo retirada de todos, discutía con la que parecía ser alguna mesera, por lo que pude entender se quedaron sin la mujer que abría el show.

Una idea loca se instaló en mi mente, conseguí una mesa, pedí un tragó y me dediqué a seguir observando, era buen negocio, todo dentro de lo legal hasta donde se dejaba ver, posiblemente arriba en el segundo piso se jugaba una partida clandestina de póker; no me sorprendería, es común en este tipo de lugares, pero volviendo al show, pensándolo bien esto no seria una mala idea, yo estaba aburrida, deseosa de algo emocionante en mi vida.

Aquí nadie me conocía, podría jugar a ser una bailarina hasta que me terminará aburriendo de esto también, cuando eso pasará iría en busca de otro pasatiempo. Por ahora esté había conseguido dejarme intrigada, algo curiosa aumentando la adrenalina al pensar en como me vería allá arriba; sin duda era algo que debía descubrir, apenas el primer show acabo, pagué y salí de aquel lugar, ya tenía algo más que contarle a Matamoros, de lo único que hablábamos eran de los programas de cocina o competencias.

Nuestra vida se volvió muy aburrida lo sé, ya no había aquella emoción a la que nos acostumbramos, por ahora vivíamos en un departamento no muy lejos de La Torre Eiffel, si la pregunta es ¿Por qué no vivir en una casa si el dinero no es problema? Bueno al ser profuga, nos la pasábamos de hotel en hotel, supongo que el miedo a que nos esten buscando, aunque el caso ya esté cerrado, continúa ahí aquella sensación. Después de hacer una pequeña caminata por las calles llegué al departamento, al entrar como siempre vi a Matamoros en el sofá comiendo pizza, dejé las llaves junto a la mesita.

Me quite los tacones que ya empezaban a dar lata y me le uní ¿Qué veía? Una competencia de reposteros, para que después se nos antoje algo y tengamos que salir a buscar alguna cafetería a las 03:30 de la madrugada.





– ¿A dónde fuiste? — se lleva otro pedazo de pizza a la boca

– A un bar — masajea sus cabellos — Necesitaba renovar las ideas

– ¿Ya consiguió embaucar a alguien Doña? — ríe

– Fíjate que aún no — sonríe — La verdad no pensé en eso — se acomoda a su lado

– ¿Encontró algo interesante para hacer? Porque estoy pensando seriamente en hacer un curso de cocina — come — Con tanto programa ya hasta ganas me dieron

– Creo que tomaré clases de Pole Dance — se lo dice sin más

– ¿Está segura? — la ve

– Si ¿Por qué no? — da de hombros — Estoy aburrida y francamente la cocina no me llama la atención

– Bueno si eso quiere, adelante — sonríe — Sólo tenga cuidado

– No te preocupes que lo tendré, no quiero una fea lesión — ríe

– Le tengo una noticia que tal vez no le alegré mucho — deja la pizza

– ¿Qué es ahora? — suspira

– Mónica está embarazada — le entrega la tableta con la información —  Vendieron su constructora también

– Si ya lo veía venir — la toma leyendo — También mis propiedades

– Lo siento Doña, pero mirelo por este lado, por suerte pudo desviar su dinero a varias cuentas y ahora lo hizo crecer — sonríe

– Bueno si, no fui tan burra — la bloquea — ¿De verdad irás a clases de cocina?

– Estamos en París, el mejor lugar para aprender Doña — ríe





Y así es como todo comenzó, ambos con ideas locas, un ex matón sin dedos queriendo cocinar y una profuga tomando clases para irse a un burdel; bueno lo mío no era tan anormal, la mayoría de las profugas acaban en eso o drogas, fueron meses intensos para nosotros, Matamoros llegaba con quemaduras, siempre peleaba con la estufa. Y por lo que se ve, casi nunca ganaba, por otro lado la comida no le quedaba mal, mientras yo me burlaba de sus cortes y quemaduras, él por supuesto se moría de la risa al verme una vez más llena de moretones.

Empezar de cero en algo apesta la verdad, lo bueno es que cuando por fin entiendes como seguir ya casi no te caes o quemas para Matamoros, porque se va a seguir cortando. El día llegó y me quedé con el puesto fijo de aquella bailarina, hasta ahora sólo pusieron a varias de las chicas en diferentes turnos para cubrirlo.





– Bueno esto es lo que debes saber — camina mi ahora jefa — Vienes a bailar, ellos pueden tocarte pero no demasiado, el dinero que te den es tuyo

– Entiendo ¿Y tu comisión de donde sale? — observo el escenario

– De las entradas que pagarán por venir a verte, tendrás que dar shows privados también — le enseña como acceder al escenario

– ¿Debo acostarme con alguien? — me cruzo de brazos

– Eso ya es tu decisión, sólo te estoy contratando para que bailes, si alguien intenta algo, miras a este sujeto — apunta a un guardia bastante grande — Su nombre es Gallego, comienzas está noche

Perfume de mujer [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora