– ¿Nunca pensaste en tener más hijos? — levanta la cabeza de su pecho
– No porque después fui tía — soba su espalda — Y cuide a Isabela como si fuera mi hija, no fui muy cariñosa es verdad — suspira — Pero no quería que nadie jugará con ella
– Si eras algo dura — ríe — ¿Se te olvida que trabajé para ti?
– Cierto, bueno el cariño se fue con mis papás ese día — da de hombros
– ¿Qué te hizo cambiar ahora? — se acomoda
– Creo que al fin estoy en paz, mi familia fue vengada y Matamoros me endulzo un poquito en París
– ¿Dónde está por cierto? — se sienta — Casi no lo veo
– Sigue siendo mi jefe de seguridad pero ya esta más libre — ríe — Creo que tiene una enamorada por ahí
– Pues te dejó con muchos guardias — se amarra el cabello
– La mayoría de ellos no trabajan para mí — toma el vaso de la mesita de luz levantándose
– ¿Vive alguien famoso en este piso? — sonríe
– Que yo sepa no — camina a la cocina — Son los guardias de Navarrete
– ¿De él? ¿Por qué? — la sigue
— Uhm quiere cuidarme — da de hombros — Gracias Magda por el jugo — le da el vaso
– ¿Y porque querría cuidarte él? — sonríe haciendo muecas pervertidas
– ¿Le pasa algo a tu cara? — dice viéndola
– La cuida porque está loquito por tu mamá Mónica — dice mientras lava los trastes
– ¡Ahh! — chilla
– ¡Magda! Sólo somos socios — se cruza de brazos
– Los socios no duermen en la misma cama — la señala con un tenedor lleno de espuma
– Tengo nuevo padrastro — canta dando saltitos — Tengo un nuevo padrastro
– No es tu padrastro — rueda los ojos — El es casado, no creo que deje a su esposa — se sienta — Hay un niño de por medio
– Pero su esposa está loca — se mete Magda — ¿No dijo que la iba a internar?
– ¿Y tú como sabes? — la ve
– Ah es que él lo dijo — asiente — Hablaba por teléfono frente a mi, lo escuché
– ¿Y escuchaste cuando la llevarán a la clínica? — se interesa
– Es en está semana — seca sus manos — Creo que ella sigue en el hospital
– Pensé que ya había salido — se lleva la mano al cuello — Con razón se vino a quedar