Capítulo 9. Pesadillas

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Al pasar las horas dejo dormido a Lucho en el sofá con una cobija sobre él, se acercaba la hora de cenar y José Luís ni sus luces, empezaba a preocuparse, tal vez le pasó algo o de plano abandono al niño dejandoselo a su cuidado. Trató hasta el cansancio poder hablar con él pero la mandaba a buzón, caminaba por la sala tratando de calmarse, Lucho no podía verla así o se preocuparía también, intenta una vez más esperando que contestará.





– Hola — contesta

– ¿¡Hola!? — sale al balcón — ¿Dónde estás José Luís? ¿Por qué no contestabas?

– Estoy en el hospital — suspira — Me llamaron de la casa, Eleonora trató de suicidarse, ahora le están haciendo un lavado de estómago

– ¿¡Qué!? — se sienta — ¿Y qué vas hacer?

– No puedo dejarla porque si necesitan firmas por si empeora tengo que estar aquí — masajea su frente — ¿Podrías quedarte con él? Es lo último que te pido

– Tranquilo — mira a la sala — Yo lo cuido, ahora está dormido pero le voy a despertar para cenar

– ¿Me llamas cuando esté bien despierto? Así le explicó porque no iré por él — mira al médico acercarse — Te hablo después el médico llego

– Bien, mantenme informada — cuelga yendo a Lucho — Corazón — se agacha moviendolo leve — Hay que despertar

– ¿Papá ya vino? — murmura estirandose

– No mi amor, pero debemos cenar — lo descobija — Arriba

– ¿Doña sirvo ya la cena? — dice desde la cocina

– Si por favor — lo carga

– ¿Y papá? — pregunta adormilado

– Ahorita lo llamamos ¿Si? Vamos a comer primero — lo lleva a la mesa

– ¿Le sirvo también Doña? — deja el plato en la mesa

– Aún no, primero haré que él coma — se sienta colocandolo sobre su regazo

– Está bien, sino le molesta cenaré también — va a la cocina

– Puedes sentarte aquí con nosotros Magda — le avisa — Me gusta la compañía

– ¿Segura? No quiero molestarla — dice con su plato en las manos

– Si — le acerca la comida a Lucho — Abre la boca

– ¿Hablaste con papá? — abre la boca

– Si — espera que se lo pase para darle otro bocado — Está algo ocupado cuidando de tu mamá

– Uhm — abre la boca

– Ahorita que te lo acabes dejo que le hables — toma una servilleta — Ahí está — sonríe terminando de limpiar su boca

– Ya no quiero — aleja el cubierto con sus manitas

– Bueno, de todos modos comiste bastante — lo baja marcandole a Navarrete

– Hola — dice bajo

– ¿Puedes hablar o te llamó luego? — indaga

– No, está bien, dime que pasa — cierra la puerta

– Lucho quiere hablar contigo — le dice que espere

– Bueno pasamelo — observa de reojo a Eleonora

Perfume de mujer [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora