#8 Pobre, pobre (t/n)

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—Entonces — menciono (t/n) mirando de reojo a Stan mientras ambos caminaban en la antigua calle donde (t/n) solía vivir en la compañía de su hermano Bill — ¿Cómo es tu esposa, es buena contigo, alguien interesante? 

—Bueno... Ella, Patty, es una buena mujer... 

Ambos detuvieron su caminar, a unas pocas casas de distancia, Stan se detuvo porque (t/n) se había detenido primero, mirándolo con una ceja alzada ante las pobres palabras para describir a la mujer con la que se había casado, ella realmente esperaba más, al menos, ella sabia que si estuviera casada y le preguntaran sobre su pareja tendría tantas palabras en su boca que no terminaría nunca de hablar. 

Pero aquellas palabras tan cortas, casi sin mucha emoción la dejaba verdaderamente confusa. 

—¿Nada más? ¡Vamos, debería de haber mucho más para decir! Quiero decir, es tu esposa, tendrías que tener una lista enorme, quizá hasta una sin fin. 

—Es bueno, una historia complicada... es buena, realmente increíble, no hay nada malo que pueda resaltar de ella. Es solo que...

—¿Que? — pregunto ella mirándolo —, sabes que puedes contarme. 

—Cuando Mike llamo cambiaron muchas cosas, una cosa si hizo click dentro de mi cabeza, y era que faltaba algo, primero... pensé en retirarme del juego sabes, recordé muchas cosas, posiblemente recuerdo más que el resto, no tanto como Mike, pero recuerdo casi todo... pensé en esa locura, pero entonces... tu risa, recordé tu risa primero, luego más y más acerca de ti... entonces decidí regresar a Derry para verte nuevamente.  

—Stan... — susurro, quería sentirse alagada con dichas palabras, pero no podía parar de pensar en la esposa de él en como era una buena mujer como mencionaba, no podía simplemente hacerle algo así a otra persona —.

—Cuando entraste al restaurante, cuando te vi nuevamente, supe que era lo correcto, no quiero volver a perderte, no de nuevo. 

Stan dio un paso adelante, posando una de sus manos con delicadeza sobre su mejilla, (t/n) no estaba sonriendo, solamente mantenía una expresión preocupada, e incluso para cuando Stan estaba a punto de romper la distancia entre ambos (t/n) dio un paso atrás girando su rostro hacia un lado. 

—No puedo Stan... lo siento, deberías regresar al hotel. 

Ella camino, sin voltearse a mirarlo en alguna ocasión, luchando contra las lagrimas que querían caer, luchando contra la necesidad de mirar hacia atrás, porque si lo hacia Stan correría hasta ella posiblemente besándola, pero no podía hacerle eso a Patty. Con ello Stan observo su anillo, en como tenía que solucionar absolutamente todo, al mismo tiempo deseando volver a ser unos niños de trece años, estando con la chica que amaba sin que hubiese intervenciones. (t/n) camino por las conocidas calles, tal como lo hizo en su infancia. 

Durante esos días en donde su hermano saldría de casa para reunirse con Beverly Marsh, en donde (t/n) quería evitar hablar con él. Había salido unos momentos de casa para tomar un poco de aire fresco, aproximándose a su hogar, sentándose frente al piano, esperando poder obtener un tiempo de paz mientras tocaba algo ya que su madre no lo volvería a hacer. 

Ahí fue cuando las teclas comenzaron a tocarse por si solas formulando una melodía, observando como unos globos rojos estaban alrededor con el nombre de (t/n) en cada uno de estos. Y al otro lado del piano se encontraba Pennywise observándola, ella permaneciendo congelada. 

—Pobre, pobre (t/n) — comenzó a canturrear en un tono burlesco —, tan sola y tan ignorada, pobre de (t/n), nadie quiere estar a su lado o quiere escuchar su voz, ni su familia, ni sus amigos, la pobrecita de (t/n) tan desesperada por no estar más sola, pobre, pobre de ella que no sabe que toda su vida será la segunda y nunca la especial. 

No era miedo el que sintió entonces, si no que las lagrimas caían en cascada en sus mejillas, golpeando las teclas convirtiéndose en sangre. Con ello recordaba bajar la tapa del piano, cubriendo las teclas, y correr a su habitación en donde lloraría por horas porque creía verdaderamente en esas palabras. 

—Pobre, pobre (t/n). 

Continuo canturreando la voz, parpadeando ante la memoria, sin haber notado el momento en que estaba dentro de su antiguo hogar. Cerca de dicho piano, a uno de los lados de este podía ver a su hermanito pequeño Georgie, vestido con su impermeable amarillo, con el barco de papel que Bill hizo para él. 

—No quiero estar aquí... — lloro, dando media vuelta —.

Pero tras de ella se encontraba nada más que Pennywise, esperándola para no permitirle escapar de dicho sitio. Y (t/n) lloraría porque entre muchas cosas hermosas que pudo olvidar, aquella canción estuvo sonando en su mente durante años, durante ese día en donde el agua se desbordaba de la bañera. 

Y la mano de Pennywise se poso con fuerza sobre su cuello. 

—¡Suéltame! — exclamo entre lagrimas —. 

Pero en vez de responderle correctamente, solo continuaba canturreando aquella horrible melodía que tanto odiaba. A cada momento apretando con mucha más fuerza su cuello, sintiendo el miedo cuando su respiración no conseguía llegar. 

—Dulce y hermoso miedo. 

—¡St-Stan...! — llamo, esperando poder ser escuchada, esperando obtener suerte —.

No, absolutamente nadie entro por esa puerta, con ello Pennywise la soltó riendo con carcajadas, (t/n) cayendo sobre sus rodillas, recuperando su oxigeno, gateando hacia la puerta de salida más cercana. Corriendo con prisa mientras se alejaba de aquella casa, mirando una última vez hacia atrás, en la ventana de la habitación de Bill, observando como apoyado contra la ventana estaba el pequeño Georgie. 

Y corrió, sin importarle que el resto la mirase llorar, solamente quería alejarse de ese sitio. Y en el momento en que atravesó la puerta del hotel sus lagrimas estaban secas en sus mejillas, demasiado notables para cualquiera como las marcas rojas en su garganta. Stan inmediatamente se apresuro a acercarse a ella, antes estaba sentado en el pie de la escalera, esperando a por ella. 

—¿(t/n), cariño, que esta mal? — pregunto examinándola con miedo —. 

—Fue eso... — comento, llevando sus dedos a su garganta adolorida — vi a eso. 

—¿Te hizo daño? 

—Estaré bien... él... solo se burlaba de mi, con esa estúpida canción... esa canción que aún sigue metiéndose en mi cabeza... 

Observando el dolor en su mirar, con ambas manos tomo su rostro para que ella lo pudiese mirar, (t/n) no lo noto en esos momentos, en como el anillo de compromiso ya no yacía en su lugar, simplemente un espacio vacío. 

—Escuchame (t/n), sea lo que esa cosa tenga para decirte no es cierto. Nos tienes a todos nosotros, me tienes a mi. Me preocupo por ti como no tienes idea, lamento haberte olvidado, lamento que todo esto pasase... lo unico que quiero que sepas es que regrese a Derry para ver a la chica que amo. 

Sin miedo, rompio la distancia entre ambos con un beso suave, con todo el cariño, con delicadeza haciendole saber que sus sentimientos no habían cambiado aún después de todos esos años, y sonriendo cuando (t/n) comenzo a devolver el beso sin dar un paso atras, no, sus manos estaban enredadas en el cabello de Stan. Y ella también sonreiria cuando ambos se apartasen, porque... aunque no lo había recordado antes, aquel beso no fue el primero, no, su primer beso lo tuvieron a los trece años. 

Ambos sonrieron aceptando las emociones de amor del otro. Hasta que la puerta fue abierta, en donde ambos aun en los brazos del otro se giraron para observar a un muy sucio Eddie entrar al hotel. 

—¿Que fue lo que te paso Eddie? — pregunto (t/n) con un tono preocupado cuando le daba una mirada al hombre —.

—Nada, no paso absolutamente nada (t/n). — contesto él —.

—¿Quieres que te ayude a limpiarte eso? — pregunto una vez más —.

—Por favor. 

Y Stan sonrio cuando (t/n) lo miro a él, porque esta era exactamente como recordaba a (t/n) en su infancia; como una madre preocupada. Corriendo a ayudar a su mejor amigo, y no podía sentirse celoso, no cuando la chica que amaba lo amaba de vuelta, y ella en la compañía de Eddie comenzaron a subir las escaleras. 

Cornelia Street {Stan Uris & Lectora} FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora