Todos saben que mi historia no es normal, al menos los sercanos conocen cada parte de esta identidad. También conocen el poco odio de mi familia hacia mi.
Tener relaciones sexuales a tan temprana edad nunca se ha considerado algo realmente sano, mucho menos que esa temprana edad haya sido tan corta como tener seis años de existencia en el mundo terrenal.
Ella era Xiomara, tenía un año mayor que yo o quizás un año menos, verdaderamente no la recuerdo mucho, pero si vivíamos en el mismo barrio en la misma casa compartida, muchos veían lo sercanas que éramos, nadie podía sospechar que aquellas dos pequeñas niñas no eran más sercanas por algo que ambas les gustaba. Y era tener sexo oral en la habitación de cada una, nadie sospechaba que para ser pequeñas ya habíamos entendido el tema bastante bien y habíamos decidido darlo en práctica.
-Hola _____ -Mire a Roxana.
Era mi vecina.
-Hola, Roxana -Salude con cortesía.
-¿A donde vas? -.
Mire el saco que tenía en mis brazos y lo acaricie.
-Iré a la fiesta de la empresa -.
-Oh, debiste haberme avisado, te pude haber hecho compañía -dijo amablemente, pero sabía cuáles eran sus intenciones.
Me rasque la nuca algo avergonzado. Nunca voy a prender a rechazar a las personas por más años que pasen y ese era mi miedo, que siempre diga si o que cometa lo de hace años.
Roxana no era fea, de hecho era muy bonita y tenía una figura totalmente femenina, pero sólo existiría una con la cual me acosté y no pienso reemplazarla por más años que pasarán.
Ninguna persona supo cual de las dos había comenzado aquel horroroso acto de sexo oral entre nosotras y nosotras tampoco dijimos nada, no nos delatariamos a pesar que a esa edad todos los niños le echan la culpa a uno sólo. Los niños eran crueles, pero nosotras Respetabamos lo nuestro, por lo tanto nos mantuvimos calladas. Al fin y al cabo ambas ya habíamos decido dejar aquello, no existían más que una relación carnal entre las dos, nunca existió un gusto hacia nosotras, por lo tanto puedo confirmar que soy heterosexual.
Y cuando al tiempo vino mi padrastro no sabía como sentirme. A pesar de las noches no me sentia una mujer completa, a pesar de saber que me gustaban chicos y era a mi quien le metían el pene, no sentía que estuviera en el cuerpo correcto.
Baje del auto una vez llegue al edificio, quizás debí haber prestado más atención a mi alrededor. Así hubiera subido de vuelta al auto y hubiera escapado del infierno en ese preciso momento.
-Buenas noches _______ -saludo la Secretaría.
-Buenas noches Charlotte -.
Siempre me llaman por mi nombre, puesto a que no se sabe si pueden decirme señorita o señor además que un nombre de mujer no queda con Señor.
Subí al ascensor y una chica subió conmigo, en el momento no la había reconocido y me hubiera gustado hacerlo, así hubiera sabido las razones para dejarme hace seis años atrás. La observé de reojo y tenía el cabello castaño, probablemente le llegaba hasta la cintura, su piel era Blanca y su físico era de una chica promedio.
Ella también volteó a mirarme, me observó por mucho tiempo como si supiera quien era, pero hacia el esfuerzo para reconocerme o siquiera recordarme y decirme lo que en sus labios tenía mantenido soltar, quizás ese clasico: " x ¿eres tu?", pero la verdad no sabía.
Lo único que sabía es que ambas íbamos al mismo piso y a la misma fiesta.
-¡_______, llegaste! -gritó Mikasa una vez aquella chica había desaparecido.
-Creo que llegue justo -la tomé de la cintura y sonreí.
Note en sus ojos un poco de nerviosismo, pero preferí no darle importancia. La deje para buscar a Erwin y de paso buscar algo de beber.
Y entre tanta gente había algo que me decia que no siguiera allí, pero jamás hacia caso a mis instintos.
Quizás ese día debí haberlo hecho, porque entre tanta multitud podía reconocer esa cabellera, no importaba cuantos años pasarán él Nunca cambiaría ese corte de cabello por nada en el mundo. Traía un traje de color negro y debajo una camisa de ceda del color celeste oscuro y una fina corbata negra que rodeaba su perfecto cuello, estaba más blanco que de costumbre, casi juraba que había resucitado de la misma muerte o siquiera el demonio se había convertido en humano y ahora me visitaba para llevarme a cumplir con las cuentas que aún no pagaba.
Debí habermelo quedado mirando por mucho tiempo para que Levi me mirada con esos intensos ojos verdes gris con la misma descarada intensidad que la primera vez que lo conoci.
Él me reconoció y yo hui.
-¡______! - volvía a gritarme.
-...Levi -.
Sólo me miró en silencio, sabía que me inspeccionaba, pero me dolía en la forma en que lo hacía, no era cruel, no era asombrado ni mucho feliz... Era neutra y fría.
Era su mirada.
-No me mires así, tu sabías de esto -.
-Si, lo sabía -suspiro-, pero no me lo esperaba ahora -.
-Yo tampoco me esperaba que volvieras...ahora -.
-No tengo explicaciones que darte.... -.
-Yo tampoco te los estoy pidiendo -me acerqué un poco-. Además de ser demasiado tarde -.
Su respiración era tan tranquila, pedía a mi corazón no distraerse por ello y que me deje mirarlo tan sereno como podía, porque él no se inmuta, nunca lo hacía y eso me gustaba.
Pero baje la mirada, aun que quisiera mirarlo era todo para saber que no lo había olvidado.
-Supongo que la fiesta era para ti - mire la copa de champan en mis manos.
Incluso las ganas de beber se me habían ido.
Recto los labios - No es así, solo vine porque ya terminé mi trabajo -.
-El señor ackerman cumple otra vez con su misión - reí ironico-. No se porque no me sorprende -.
-______ se a lo que te estás refiriendo -.
-Lo siento Levi, pero no puedo evitar ser así contigo después de todo.... -.
Me detuve... Un brazo lo rodeo por completo, llamando su atención y quitándola de la mía.
Esa chica era la del ascensor y consigo un anillo de matrimonio que no había visto hasta ahora.
Quizás era mejor así.