Capitulo 20

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Ji se sentó enfrente de él en la mesa.

Lo miró impaciente. No sabía de que se trataba eso, y la verdad es que Seung lo intimidaba mucho. Le sorprendió que no haya intentado matarlos por lo de Tempo.

-Ji Yong.... seré muy directo... -hizo una pausa-. Es tu vida o la mía.

El pequeño se quedó en blanco, parpadeó frente a él. Tenía una lejana idea de que hablaba, pero no estaba del todo seguro.

-¿De qué hablas?

-De las leyes, solo el progenitor está destinado a vivir. Y tú eres el que vivirá y yo...

-¿Morirás? -se alteró y el asintió mirando la mano de la chica-. Pero...

-No, Ji....en estos casos el único que tiene la vida asegurada es nuestro hijo, tú o yo podemos morir. Pero depende de ti... Te recuerdo que no quiero presionarte.

No parecía Seung... Era más tranquilo y mucho más... ¿Bueno?

Ji sacudió la cabeza aguantando las lágrimas.

-No llores -le acarició el rostro y esa fue la gota que colmó el vaso, lo hizo llorar más. Ji le tomó la mano con fuerza.

-No quiero que mueras.

-Ni yo.

Ji se echó a reír a pesar de las lágrimas... Siempre tan individualista. Ahora era el quien le acaricaba el rostro...

Casi nunca lo hacía, pero cuando sucedía, era un tacto hermoso e increíble. Su piel estaba cálida y enviaba cargas eléctricas a todo el cuerpo de el pequeño. Suspiró mientras lo acariciaba.

-¿Qué vamos a hacer?

-No lo sé, Seung... ¿Tengo que decidir yo? -el asintió-. ¿Hasta cuando tengo tiempo?

-Tu hijo está a punto de nacer... Cuanto más antes, mejor. Cuando el niño salga del vientre de la madre, viene el consejo a llevarse el alma del que muere al segundo que nace.

Ji comenzó a llorar mirando hacia abajo. No quería que el muriese.

-Sabes que no soporto verte llorar. Te castigué en el pasado por eso... No volvamos a repetirlo.

Ji se enjugó los ojos y lo miró. Estaba haciendo todo lo posible para no ponerse a llorar. Miró a sus dedos, nadie más iba a cuidar mejor de su hijo que él. Lo sabía.

Ji podría arreglárselas con un chico normal... Pero un demonio, solo podía ser trabajo de un demonio.

-Creo que... -tomó aire-. Te dejaré vivir a ti.

Él se quedó sorprendido. Ji se tocó el vientre con añoranza.

Miraba a la muerte como una vieja amiga, ya no le temía, Seung siempre se la traía a su puerta y era como de costumbre tener que convivir con ella. Pero la angustia de no ver a su hijo crecer era superior a cualquier cosa. Le dolía pensar en eso. Era su hijo.

No vería como crecería, como daría sus primeros pasos, su primera palabra, su primer cumpleaños, su primer balón.

Miró a Seung con tristeza pero con determinación.

-Sí, te dejaré vivir, a ti y a mi hijo.

Ji se levantó ante el silencio de Seung, se marchó adelantando el paso. Miraba a todos lados, buscando consuelo, sin resultado.

- Ji Yong...-susurró una dulce y melodiosa voz.

Tempo vestía de blanco, como de costumbre y sus preciosos ojos azules brillaban.

D E M O N I ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora