El trayecto del coche se me ha hecho bastante largo. Bueno, con tía Margaret todo se te hace BASTANTE LARGO y BASTANTE INTENSO. En el corto camino desde mi casa hasta el establecimiento, se ha quejado por: mi ropa, mis zapatos, mi acondicionador, mis gafas... Incluso me ha llamado sosa, ella piensa que debo expresarme más. Le explicado mil veces que ni en un millón de años se me va a pegar algo de su forma de expresarse por dos sencillas razones: porque gracias a mi enfermedad me cuesta hablar con las personas de mis pensamientos e ideas, así que suelo aferrarme a aquello que me hace feliz, leer.
Cuando era pequeña tenía un diario en el que apuntaba todos mis pensamientos del día y me desahogaba. Al parecer, no puedo qxpresar mis sentimientos a los demás, pero si puedo escribirlos. Me hace sentirme bien porque todo lo que pienso durante el día me lo voy guardando, como cuando metes palomitas en una bolsa, llega un momento en el que quieres explotar, y ahí llega el problema: no puedo explotar en público porque no expresó mis sentimientos a los demás. De esa forma, escribía en mi diario todo lo que me pasaba. Ahora, no tengo diario porque he aprendido a controlarme.
Aún recuerdo la reacción de mi tia cuando me detectaron Asperger. Ese día fue uno de los peores de mi vida. Me hicieron unas pruebas, porque mis padres vieron que, a mis 9 años, ya tenía que ser más sociable y no estar todo el día leyendo libros avanzados sobre la teoría de la relatividad. Me llevaron a una especie de laboratorio y me hicieron pruebas de ADN y una radiografía. Después, me hicieron un examen para medir mi coeficiente intelectual. Mis resultados fueron de 99 sobre 100. Se lo contamos a toda mi familia: a abuelo Steve, abuela Marge, tío Nicholas y a tía Margaret. Todos se lo tomaron muy bien, excepto ella. Me llamó bicho raro y anormal. Yo rompí a llorar y mi padre se interpuso. Desde ese momento no es que tengamos una relación muy cercana con ella. Solo la vemos en Navidad y en acción de gracias...Nos bajamos del coche y entramos en una tienda poco luminosa, muy limpia y con muebles tipo vintage. Había unos percheros enormes con todo tipo de faldas de cuadros, pantalones y chaquetas. Había un mostrador hecho de cristal con una caja registradora muy pero que muy antigua. Al fondo de la tienda, unas cortinas con dibujos antiguos cubrían un espejo y un mini perchero. Supuse que serían los probadores.
-Bienvenidas a Storms Uniforms, ¿en qué puedo ayudarles?- me sorprendió una mujer delgada, con cara de asco, ojos saltones, pelo pelirrojo y vestida con una especie de manta que se parecían a las cortinas viejas de mi abuela.- Esperad un segundo... ¿Margui? ¿Eres tú?
-Rosmelta, que alegría de verte, estás igual, los años no han pasado por ti.- le contestó mi tía. Acto seguido, se dieron un abrazo de oso, de esos que odio que me dé porque parce que me voy a quedar sin O2.
-¿Qué te trae por aquí vieja amiga?- preguntó rosmelta con intriga.
-Venimos a buscar un uniforme para mi...sobrina Merliah. Tiene 15 años y va a entrar en la AII.- contestó mi tía.
- Anda que casualidad, porque justo tengo yo un sobrino de su edad más o menos. Vive en Londres y ha estado aquí todo el verano. Es un amor, os lo voy a presentar. ¡Mark, ven aquí!- ordenó Rosmelta...
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Amistad Superdotada
Teen FictionCura para el Asperger: una amiga que te ayuda en todo, un amigo que siempre está contigo, unos padres geniales y una vida tan loca como la de Merliah