Treinta y seis

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Hace calor.
No es por nada en especial.
El sol se cuela por la cortina.
La misma cortina que la noche anterior había corrido por tener miedo a la oscuridad.
Tiene todas las luces de la casa encendidas.
Ya verás la factura de la luz... ah no, que igual no la paga este mes... le basta con que el encargado de avisarle sea tío y quiere follarle.
Suspira y se remueve en el sofá.
Su querida mascota aparece por los pies del sofá en busca de cariño y comida.
Akira gruñe y estira su brazo a su cabello. Es un suave gimoteo del animal el que le trae al mundo real.

- ...voy... - murmura el azabache. Levanta con cuidado su cuerpo del sofá en el que ha acabado dormido y limpia su cara con sus manos.
Huele a tabaco por todos lados.
Le dan ganas de meterse uno de esencia.
Pero... pero es que no es capaz.
Piensa en Adam. En sus convulsiones. Piensa en como la herviría la sangre o como la dolería todo el cuerpo al meterse que se yo, un centímetro de esencia.
Imagínate más...
No es capaz. Aunque todo su cuerpo lo desee no es capaz.
Bufa y se levanta. El suelo está frío y todas las luces siguen encendidas.

Se asoma a su habitación.
Desearía ver una raja de un culo pálido asomar entre las sábanas, con la boca abierta y la saliva fluyendo por la comisura de esta. Desearía ver los rizos de un moreno que busca calor de alguna manera y se queda con todas las sábanas y que hasta las doce no se levanta de la cama y a la una desayuna.
Pero no.
No hay nada de eso.
Eso le preocupa. Le preocupa y le irrita.
Coge el móvil.


Leandro termina frunciendo el ceño al sentir la luz chocar contra sus párpados.
Son alrededor de la una y media.
Es bastante tarde.
Se despierta en una cama que no es la suya. Lo sabe por como huele. Huele bien, no nos vamos a engañar.
Se remueve y encuentra una espalda amplia. Eso y una melena blanca como la nieve.
Vale, desde luego no es su cama.
Y no sabe quien... ¡ah, ya se acuerda!
Y se acuerda por el pinchazo en su coxis.
Vaya polvo.
Sigue sintiendo agujetas en las piernas de la fuerza.
Y los brazos no te cuento, los tiene agarrotados. Le duele con sólo doblarlos. Claro, estar esposado durante el menos un cuarto de hora no es lo más ideal.
Se mira las muñecas.
Ni una marca.
En las muñecas no, desde luego.
Con cuidado se levanta de la cama.
Busca su ropa por el suelo como puede. Le duele muchísimo el cuerpo entero.

De puntillas y en silencio se mete en el baño. Aprovecha y mea, en silencio... más o menos.
Cuando sale se encuentra al albino incorporándose en la cama.
Llámalo exagerar o postpolvo, pero parece un ángel con el cabello cayendo por sus hombros.

-¿Ya te vas?... -murmura con la voz ronca.
Madre mía, vaya voz...

-Si. Es tarde y no quiero molestar. -el castaño sonríe suavemente.

-Por favor, que vas a molestar. -Lotor sonríe y se sienta. Tiene todo el pecho descubierto.
Recuerda algo de anoche, pero no recuerda como le hizo tantos chupetones... y en tantas zonas bien situadas...

-No se. Es tarde. -el moreno se acerca a la cama y se sienta en los pies de esta. Se pone las zapatillas allí mismo. Lotor sonríe y se acerca a él.

-Quédate a comer, que menos. Yo me encargo. - susurra cerca suya. El castaño mira sus ojos.

-Vale... pero me sabe mal.

-No es nada. Ponte cómodo, anda. -el albino se incorpora y se dirige al baño. -¿Quieres ducharte? Juntos o no, puedes hacerlo.

-No, gracias.

Y es una vez que el albino sale con el pelo húmedo y un chándal que favorece su constitución, que empieza a hacer la comida entre conversaciones agradables con Leandro.

Terminan comiendo juntos.

Akira termina comiendo una de sus muchas sopas orientales.
Tiene un deja vù, es raro... serán cosas suyas.
Termina en el sofá, con Cosmo encima, el móvil apagado y la mirada perdida en la televisión.

Se le pone la piel de gallina al recordar la Iglesia.
¿Como Leandro puede entrar como si nada? ¿No le da... yuyu? Es decir... vamos, parece un templo para los muertos.
Es terrible.
Es bello pero terrible.
Le encantaría dormir en el regazo de cualquier escultura de mármol frío.
Pero a su vez le encantaría apagar todas las velas y que reinara la oscuridad y el pecado.

La puerta empieza a crujir.
Akira da un brinco y se incorpora.
Se abre la puerta.
Una chaqueta color caqui se asoma. Eso y unos rizos y unas pecas salvajes.
Es Leandro.

-Hey. -murmura como si nada.
Akira gruñe.

-Como que "hey". ¿Donde coño estabas? -Leandro frunce el ceño.

-Te lo dije. Quedé con un chico.

-¿Sabes que son las tres de la tarde?

-Me ha invitado a comer. Que más te da. -murmura el castaño. -Me has echado de menos eh... -dice sonriendo, pasando por su lado y alborotando su cabello.

-No es eso... -si, si es eso. Es que ha pasado frío y nadie le ha cuidado por la noche. Que no ha tenido que levantarse a avisar de que son las 2 de la mañana y hay trabajo al día siguiente. Es eso. Que estaba sólo. - ...es que me has asustado.

-¿Por? -dice desde el baño.

-Porque te he llamado cinco veces.

-Tengo el móvil en silencio. - el castaño comienza a mirar su cuello. Tiene todo el cuello lleno de chupetones. Aún siente su lengua recorrerlo...

-Ponlo en sonido. -murmura molesto.

-Voy... -el castaño busca en su pantalón.
No está.
Busca en el otro bolsillo.
No está.
Ahora en la sudadera.
No está.
¿En la chaqueta?
Adivinad qué: no está.
Busca en los bolsillos traseros.
Y...
-Aki.

-Qué. -echaba de menos oírle llamarle así.

-No... se donde lo he dejado. -Akira bufa y pasa su mano por su cara.

NEON TRAFFIC // Leakira!AU // Alternative Voltron FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora