Veintiseis

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El hombre que suda y tiembla sale por la puerta del hospital, no sin antes chocar con otro hombre por el pasillo y mirar al recepcionista y susurrarle un "buenas tardes" de forma educada.
Sale por la puerta y coge aire.
Le tiemblan mucho las manos.
Ahora no hay armas. No. No cuando ya ha perdido la única que le han dado.
Coge aire y lo tira.
¿Que qué se le pasa por la cabeza? Pegarse un tiro en la cabeza.
Quiere que sus pecados se limpien de la manera más limpia. Y la única tal vez sólo sea matarse.

Akira entra en la habitación en silencio.
Huele a limpio. A sábanas.
¿Sabéis ese olor característico de los hospitales? ¿Ese olor a café, a miedo, a lágrimas y a caricias? Huele a eso.
Los colores no acompañan. Que la habitación sea de color pálido no mejora nada.
Siente como la piel se le pone de gallina al escuchar la televisión de fondo.
Siente una corriente eléctrica recorrer su cuerpo y erizarle el vello.
Es como si ya hubiera vivido eso del hospital. Como un deja vu. Vete tú a saber...

Nada más entrar y voltear su cabeza se encuentra a Adam tumbado en una camilla pálida, blanca, larga y cubierta con sábanas.
Akira coge aire y se acerca lentamente a la cama.
En los bolsillos de sus vaqueros lleva un arma. Por si acaso.
Se acerca y con una mueca triste y asustada, observa con detalle el rostro de Adam. No... no entiende. ¿Por qué él? A que mala puta hora tuvo que irse a enrollarse con el puto de McClain.
A que puta mala hora, joder.
Se acerca y observa con detalle, una vez más, sus ojos. Sus párpados. Observa sus pómulos y el bronceado natural de su rostro.

-Lo siento. -murmura en voz baja. Una de sus manos se acerca a su cara. Estira el dedo índice. Le tiembla la mano. De da cuenta cuando mira sus propios dedos. Le tiemblan. Coge aire y con los labios curvos en una mueca triste y apenada, dirige su dedo índice a su cara.
Con el mismo acaricia su mejilla muy lentamente. Tira el aire por su boca y trata de cambiar la mueca de su cara.

Se fija en el electrocardiografo que hay a un lado de la camilla.
Marca los latidos tan altos... tanto que...

-¡¡Eh!! -un hombre entra tras chistar en voz baja. Akira se gira y saca su navaja. Hay que ir protegidos siemore, niñxs. Siempre.
El hombre lleva el pelo con flequillo, gafas y un traje que da mucho que decir. Pero ese bigote... ese bigote no puede esconderlo de su vista de lince.

-Corán joder.

-¡¡Ni joder ni huevos!! - se acerca al coreano y frunce el ceño molesto. -¡Que dijo Hachiko, que dijo! -bufa y rueda sus ojos.

-¡Muchas cosas, dijo! ¡Nadie me va a privar de saber como está Adam! -hablan de manera alta pero en voz baja. Es curioso pero... si, se puede hablar así.

-¡Que no pueden saber quien eres, joder! -Corán bufa. -¡¿Como coño has conseguido entrar?!

-¡¿Con las pintas que llevo?!

-¡En serio! ¿Gafas y el flequillo roto?

-¡Y una mamada al de fuera! -Corán chasquea la lengua.

-Fuera. Vamos. Me va a caer una... -Akira niega. -¡Salte ya!

-¡No!

Entre jaleo se escucha el sonido del electrocardiografo.

-¡Akira, Hachiko está lo suficientemente preocupado como para que ahora te pongas chulito y rebelde! ¡Salte fuera!

-¡Que no!

Los latidos van subiendo poquito a poco.

-¡Akira! -Corán achina ligeramente los ojos. -Salte.

-Adam es como de mi propia familia. - se guarda el filo de acero y se pega a la pared del hospital. -Y no me voy. No ahora.

-Akira, esto es...

Y el latido aumenta tanto que la máquina se alerta.
Ambos se giran hacia ella. La cara de Adam no dice nada. Los pulsos y latidos si.
Marcan que si sigue asi, revienta su pecho entero. Que el corazón le va a mil.
Los pitidos crecen. Y crecen. Y siguen creciendo.

-¡¡Llama a un médico joder, Akira!! - el coreano, que empieza a sentir una brisa fría por su rostro y sus piernas, sale como puede por la puerta.
Lo último que sus ojos han percibido es un charco en los pies de la cama. Y no es sangre.
Es la vía.
El pitido del electrocardiografo se le ha quedado grabado en la cabeza. No para de pitar. No dejar de sonar.

-¡Un médico, por favor! -grita en el pasillo.
En cuestión de segundos unx enfermerx acude a su rescate.

-¿Que ha pasado? -lx enfermerx entra a la habitación.
Adam empieza a moverse sólo. Su cara no dice nada. Ni el ceño fruncido, no los puños cerrados, ni la boca abierta.
Está dormidito... dormidito y convulsionado.
-¿Habéis cortado la vía? -Akira niega. Coge aire y mira a su alrededor.
No es real. No... lo que está viviendo no es real. Parece una pesadilla.
El electrocardiografo empieza a sonar tan fuerte como los gritos en el infierno. Puede oír a Adam gritar tras esos pitidos.
Sabe de sobra lo mucho que está sufriendo dentro de él. De su conciencia.

El charco de fármacos lo acaba limpiando otrx enfermerx.
Akira termina fumando un cigarro en la calle, con las manos temblorosas.
Corán está junto a él. Fumando otro cigarro.

-La has cortado tú ¿no es cierto? - Akira gira su rostro hacia él.

-¿¡Por quien coño me tomas!?

-¿Por qué iba a estar la vía...? -y unx enfermerx sale en búsqueda de ambos.

-Acompañadme.

En los pasillos hace frío.
Mucho.
Más hace cuando te condenan de asesino.

Akira está con la cabeza agachada, al lado de Corán. El hombre del bigote se peina el cabello de nuevo y camina junto al asiático. En silencio.

La vías no se rompen solas.
Y aún menos cuando lo que pretendes es introducir esencia por ella.
Akira siente como se le evapora la sangre. A Corán se le pone la piel de gallina. Sólo puede pensar en lo hijo de puta que ha sido Akira.
Y Akira sólo piensa en la cárcel. Y en Adam.

-Ven -murmura Corán mientras limpia con un pañuelo la sangre del pálido y joven rostro de Akira. Acaricia su pómulo y mira sus ojos. -No ha sido justo. - susurra. Akira sólo puede apretar sus dientes y agachar la cabeza de nuevo.

Lxs enfermerxs son lxs primerxs que encuentran las pruebas del delito y lxs primerxs en acusar.
Lxs primerxs y lxs últimxs.
Entre amenazas y palizas se sale en cuentas.

Slav huye por su vida.
No sabe a donde ni con quien. No ahora que es un puto y paranoico asesino.

Corán y Akira vuelven el silencio al local.

La vía no se ha roto por una navaja y un crío que ha entrado.
La vía se ha roto por educación a La hora de entrar a una habitación.
La vía se ha roto por culpa de una aguja y una mano temblorosa con la malicia y sadismo de unos galras.

Corán llega al local con una cara sería y larga. Tiene sangre en los nudillos.

-Corán. -Hachiko sale por la puerta y mira al hombre pelirrojo. -¿Qué pasa?

Akira entra por la puerta. Leandro está en el sofá, viendo la tele. Cambia el canal rápido.

-¡¡No estaba viendo por...!! - Akira no parece darle una mínima importancia. -¿Aki? -el moreno se levanta. Coge su muñeca y le frena.

-¿Corán, que es esa sangre? - el hombre levanta la cabeza. Sus labios de mueven al mismo tiempo que los de un coreano pálido, débil y furioso en el interior.

-Es Adam...
Leandro niega. Akira rompe su sonrisa.
El moreno abre sus brazos y deja que el coreano se abrace a él más fuerte que nunca.

Shiro se queda mirando la nada.

-¿Sabéis quien... ha sido?... -Corán niega lentamente.

Mientras, en un piso del centro, lleno de grafitis y callejones, dos críos se abrazan, tratando de, tal vez, purifcarse y volver atrás.

Que esa noche solamente hubieran existido gemidos y no sangre.

No, al menos, la de Adam.

NEON TRAFFIC // Leakira!AU // Alternative Voltron FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora