8. Un nuevo comienzo en secreto

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G I S S E L L E

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G I S S E L L E

Pasó un mes y durante toda esa semana no vi a Timothée, solo lo observaba bajar a desayunar, comer y raramente cenar. Me preocupaba sentir que se estaba alejando de mí. Tal vez su tío lo había convencido de mantenerse distante, ya que había decidido dejar el castillo tras la mejoría del Rey. Todo había vuelto a la normalidad. Pronto sería mi cumpleaños, y mi madre decidió que ese día iríamos a visitar a mis abuelos.

— Dicen que ya no te han visto con el Príncipe — comentó Juliet. — ¿Salías con él?

— No, él solo es una buena persona, pero solo eso. Ahora no sé qué le ha pasado que desapareció.

— A decir verdad, puedo imaginarte formando una vida como Reina — ambas sonreímos —. Debo decirte que tengas cuidado con Melissa. Ella le ha contado a tu madre si has estado con el príncipe.

— Sí, lo noté la noche en que le dieron la bienvenida al príncipe. Tampoco es que ella me simpatice, pero hago lo que puedo.

— Me alegra que lo sepas. Deberías ir a verlo. Sé que tienes ganas de verlo. Yo te cubro. Es ahora o nunca.

— Gracias, Jully — caminé esperando no encontrarme con mi madre.

Su habitación estaba abierta y él no estaba allí. Bajé a la oficina del Rey, pero no lo encontré. Así que me dirigí a la biblioteca. Estaba sentado, pero no tenía ningún libro en la mano o sobre la mesa. Solo estaba él, parecía despertarse de un sueño.

— ¿Ahora la biblioteca se utiliza para dormir en lugar de leer? — Timothée volteó.

— Parece que te llamé con mi sueño

— ¿Estabas soñando conmigo? — él asintió —. ¿Qué tipo de sueño tenías? Debe haber sido interesante, algo lleno de aventura.

Parecía que Timothée se había sonrojado con mi comentario, así que me quedé en silencio, esperando a que él me contara lo que había soñado y qué papel desempeñaba yo en su sueño.

— Sí, fue interesante. Diría que muy interesante — asentí un poco confundida —. ¿Cuál es tu talla de vestido? Solo tengo curiosidad.

— No lo sé, tengo muchos de estos — él asintió —. Es parte del protocolo.

— Te queda bien. Te vez muy linda con el.

Intenté fingir que no me importaba su opinión sobre cómo me veía con el vestido, aunque en realidad eso me hacía feliz.

— ¿Por qué has estado desaparecido? — pregunté, añadiendo un toque de curiosidad en mi voz.

— Estaba pensando en algo cuando mi tío se acercó hace casi una semana. Él me propuso algo para evitar el deber de heredar la corona en caso de que algo le sucediera a mi padre.

— ¿Qué tipo de propuesta?

— Una que me alejaría de todo esto, me permitiría vivir mi vida como quisiera, sin preocupaciones, incluso... estar con alguien que eligiera. Solo tenía que decirle a mi padre que no estaba preparado, que lo mejor sería que mi tío heredara la corona.

— Eso es inaceptable.

— ¿Por qué?

— La tradición dicta que la corona del Rey pase al hijo del Rey.

— No quiero ser el Rey, todos aquí lo saben, tú lo sabes.

— Claro que lo sé, pero tampoco puedes dejárselo a tu tío. Sé que te gusta ir a fiestas, estar con muchas chicas, salir, pero no es posible, al menos no para ti.

— Solo mírame, no estoy capacitado para ser Rey. ¿Quién confiaría en mí?

— Yo lo haría, tu padre lo hace, tu madre, mi madre confía en ti, y todo un pueblo confía en ti.

— ¿En serio lo haces?

— Por supuesto que sí, eres importante para mí y nunca te mentiría en algo así —asintió—. Sé que al principio será difícil, pero todos estarán a tu lado, yo estaré a tu lado.

— Timothée... pero ¿qué haces con esa? —dijo Angeline, la prima de Timothée, al entrar a la biblioteca.

— Solo estaba conversando con Gisselle, ese es su nombre, por si no lo sabías.

— No me importa saber su nombre, ahora sal de aquí —ordenó—. Te dije que te salieras de aquí —comenzó a jalonearla del brazo.

— Angeline —intervino Timothée.

— ¿Qué está pasando aquí? —intervino su tío—. ¿Por qué le has gritado a mi hija? —dijo apartando a Timothée y empezando a ofenderme—. ELLOS NO SON COMO TÚ, TÚ NO ERES NADIE.

— ALÉJATE DE ELLA —reconocí esa voz, era la de mi madre.

— ¿Con qué derecho... Jazmín? —mi madre acercó a mí.

— Ve a la habitación y no salgas hasta que yo te lo diga —asentí y me fui de allí, seguido por Timothée.

No oí más, pero escuché a Henry llamando a mi madre por su nombre. Me apresuré a llegar a la habitación que estaba detrás de las cocinas, donde también dormían los empleados. La forma en que me habían gritado, me habían humillado delante de su hija, me llenó de enojo.

— Gisselle —al girar, me encontré en un abrazo con Timothée,— lamento mucho todo esto.

— Eres la persona indicada para ser el Rey, no tu tío — lo miré intensamente,— gracias por intentar protegerme.

— Haría cualquier cosa por ti —asintió ella,— antes de que ocurra algo, Gisselle, debo confesarte algo.

— No estaré aquí en mi cumpleaños, mi madre solicitó un descanso y el rey se lo concedió. Nos iremos por una semana, visitaré a mi familia. Partiremos mañana temprano y regresaremos hasta Año Nuevo, exactamente el 2 de enero. Intenté decírtelo, pero desapareciste durante una semana.

— Tu regalo...

— No quiero recibir regalos. No deseo que mi madre me diga nada.

— Lo dejaré detrás de los platos de cristal, justo allí — entendí.

— Nos volveremos a ver hasta el próximo año -ambos soltamos una pequeña risa.

— Gisselle... —tomó mi rostro entre mis manos lo que me hizo palidecer, mientras mi corazón se aceleraba,— debemos intentarlo —susurro y nuestros labios se unieron.

Exactamente lo que Glass me había dicho y repetido que no hiciera durante todos estos meses, ahora lo estaba llevando a cabo. Mis labios se encontraban ahora fundidos con los de Timothée, pero mi torpeza parecía evidente ante su presencia. La única vez que había besado fue a la pared cuando tenía 11 años. Pero esta vez, por primera vez en mi vida, no me guié por el instinto, sino por mi corazón.En ese momento, solo mi corazón dictaba las órdenes. En ese momento, era mi corazón quien dictaba las órdenes, quien se entregaba sin reservas a Timothée.

ᴋɪɴɢ ɪ | ᴛɪᴍᴏᴛʜÉᴇ ᴄʜᴀʟᴀᴍᴇᴛ - VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora