2. La reunión con Timothée

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Habían pasado unas horas y Gisselle se encontraba preparando la pasta

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Habían pasado unas horas y Gisselle se encontraba preparando la pasta. "No es por presumir, pero madre mía, qué bien me queda. De hecho, es lo único que me sale demasiado bien", pensó para sí misma con una sonrisa.

Agregó un poco de sal y se concentró en la siguiente tarea: añadir una medida exacta de salsa a la carne. "Tú puedes", se animó mientras agarraba el frasco. "Un poco más... un poco más...", se acercó cada vez más, hasta que...

— ¡Ha regresado! — entraron gritando justo en el momento en que Gisselle había añadido la carne con más picante que en toda Noruega,— ¡El príncipe ha regresado!

Gisselle dejó caer el frasco de salsa al oír la noticia. Un escalofrío de emoción recorrió su cuerpo.

Timothée, su amigo de infancia, el único con quien compartió momentos de alegría en el castillo, finalmente había regresado. La idea de volver a verlo después de tantos años llenó su corazón de felicidad y expectativa.

— ¿Timothée ha regresado? —sonrió, emocionada— Debo ir a verlo.

La noticia llenó a Gisselle de emoción y alegría. Su corazón latía rápidamente mientras imaginaba el regreso de Timothée. Sin embargo, su entusiasmo se vio interrumpido por Glass, quien se interpuso en su camino.

— No vas a salir, has arruinado la cena, y el rey no quiere que te acerques al príncipe. Vuelve allí, consigue carne y haz algo con ella —Gisselle asintió de mala gana y se dirigió a la cocina—.

Mientras cortaba la carne con una mezcla de frustración y anticipación, Gisselle se perdía en sus pensamientos. Después de una década separados, Timothée estaba de vuelta en el castillo.

Después de diez largos años, Timothée había regresado y Gisselle anhelaba desesperadamente verlo. Se preguntaba cómo habría crecido, si seguiría teniendo su peculiar gusto por los pasteles de chocolate y si habría aprendido nuevos idiomas.

La emoción se apoderaba de Gisselle. Sentía mariposas en el estómago y una chispa de esperanza en su corazón.

Timothée era su confidente, su cómplice, su amigo más querido. A pesar de las circunstancias y la desigualdad que existía entre ellos, siempre encontraban un lugar donde eran libres y, por un instante, Gisselle se permitió soñar con un futuro en el que ella y Timothée seguirían siendo compañeros inseparables

¡Qué amargado era ese hombre!

Gisselle lo pensó mientras observaba cómo Melissa, la nueva sirvienta, entraba nerviosa en la cocina.

— El Rey ha pedido café y el príncipe jugo de naranja —dijo Melissa, visiblemente preocupada.

Gisselle reaccionó de inmediato: — Yo lo llevo. Tú siéntate, estás muy pálida.

Melissa asintió agradecida, permitiéndole a Gisselle tomar el control de la situación. Gisselle tomó una bandeja de metal plateada, colocó la taza de café y el vaso de jugo de naranja, y salió decidida de la cocina.

ᴋɪɴɢ ɪ | ᴛɪᴍᴏᴛʜÉᴇ ᴄʜᴀʟᴀᴍᴇᴛ - VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora