Vlas no. 7

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La vida continúa como debe continuar. Stephan ha regresado a casa, casi como una celebridad pues todos se han enterado de que trabajó para los emperadores. Aparentemente Chona se lo contó a otra cocinera en el mercado, ésta se la contó a otra, ésta se lo contó a un ama de llaves, ésta se lo contó a su patrona y ésta se encargó de que todos se enteraran. Ahora Stephan recibe más saludos por las calles, más encargos musicales, más contratos y más regalos que antes. Un par de antiguos amantes se han atrevido a volver a tocar su puerta pero han sido desairados de nuevo. Pero no sólo ha recibido gracias y bendiciones, pues no es secreto que los franceses imperialistas no son del todo bienvenidos.

-"Pinche franchute joto"

Es una de las frases que más se escuchan a su paso por la plaza; a nadie le importa si llegó antes, igual o después que el ejército y los emperadores, Stephan es francés y, por lo tanto, el enemigo; así que los incidentes negativos tampoco se han hecho esperar.

-¡Ay! ¡'Ta fría, Chona! - grita Ramiro mientras recibe un chorro de agua en el patio.

Es finales de octubre. Ramiro está empapado y desnudo a mitad del patio mientras Chona le vierte encima agua desde un cántaro; a un lado está Magda, la empleada de dieciséis años que ayuda con la limpieza de la casa -delgada, de piel bronceada, cabello castaño y brillantes ojos verdes- con una estopa embarrada con jabón y tomate. Tanto Chona como Magda visten el clásico traje popoloca.

-Pus is qui no hay liña pa' calintar – replica Chona – voy por má a'ua, usté talléle bien pa' qui si li quiti la piste al ninio.

-Ay Chona, yo creo que ni hundiéndolo en todo el perfume del señorito que le mandan de las Francias se le va a quitar – dice Magda mientras frota la estopa en el cuello del pobre Ramiro que se retuerce de frío.

-De Francia – dice doña Angélica que observa estoica desde los escalones de la puerta trasera con su impecable vestido negro que sólo deja ver su cabeza y sus manos– sólo hay una Francia, Magdalena.

Mientras Chona rellena el cántaro con el agua en un barril junto al corral de las gallinas, Stephan aparece en el umbral junto a Angélica.

-¿Qué sucede? - pregunta.

-Están dándole un baño a Ramiro – responde Angélica.

-¿Y por que aquí? - pregunta extrañado Stephan, pues Ramiro tiene su propio baño.

-Pus pa' no apestar la casa – responde Magda mientras talla con fuerza la espalda del adolescente.

-"Pues para", Magdalena - corrige Angélica y Magda hace una mueca.

-¿Apestar? ¿Qué pasó? - pregunta Stephan confundido - ¿Volvió a atacarlo un zorrillo?

-No-o – responde Ramiro tiritando – unos chavales babosos me lanzaron huevos podridos.

-Y si no fuera por los soldados franceses ¡ay patrón! creo que lo hubieran agarrado a catorrazos – agrega Magda.

-¿Por qué harían eso? - pregunta Stephan - ¿Qué les hiciste?

-¡Yo nada! - se defiende Ramiro mientras Magda le levanta el brazo para tallarle la axila derecha – Sólo lo hicieron porque trabajo pa' usté.

Stephan hace un gesto que combina molestia con ternura y suelta un suspiro de impotencia.

-"Para usted" - corrige de nuevo Angélica.

-Doña Angélica ¿Por qué a la Chona no la corrige? ¿eh? - pregunta bruscamente Magda – si ella habla pior que nosotros.

-"Peor" - replica Angélica.

-Is qui yo hablo mijor hasta qui la mamá Carlota – dice Chona regresando con el cántaro lleno y provocando que todos rían, a excepción de doña Angélica.

Íntimo SecretoWhere stories live. Discover now