Interludio no. 2

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La actividad matutina ha comenzado en la quinta "Mariana", sirvientes están yendo y viniendo para tener todo listo para el desayuno. Lord Leopold camina por su casa y golpea quedamente una puerta antes de girar el cerrojo.

-Bonjour.May I come in? – pregunta.

-Por supuesto – responde Carlota.

La emperatriz está siendo vestida por su doncella personal, Mathilde; la reacción relajada de ambas con la presencia del "hombre" en la habitación demuestra que no es la primera vez que la situación se da, pues Leopold siempre ha tenido aquella costumbre. Con un gesto de la cabeza el lord le da a entender a Mathilde que debe retirarse y ésta obedece sin chistar. Leopold camina directamente hasta la espalda de Carlota y continúa con el trabajo que Mathilde dejó; con movimientos que demuestran experiencia, Leopold ajusta con maestría el corsé de la emperatriz.

-¿Cómo dormiste? -pregunta el inglés en español.

-Excelente, mejor que otras noches – responde Carlota.

-Me alegra, temía que el "fresco" pudiera perturbarte.

-A mí no me molesta, es Max quién se queja por el frío como si él viniera de un lugar cálido.

Ambos dejan salir risas discretas. Leopold comienza a atar el nudo del corsé.

-Espera, apriétalo más– dice Carlota.

-Así está bien –responde Leopold.

-Apriétalo – repite la mujer.

Leopold duda pero procede a deshacer el nudo y comienza a jalar los cordones desde el inicio hasta que, de un tirón, el corsé se cierra más y Carlota deja salir un casi inaudible quejido.

-¿Lo ves? Vas a lastimarte las costillas...

-Así está bien.

-Voy a soltarle...

-Así está bien –repite terminantemente la mujer.

Leopold desearía no hacerle caso pero, por muy su prima que sea, no deja de ser la emperatriz. "Seas quién seas, tienes que obedecer" es algo que todos le han dejado claro desde siempre, especialmente Franz Joseph y al lord no le queda más que atar el corsé. Leopold camina hacia la cama de dónde toma la crinolina que coloca en el suelo en un círculo perfecto, Carlota se para en el agujero del centro y él sube la crinolina hasta su cintura, dónde procede a atarla. Luego toma el vestido que también está sobre la cama.

-Levanta los brazos, por favor – pide el inglés y Carlota obedece.

Antes de colocar el vestido, Leopold se detiene al notar algo.

-¿Qué es eso? –pregunta el lord.

-¿Qué?

-Esto – Leopold ya está junto a Carlota y señala unos moretones en la parte superior de los antebrazos de la mujer.

-No es nada – responde la emperatriz, intentando ocultarlos.

-¿Nada? ¿Te has estado lastimando de nuevo?

-El vestido de ayer me los hizo – responde Carlota quitándole importancia.

-¿El vestido?

-Sí, el vestido.

-¿Qué clase de vestido deja ese tipo de marcas? Eso claramente son pellizcos y ambos sabemos que no es la primera vez que los tienes.

-No es nada, el vestido me los hizo.

Leopold camina hacia el baúl dónde sabe que guardan la ropa sucia y saca de él un fino pañuelo de encaje.

-¿Qué haces? –pregunta Carlota, siguiéndolo con la mirada.

Íntimo SecretoWhere stories live. Discover now