La noche va cayendo tranquila y la escena es digna de un retrato: Stephan revisa sus composiciones sentado en su gran sillón color rojo, en el suelo Ramiro lee una novela de aventuras, en otro sillón para dos personas están Magda y doña Angélica, la primera está leyendo su folletín mientras el ama de llaves están concentrada en un bordado; todos pueden sentir el aroma de la cena que está siendo preparada por Chona en la cocina. Alguien toca a la puerta y todos, en perfecta sincronía, levantan la cabeza hacia el pasillo que da a la puerta;les llama la atención que quién sea que llama no tocó la campana sino que golpeó directamente la superficie de madera. Todos ven cruzar a José con dirección a la puerta y escuchan el sonido de ésta al abrirse; antes de que el mayordomo pueda anunciar al inesperado visitante, éste se hace presente en la sala. Lord Leopold aparece en el umbral y para sorpresa de todos – especialmente de Stephan – no lleva puesto alguno de sus clásicos trajes negros victorianos sino solamente el pantalón y sus botines negros, arriba lleva una camisa blanca de chinaco sin corbatín pero sí con un paliacate y con los dos primeros botones desabrochados, eso sí,lleva puesto su sobrero de copa y el cabello en una trenza.
-Buenas noches, don Leopoldo – dice doña Angélica poniéndose de pie.
-Hallo, Stephan! –dice el lord ignorando por completo al ama de llaves.
-Hola – dice Stephan poniéndose de pie -¿Qué te trae por aquí?
-Tú, por supuesto –responde el inglés.
Antes de que Stephan pueda siquiera reaccionar, Leopold camina a grandes zancadas hacia él y le planta un rápido pero fuerte beso en los labios. Unos respingos de sorpresa se escuchan por toda la sala.
-Ammm... doña Angélica– comienza a decir el francés.
-Sí, sí, claro – dice la mujer aunque no le han dicho nada – vamos muchachos, dejemos a monsieur Valois con su invitado.
Magda sale casi corriendo y Ramiro en reversa lentamente con los ojos como platos, hasta que doña Angélica lo jala de la camisa para sacarlo.
-Creí que estabas en la Ciudad de México – dice Stephan a su visitante.
-Lo estaba pero vine a arreglar unos asuntos – Stephan no puede evitar notar que Leopold se ve un poco más "alegre" de lo normal.
-De acuerdo...
-Toma tu saco, vamos a una fiesta – suelta de repente el inglés.
-¿Disculpa? – pregunta Stephan.
-Vamos a una fiesta.
-Ammm... - Stephan se sorprende de tan espontanea "invitación" – ¿una fiesta?
-Sí, una fiesta, vamos –dice Leopold mientras se dirige a la puerta.
-Espera- Leopold se detiene – no estoy vestido apropiadamente para una fiesta y... no sé si te has dado cuenta pero tú tampoco - dice Stephan, sumamente extrañado.
-¡Eso no importa! –insiste Leopold acercándose de nuevo hacia él con velocidad – el vestuario no es importante.
-Me temo que te equivocas, te recuerdo que el emperador, que es tu primo – recalca Stephan pues pareciera que Leopold está algo perdido- tiene un estricto código de vestimenta...
-Oh, nein, nein, nein– dice Leopold mientras acomoda el cuello de la camisa de Stephan – esta no es una fiesta oficial ni nada, es otro tipo de fiesta.
-¿Qué tipo de fiesta?
-Es ¿cómo te lo explico?... Es a lo que en Viena y Berlín llamamos ein partei für Männer.
YOU ARE READING
Íntimo Secreto
RomanceHistoria de un insólito romance durante el Segundo Imperio Mexicano.