Cap. 1: Malditos tiempos

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Cap. 1: Malditos tiempos

A lo largo de mi vida, los aromas habían sido parte fundamental de mis recuerdos y esta vez no fue la excepción; jamás olvidaré el aroma a cigarro inundando no sólo las paredes de la habitación, sino de todo el departamento; el edificio y las calles. Un horroroso olor a cigarro inundaba todo lo que sería mi nuevo hogar y sin embargo no había marcha atrás... había hecho el pago de la renta y el depósito, la mudanza ya estaba hecha, no tenía un lugar a donde volver y por supuesto, no me movería de ese sitio en algunos meses.

Si pienso detenidamente en aquella primera noche en "Mi nuevo hogar" no puedo dejar de pensar en lo incomodo que es dormir en el suelo alfombrado, una de las decisiones más "importantes" de mi vida había sido de improviso, por una corazonada. No imaginaba que mudarse iba más allá de solvencia económica y un buen lugar para vivir, había olvidado que, en primer lugar, era pésimo en la cocina, que no tenía muebles ni electrodomésticos, ni cama, ni un ahorro para los gastos que llegaron de pronto a mi vida.

Aquella primera noche recostado en el suelo, todo me daba vueltas, tenía los ojos llenos de lágrimas y unas enormes ganas de estar nuevamente entre mis sábanas, llegando del trabajo y preguntar a mi madre "¿Qué harás de cenar?"

Me pregunté una y otra vez el motivo por el que había decidido dejarlo todo y a mi mente sólo llegaban nuestra platica de "aquel día". Cuando todo inició.

.*.

— Alex, yo creo que algo no está bien. — Tres de la tarde y el frío empezaba a torturarle. Mathew se empeñaba en no despegar sus dedos helados de la taza de café late, a través del cristal miraba el semáforo cambiar una y otra vez, el aroma a tierra mojada estaba muy presente aún dentro de la cafetería, pero ese tipo de detalles eran hechos anclajes sólo en situaciones especiales.

— ¿Por qué? —

— Pues ha ido a varios doctores, pero nadie dice nada, — Mathew retiró sus dedos de la taza para explicar con sus manos tamaños y formas. — le han dado tantos diagnósticos, le notó cansada.

— Y ¿han pensado en Sarcoma? — Alex lanzó la pregunta con aquel tono profesional que siempre tenía cuando intentaba demostrar que su experiencia y conocimientos eran enormes, sin embargo, dejaba muy claro que la empatía no era lo suyo, había soltado aquella opinión sin tacto, y peor aún, no había notado que con aquellas palabras Mathew se rompía por dentro, pedacito a pedacito.

— Ellos no sé, yo sí lo había pensado... los síntomas son... muy similares a los de la madre de una conocida. — Su voz era baja para evitar que se notara quebradiza y para recuperar el aliento simplemente aspiró por la boca y sopló en su taza para orillar la espuma que aún estaba en su café — ¿Ya es hora de irnos?

— Sí. — Ambos buscaron con la mirada a la mesera para pedir la cuenta y sin más, salieron después de pagar. Alex era una persona concreta, dio aún más opiniones mientras caminaban hacía su auto, quitó la alarma y entró esperando que Mathew hiciera lo mismo, en completo silencio se acomodaron dentro del auto y fue Alex quién rompió la distancia al inclinarse un poco para besar la mejilla del más joven. — ¿Aún tenemos algo de tiempo?

— No. — Le sonrió con ternura, tomó entre sus manos el rostro de Alex y le besó suavemente. — Tenemos junta a las tres y media, estamos apenas con tiempo para llegar a la oficina.

Alex bufó ante la respuesta, había olvidado por completo que aún tenía que revisar algunos detalles con la presentación de la junta y ahora además se había quedado con ganas de intimar un poco. Sin más, encendió el auto y lo puso en marcha hacia la oficina, ninguno de los dos dijo nada, Mathew bajó primero y Alex tardó un poco más al estacionar el auto, pero al final, terminaban entrando los dos juntos, no era para nada extraño que ellos comieran juntos, eran literalmente los únicos jóvenes en la oficina así que su camaradería o compañerismo no pasaba como antinatural para nadie.

— Mathew, avisa a Robert que me envíe la presentación finalizada y decidan quién de los dos entrará para llevar la minuta. Nos vemos a la salida. — Mathew le sonrió e hizo un gesto cómplice, sabía que esas palabras significaban literalmente que le dijera a Robert que entrara a la junta con Mathew y él, podía tener toda la tarde libre para holgazanear un poco.

Con su rostro bonito y el castaño cabello revuelto, Mathew entró a la oficina que compartía con su compañero y pronunció todos aquellos recados que el "jefe" había soltado y sin más, terminó sentándose frente a su computador, buscando los pronósticos más alentadores para el diagnóstico de "Sarcoma".

Un sarcoma se considera en etapa IV cuando se ha propagado a lugares distantes (M1).

Los sarcomas en etapa IV pueden curarse muy pocas veces. Pero puede que algunos pacientes sean curados si el tumor principal y todas las metástasis (áreas de propagación del cáncer) pueden extraerse mediante cirugía. En el caso de los pacientes cuyos tumores primarios y sus metástasis no se pueden extirpar completamente mediante cirugía, a menudo se administra radioterapia y/o la quimioterapia para aliviar los síntomas.

Fue obvio que aquella tarde no esperó a Alex para que le llevara a casa.

Apenas el reloj dio las cinco de la tarde, tomó sus cosas, apagó su equipo y dejó un mensaje de despedida tanto para su compañero como su jefe. Salió de la oficina, evitó el bus y en su lugar tomó un taxi hasta la estación del metro, en el mar de gente evitó pensar en su plática con Alex, se puso sus audífonos y se dejó guiar por el paso de otros, hasta llegar a su casa y con el buen humor de siempre, preguntó a su madre qué habría de cenar.

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|¤°.¸¸. ·'¯'» Doki Amare Peccavi «'¯'·. ¸¸. °¤|

Hombre bajo la lluvia |BL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora