Preludio I

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Preludio I

— Solo no esperes mucho de mí.

¿Cómo podía responder mi cuerpo de aquella forma? ¿Cómo después de aquellas palabras? Mathew rozó con la yema de sus dedos, sobre mi cremallera y el zíper bajaba. Sus dedos fríos en mi miembro descubierto.

Que forma de encenderme, en aquella pequeña colina, uno sobre el otro y la razón que se derritió por el calor de nuestro cuerpo.

— Si sólo supiera...

Al final, dejé toda aquella tensión de mi cuerpo, con la cabeza sobre el pasto y la tierra, sin que nada preocupara, si había amor o no. ¿Qué más daba? Si había futuro o no ¿Qué podíamos hacer? La nostalgia crónica de Mathew la había contemplado por tanto tiempo y ahora empezaba a pensar que algo había de "contagioso" porque a pesar del calor del momento, cuando mi miembro ingresó por completo en su boca experta, sentí que algo de mi optimismo se enterraba en aquella pequeña colina.

Con mis manos busqué la cabeza de Mathew, su cabello despeinado se enredó en mis dedos y sabiendo que era algo que odiaba, terminé por enterrar mi miembro en su garganta, sentía la tibieza de su saliva envolviendo mi piel, mi glande se enterraba en su garganta y a pesar de un pequeño movimiento para ser liberado, le mantuve de aquella forma, hasta que exploté en su interior.

— ¡Mierda! — Chilló furioso, con los ojos llorosos, pero había demasiada pasión en su mirada. Estaba tremendamente caliente, así era siempre; de esa forma le deseaba, así le pienso. Sólo en palabras, nadie comprendería la extrema necesidad que teníamos el uno del otro. Nadie se complementó de aquella forma en nuestras vidas, en nuestros cuerpos, nuestras mentes lentas no habían podido sincronizarse, pero todo lo demás, lo que no se explica y no se siente, coexistía.

Nadie jamás sería como Mathew para mí, nadie era como yo para él.

Le recosté en la tierra y abrió inmediatamente sus piernas, mi mano en su cintura, mi cuerpo sobre el de él. Mi miembro flácido se restregaba en él, hasta que pudo revivirlo nuevamente. Nos besamos, cogimos de forma salvaje e hicimos el amor.

Y permanecimos, yo sobre él, hasta que nuestra respiración fue lenta. Yo lo miré a él, él desvió su mirada hacia el cielo.

La próxima vez que vengamos... acampemos, como cuando eras niño. — Me susurró, le miré extrañado, Mathew jamás pedía nada, al contrario, siempre había evitado los planes y los acuerdos. Era un bobo ante él, calentaron aquellas palabras mi cuerpo completo, pero no de una forma erótica. Asentí a su petición y después sonrió. ¿En qué pensaba? Tal vez en lo ridículo que sería que alguien se diera cuenta de que cogíamos en una colina, con las nalgas al aire, mientras familias completas levantaban su picnic metros más abajo.

— Tal vez. — Soñé con regresar con él, pero fue algo que no aseguré. Él estuvo de acuerdo con aquella respuesta. Abrazó mi cabeza a su pecho y por algunos minutos, estuve atrapado también entre sus piernas. — Mathew, suéltame... es hora de irnos.

Aceptó, besó mi cabeza y mordió mi barbilla antes de separarme, cada uno se vistió de pie y bajamos la colina, uno al lado del otro. Empezaba a hacer frío así que nos apresuramos a llegar a mi camioneta. Subió, pagué el estacionamiento y subí. Estuvo en silencio todo el viaje de regreso, y yo amenizaba al ritmo de Stuck on the puzzle.

— Este ha sido el mejor día de mi vida. — Estacioné frente al departamento, estaba oscura la calle y sólo iluminaba el alumbrado en la esquina. Le miré incrédulo y encogió los hombros, como si él mismo no supiera a qué se debía aquello.

¿Cómo el mejor día de su vida?

Se quitó el cinturón de seguridad y salió de la camioneta para abrir las rejas del estacionamiento, me esperaba recargado en la pared, pero demoré algunos minutos más.

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|¤°.¸¸. ·'¯'» Doki Amare Peccavi «'¯'·. ¸¸. °¤|

Hombre bajo la lluvia |BL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora