¿Dónde estás?

93 6 2
                                    

Existen días que son especiales, y otros que no. Otros en que las horas son interminables. 

Días malos. 

Días el los que quieres irte a dormir a casa, debajo de la manta de los cinco años que niegas usar. 

Esos días. 

Jin bufaba sin control entre los pasillos. Aún le quedaba una hora allí metido, acompañado por las paredes blancas. La mochila media abierta colgaba sobre su hombro, y llevaba el archivador entre sus manos, intentando cerrarlo a pesar de las hojas mal colocadas de su interior, que se quejaban y se resistían a ser arrugadas. Pero eso le importaba más bien poco. 

El día había ido tan lento que empezaba a dudar de verdad si en realidad no habían sido dos. Sus ojos estaban cansados, pero no se permitía cerrarlos. No quería darse de bruces contra cualquier columna y terminar peor la mañana. Sin pensárselo mucho, caminó con prisas hacia su última clase, que daba la desgracia que era historia. Y qué pena que fuera historia, porque él sí que pretendía atender en esa asignatura, no tanto por ella sino por el examen que tenía dos días después. 

Llegó a tiempo al aula 25, y no sabe si de alivio, cansancio, síntoma de muerte o lo qué, pero suspiró justo al poner un pie dentro. Y allí comenzó lo que sería una lucha por aguantar y seguir la clase. 

Y así, después de media hora, tuvo que pedir permiso para bajar al lavabo. 

Al parecer no durmió bien esa noche.

Llegó frente al espejo. Y su cara fue lo peor que pudo ver. Tenía marcas de cansancio, y no era de extrañar que se desmayara segundos después de intentar coger aire. 

...

-¡Silencio, por favor! ¡Silencio...! Bien, vamos a empezar las audiciones para la obra que se llevará a cabo este año en el instituto. Precisamos de vuestra...¡Por favor, silencio! Precisamos de vuestra colaboración para realizar todas y cada una de las audiciones. Los horarios están colgados en la puerta principal del salón de actos-Señaló el profesor-Por si surge alguna duda. Empezaremos en diez minutos con los sirvientes, y pasaremos lista. Luego daremos paso a las doncellas a las once. Sed puntuales, por favor. Todos vuestros profesores están avisados de esto ya. Cuando sea la hora, dejad las aulas y pasad dentro-Apartó la mirada de aquellos folios en sus manos y los observó por detrás del cristal de sus viejas gafas-Bien, dicho todo esto, concluye la reunión. Gracias a todos. 

Los asientos se fueron vaciando, hasta no quedar nadie allí dentro. Jae suspiró, agarró su carpeta y se encaminó hacia el escenario, donde ya estaban terminando de colocar el escenario para tener todos los detalles de la prueba. 

El peliblanco caminaba por los pasillos, regresando a su aula de matemáticas, con la mirada perdida. No sabía nada del castaño desde que canceló su cita ayer por mensaje. Y aunque no era exactamente una cita, no dejaba de ser una excusa para verle. Si al menos hubiera aclarado algo, no estaría tan preocupado. O tal vez sí, quién sabe cómo es la mente de retorcida, pero el caso es que de aquel mensaje no sacaba mucho. Lo recibió justo después de salir del instituto. Ahora no solo estaba nervioso por las pruebas, aunque fuera una estupidez.

Pero lo otro...

Revisaba cada rincón mientras caminaba, pero entre tantos alumnos, el castaño no se encontraba por allí. 

Y empezaba a preocuparse más. 

Sin ánimos, llegó hasta el aula número 5 y tiró del pomo, esperando que la puerta nunca llegase a abrirse


.


Caminaba con intranquilidad, entre toda la multitud. Según su reloj, faltaban dos minutos para que la clase de biología empezara y los alumnos de primero atascaban las escaleras, entre personas que subían y otras que bajaban. Algunos de cursos superiores intentaban pasar entre ellos, como era el caso del pelinegro, que se estaba empezando a poner más nervioso de lo debido. Ni podía moverse, ni podía parar el tiempo. Y uno o lo otro, pero no las dos al mismo tiempo. 

Cuando consiguió salir de tremendo lío, llegó al aula justo antes de que la puerta fuera cerrada. Suspiró y dirigió sus pies hacia su sitio en tercera fila. 

Y aunque la clase no le interesaba, esta vez no era por ello por lo que no prestaba atención. No había visto a Taehyung en la entrada, como siempre. Ni tampoco en el cambio de clase. Ni cuando "accidentalmente" recorrió todo el pasillo para ver si entraba en el aula correspondiente. 

Estaba pendiente del reloj colgado en la pared, para que sonara de una vez, y poder verificar si tenía razones para preocuparse de verdad o no. 

Aunque ya lo estuviera.  


.


Un desastre. Así era. Un desastre como el que más. 

Leyó tres veces las líneas que tenía escritas en la hoja de papel. Para lo poco que había escrito, tan mal estaba. Irritado, soltó un bufido largo que terminó con su cabeza encima de la mesa, con una sensación de cansancio mental. 

No tenía sentido, ni las cuatro frases mal escritas, ni que ni siquiera pudiera leer bien el enunciado del ejercicio. Las palabras en inglés se habían convertido en jeroglíficos del antiguo Egipto, imposibles de entender. 

Estaba preocupado. 

Por tres razones simples. Porque no había visto a Taehyung a primera hora, porque no lo había visto tampoco a segunda y porque ahora no estaba con él en inglés. 

Y así le iba. 

Entre suspiros, logró escribir algo más antes de que timbre sonara. Rápidamente, el pelirrojo recogió sus cosas y se largó de la clase, directo al único sitio donde podría estar metido. 


.


-¿El salón de teatro?

-Por allí-Le indicó un chico de último año-Todo recto, giras a la derecha y bajas las escaleras. La puerta azul. 

-Gracias.

Sonrió y siguió todas las indicaciones hasta, efectivamente, encontrar dicha puerta. Un papel solitario colgaba de ella. Lo observó bien. Eran los horarios. Buscó con el dedo algún tipo de información, pero le fue inútil. 

Jimin comenzaba a desesperarse de verdad. 

No lo encontraba por ninguna parte. Ni sabía nada de él. 

Cerró los ojos, intentando pensar. Pero estaba demasiado...

Preocupado. 

-¿Qué hacéis aquí?

Abrió los ojos. 

Cuando se giró, la figura de ciertos chicos le sorprendió. 

-¿Entonces tampoco lo habéis visto?-Hoseok se alteró-¿No sabéis nada?

Se miraron entre ellos. 

-¿Estamos...aquí por lo mismo?-Preguntó Jungkook, frunciendo el ceño. 

-¿Dónde está Tae?

Los dos chicos fijaron su mirada en el rubio. 


¿Dónde estás?





























Eres mi todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora