Capítulo trece: No quiero creerlo

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Mamà llego poco después, Billie y yo decidimos preparar algo para cenar las tres juntas; ensalada con trocitos de carne en salsa. Nos quedó delicioso. Fué divertido cocinar entre risas, besos y piropos, Billie es genial.

-Ya estoy en casa! -dijo mi madre abriendo la puerta.

-Hola mamá! -me acerqué a ella y le di un sonoro beso en la mejilla. -Bil, acércate.

Billie se acercó tímida.

-Así que tu eres Billie... vaya Alex, es muy guapa. -dijo mi madre, Billie se sonrojó.

-Gracias señora Miller, usted también lo es. -dijo la ojiazul con nervios.

-Llámame Alice, por favor. Vaya! -dijo mirando la mesa. -Veo que os la habeis apañado muy bien.

-Billie ha hecho bastante, sin su ayuda la carne no habria salido tan rica. -le dije sonriendole a Bil.

-Alex casi quema la salsa pero llegué a tiempo. -dijo, también me sonrió.

Mientras mi madre se daba un rápido baño, intenté calmar a Billie. La notaba bastante nerviosa y le dije que mi madre era muy sociable y agradable, no tenia por qué preocuparse.
Nos sentamos las tres en la mesa, yo junto a Billie y mi madre frente a nosotras.

-Bueno Billie, mi hija me ha dicho que eres nueva este año. ¿Cómo lo llebas? -preguntó Alice.

-Muy bien, han sido todos muy buenos conmigo y tengo un fantástico grupo de amigos. Son muy divertidos. -dijo llevándose un trozo de carne a la boca.

-Esos chicos son encantadores. -contestó mi madre. Se llevó las manos al cuello mientras ponia una mueca de dolor.

-¿Todo bien? ¿Te duele mucho? -le dije preocupada.

-Oh... no te preocupes, solo que hoy ha sido un dia duro. -me sonrió.

-Yo se dar muy buenos masajes, no me importaria relajarle un poco la zona cervical. -dijo Billie, mi madre sonrió.

-Vaya... que chica más agradable. Me gusta para ti, Alex. -dijo relajadamente. Billie me miró con los ojos abiertos y yo hice lo mismo.

-Mamá nosotras aún no somos... quiero decir que... -miré a Billie para que me ayudara.

-Alex quiere decir que aún no nos hemos pedido ser novias. -dijo por fin.

-Pues no sé a qué esperais, se os ve muy felices juntas. Y mi hija hacia tiempo que no sonreia así. -dijo mirándome con ternura, entrelacé mi mano con la de Billie por debajo de la mesa.

La cena transcurrió tranquila y agradable, y mi madre agradeció mucho a Billie por el masaje, le habia calmado un poco el dolor. Insistí en acompañar a Billie a su casa con mi moto, me costó convencerla pero aceptó.
Ya habiamos llegado a la puerta de su casa, se quitó el casco y me lo dió, lo guardé en el asiento.

Se acercó a mi con una sonrisa en sus labios, desabrochó el enganche de mi casco y me lo quitó dejandolo en el manillar.
Su sonrisa augmentó cuando le sonreí estúpidamente mientras la acercaba a mi rodeándola por la cintura.

-Ve con cuidado, enviame un mensaje cuando llegues, ¿ok? -me dijo poniendo sus manos en mis mejillas.

-Lo haré, hasta mañana hermosa. -me acerqué más a ella y nos dimos un tierno y dulce beso de despedida.

-Te quiero. -me dijo cerca de mis labios.

-Yo también te quiero, Bil. -contesté. Volvimos a besarnos y con una sonrisa se fué al interior de la casa, dejándome a mi en las nuves mientras estaba sentada en mi moto. Ash... esta mujer...
Recordé el mensaje de Kane, iba a ser una noche larga...

Llegué a mi casa, enviándole un buenas noches a Billie a lo que ella me respondió lo mismo. Mi madre dormia en el sofá.

-Mamá. -susurré. -Mami, vamos. Te llebaré a la cama.

Abrió sus ojos y con pasos lentos y cansados la acompañé a la habitación, la arropé como ella hacia cuando yo era pequeña y le dí un beso en la frente.

-Buenas noches mamá. -le dije saliendo por la puerta.

-Buenas noches cariño. -logré escuchar casi en un susurro.

Pasé dos horas bebiendo redbull y calentando motores, si nos habia dado dos semanas de "vacaciones" era por algo, y seguro que no era tan fácil.
Caminé mientras fumaba un cigarrillo hasta el garage de Kane, entré y allí ya estaba Oscan y Alex.

-Ya estamos todos. -dijo Kane. -A ver muchachos, hoy no teneis que robar nada de valor, osea sí pero no dinero ni joyas. -todos miramos extrañados. -Os pagaré 2.000 a cada uno si esto sale bien.

Escuchamos atentamente el plan y nos enseñó los planos de la casa. Era pequeña, sin alarma. El problema era que la única entrada era la chimenea. Por suerte cabíamos por lo justo. Debiamos buscar en cualquier sitio escondido o no, un pendrive de color dorado de 10Gb. Traerlo sano y salvo a Kane y se acabó. Bastante importante era su contenido para que Kane nos mandara a robar eso y no algo de valor, pero no pusimos pegas.

Me puse mi traje, me até el chaleco y las rodilleras y subimos al coche de uno de los hombres de Kane. Era bastante viejo y arrugado, gastado por el tiempo y la mala vida. Su cuerpo estaba tatuado y tenia una cicatriz en la cara que atravesaba su ceja y su mejilla. Era intimidante. El camino fué silencioso y nos dejó a dos cuadras de la casa.

-Como algo salga mal os la vais a ver conmigo. -dijo con su voz gruesa y rasposa.

Asentimos y nos pusimos las máscaras.
Corrimos silenciosamente hacia la casa número 43, trepanos sigilosamente por el tejado y atamos establemente una gruesa cuerda.
Anton la lanzó poco a poco al interior.

-¿Quién hace los honores? -susurró.

-Yo mismo. -dijo Óscar.

Bajo con cuidado y nos dió la señal con la cuerda, bajé segunda y le di la señal a Anton. Cuando bajamos los tres, nos dimos cuenta que ya no íbamos de negro, sino que estábamos totalmente grises por las cenizas de la chimenea.

-Genial. -dijo Anton.

Mi corazón se aceleró, como siempre cuando estaba en un robo. Ya notaba esa extraña adrenalina recorrer mi cuerpo, pero sabia como controlarla y actuar con delicadeza y suavidez. Buscamos por el salón, luego cada uno fué a una habitación y a mi me tocó una donde habia un hombre bastante mayor durmiendo. Observé detenidamente, no sabia dónde podia estar.
Busqué en el armario, en las cajoneras, en todos lados y nada.
Tube una arriesgada idea, me metí bajo la cama y encendí la linterna de mi bolsillo. Miré entre los pliegues y la madera.
Adentré mi mano peligrosamente al fondo de una tabla corriendo el riesgo de que notara mi tacto bajo el colchón, pues no era para nada grueso y... ¡bingo! Un pendrive dorado y brillante se encontraba en mi mano. Apagué la linterna y salí a rastras de la cama, escuché como se movia algo en la cama y me asusté ahogando un grito.
Solo se habia movido. Mis compañeros estaban entretenidos aún buscando y tenia un ordenador encendido en el salón, la curiosidad de por qué aquello era tan importante pudo conmigo y coloqué el pen en la torre del ordenador. Bajé el volumen cuando vi que era un video, solo uno.

En el pié del video podia leerse: "21 de noviembre de 2001."

Di doble click y apareció la imagen en blanco y negro vista desde un edificio alto, le di al zoom y un hombre pasó por esa calle corriendo a toda prisa, giró su cabeza hacia atrás y enfoqué un poco y... espera.
Ese hombre estaba segura de que era el que nos trajo aquí en el coche.

Y no quise creer lo que vi en sus brazos.

When you opened your eyes | Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora