Capítulo diecisiete: Justicia

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El día del plan llegó rápido, me encontraba con mi madre y Billie cenando en casa.

-Cariño tienes que comer algo. -me dijo mi madre.

-No tengo mucha hambre. -dije. La verdad es que estaba muy nerviosa y cuando me sentia así se me cerraba el estómago.

-Hazlo por mi, almenos prueba el plato. -dijo mi novia.

-Esta bien. -contesté, no podia negarme a esos ojazos.

Cuando acabamos de cenar mi madre nos dijo que nos dejaria a solas hasta las doce, que ella me esperaria despierta para desearme suerte.
No me lo decia, pero ella también tenia miedo de lo que pudiera pasar, se lo demostró el que ese hombre matara a mis padres y me dejaran a mi siendo un bebé en su puerta. Cada día agradecia que esa puerta fuera la de Alice Miller, no me pudo haver tocado nadie mejor.

Ahora me encontraba recostada en el pecho de Billie, mientras acariciaba su abdomen y ella jugaba con mi pelo.

-Te esperaré aquí, no podré dormir hasta que vuelvas. Así que tienes que volver, por favor. -me dijo con un tono preocupado.

-Volvería contigo sea en la situación que sea, créeme. No quiero separarme de ti nunca. -le dije dejando un beso en su cuello y inhalando su dulce aroma.

-Sé que tendreis la ayuda de Frank pero aún así estoy asustada. Pero confio en ti, eres fuerte y rápida. -me dijo besando mi cabeza.

Me apoyé en mi codo y la miré a los ojos. Estubimos varios minutos mirándonos, sin necesidad de decir ninguna palabra.
Recordé la primera vez que la vi, durmiendo plácidamente en su cama, se veia tan relajada y tan adorable... Recordé cuando vi sus ojos por primera vez, mirándome, viendo por primera vez ese azul tan profundo. Podias perderte completamente en ellos y no tener ni idea de cómo salir de ahí.
Recuerdo nuestro primer beso, nuestra primera vez... Puede que recordara todo ahora porque tenia miedo yo también, miedo de que algo saliera mal.
Al rato de tener nuestras miradas conectadas Billie sonrió, mostrando sus adorables hoyuelos.

-No sonrias así, me dan ganas de besarte. -le dije sonriendo yo también.

-Bésame todas las veces que quieras. -me dijo enredando lentamente su mano en mi pelo.

Cuando noté su mano acariciar mi nuca de esa manera mi piel se herizó y de un impulso me acerqué a besarla mientras acariciaba su mejilla.
Choqué contra sus gruesos y suaves lavios, fundiéndonos en un beso lleno de amor. Nuestras lenguas bailaban, como en una canción lenta, se rozaban y se tocaban con dulzura. El sonido de su respiración y de nuestros lavios inundó mis oidos.
Cuando necesité respirar apoyé mi cabeza en su frente.

-Alex... -dijo en un susurro.

Abrí los ojos y me encontré con su mirada profunda.

-¿Si? -contesté.

-Estoy enamorada de ti. -dijo y sonrió, provocando que mil mariposas revolotearan en mi estómago y que mi corazón bombeara con mucha fuerza.

-Cariño... -acaricié su mejilla y metí un plateado mechón detrás de su oreja. -Espero que hayas descubierto que yo también lo estoy de ti, desde el primer día que te vi y sobretodo cuando te besé.

-Lo sabes demostrar muy bien. -me dió un tierno beso. -Nunca me habia enamorado de nadie.

-Yo tampoco, tu eres la primera y quiero que seas la última. -le dije acercándome a sus lavios.

-Me casaria contigo ahora mismo si me lo pidieras. -dijo sonriendo y acercándo más mi rostro para besarme.


Faltaban pocos minutos para la media noche, Billie y yo nos acercamos a la habitación de mi madre, que estaba viendo la televisión.

-Mamá, es la hora. -le dije. Se levantó y se acercó a abrazarme.

-Recuerda, no te pongas nerviosa y confia en ti como lo hacemos nosotras. -Antentí en su cuello. -Te quiero hija, muchisimo. -me dió un sonoro beso en la frente y la obligué a que se estirara en su cama. La arropé y le di un beso en la frente.

-Te quiero mamá.

Billie me acompañó hasta el garage, saqué mi moto y la arranqué.

-Ve y hazle justicia a tus padres, estoy segura que allá donde estén estan muy orgullosos de ti. -dijo abrazándome fuerte.

-También sé que les encantaria conocerte, y que te querrian casi tanto como yo. -acuné mis manos en sus mejillas y la miré. -Volveré en unas horas, lo prometo.

-Te amo Alex. -nos besamos sin prisas, saboreándonos tiernamente.

-Te amo, Bil. -me puse el casco y comencé a conducir decidida hacia el garage.

Anton estaba en la puerta fumando un cigarro, con su traje puesto, seguramente hoy tenia un robo.

-¿Lista? -dijo.

Asentí guardando mi casco y entramos al interior. Se me revolvió el estómago cuando vi al asesino de mis padres sonriéndome.

-Pero bueno, mira quién ha vuelto. -apareció Kane, sentándose en su sillón con un vaso de wisky.

-Sabe que le conviene quedarse por aquí. -dijo el hombre al que odiaba como nunca.

-Cuidado Socio, no vaya a ser que te deje inconsciente otra vez. -dijo Kane, quién comenzó a reir. El tal Socio puso una mueca terrorífica, como si estubiera luchando en su interior para no venir hacia mi y arrancarme la cabeza.

-Kane, quiero volver. -les dije simplemente. -Aprendí la lección, no os he delatado a la policía y necesito el dinero. Trabajar es un asco. -mentí.

-Bueno, pues Anton te va a explicar el trabajito de hoy. Si sale bien te reincorporamos. -dijo dándole un trago a su wisky. -Pero no pienses en volver a irte, no querria volver a enseñarte la lección. -sonrió maliciosamente.

Asentí y me dirigí a la parte de atrás para buscar el armario donde en teoria aún estaba mi traje. El Socio me paró poniendo su asquerosa mano en mi pecho, mirándome amenazarodamente.
Me solté de su agarre con un movimiento brusco de mi hombro y continué mi camino.
Mientras caminaba visualicé por varios segundos el interior de una de las habitaciones de la derecha, era el "despacho" de Kane.
Una mesa, una cama, varias estanterias... nada de caja fuerte. Tenia una ventana, debia saber a dónde salia esa ventana.
Miré hacia atrás y no vi nadie en el pasillo, así que entré y vi que la ventana daba a un callejón oscuro.
Dejé la ventana 3 milímetros abierta y salí de allí.
Por los pelos, Kane entró al pasillo justo cuando salí de ahí.

-Espavílate, no hay mucho tiempo. -dijo y cerró la puerta.

Me puse el traje de los robos y me dirigí con Anton.

-¿Hoy no está Óscar?-pregunté.

-Está en otro robatorio. Vamos, hoy tenemos que ir cerca. -dijo en voz alta para que Kane nos oyera. Salimos del garage.

-¿La has dejado abierta? -preguntó Anton susurrando. Asentí. -Genial, empecemos.

When you opened your eyes | Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora