Capítulo 3

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La multitud de personas casi nos llevaba a mí y a Dami, quien se había brindado a llevarme a mi salón antes de entrar a su clase de informática. El chico estaba estudiando diseño gráfico, y según él era muy bueno.
-Acá estamos. Curso de fotografía- dijo parándose delante de la puerta –Es bueno tener una fotógrafa en el equipo. Quizás puedas ayudarme con varios trabajos que tengo-
-Tal vez- dije sonriéndole –Gracias, Dami. Sos el mejor por traerme hasta acá-
-No fue nada- su ceño se frunció al ver hacia dentro del salón.
Miré yo también para toparme con un señor de mediana edad, canoso, parado frente a la clase ¿Es Manuel? No estoy segura…
-¿Ese es Manuel Izaguirre?- le pregunté al chico el cual negó con rapidez
-Quisiera ese imbécil ser Manuel. No, ese es Ignacio. Él imparte clase en el otro salón. Dice que es un artista, pero en realidad es solo un charlatán- dijo con el ceño fruncido
-Veo que no le tienes mucho aprecio ¿No?-
-La verdad es que no. Pero bueno, gracias a Dios no tengo que lidiar mucho con él-
-Espero que yo tampoco-
En eso el timbre sonó
-Mierda, llego tarde. Suerte, Florencia- dijo dándose media vuelta para irse.
Sonreía al verlo corriendo para llegar a tiempo, entonces recordé que yo también debía entrar a mi clase –Permiso-
-Oh, si pasa, querida. Estaba presentándome- dijo el hombre mientras tomaba asiento –Mi nombre es Ignacio Basile Córdoba, y hoy voy a cubrir a su profesor, el cual tuvo un inconveniente- Mierda.

La clase transcurrió, y tal y como me había dicho Dami, este tal Ignacio no era más que un charlatán. No decía nada coherente ni interesante, solo hablaba de él y de sus logros… menudo imbécil.
La clase duró más de media hora, y no pude contestar ni destacarme en casi nada. No porque no supiera el contenido, no, me lo sabía de sobra. Pero digamos que había como una barrera en forma de persona entre el profesor y loa demás estudiantes.
Aquella estirada rubia de la primera fila no dejaba que nadie más contestara excepto ella. La había visto por la mañana en el jardín, y de solo verla pude darme cuenta de que era una especie de reina entre los populares.
Así que me dedique a observar todo el lugar mientras ella hablaba sin parar. Mis compañeros de aula ni se veían tan mal, había un montón de chicos normales...
Estaban las dos amigas de la rubia, que más que amigas parecían sus lacayas. También habían un grupo de chicos al fondo que jugaban con retratarse uno a los otros, o  a las piernas de la hemo  que estaba sentada delante de ellos.
A mi lado estaba una de las solitarias de la mañana. La rubia, aquella que no despegaba su vista del libro.
Ahora estaba igual... Solo que no había libro. Su vista estaba ida, centrada más de lo necesario en la madera de la mesa.
¿Que le pasaba?? ¿Estaba triste o algo??
De pronto un papel cayó sobre mi mesa y lo mire extrañada. Al abrirlo la palabra "Puta", se hizo presente ante mis ojos. Estaba por protestar cuando un chiflido me hizo mirar al grupo de chicos.
-Ey, nueva. Eso es para la rara- susurró uno de los chicos.
Miré a la rubia que se había dado cuenta de todo y ahora tenía baja la cabeza. ¿Por qué le decían esas cosas??
Arrugué el papel y lo metí en mi mochila. De ninguna forma se lo haría llegar a ella.
El timbre sonó y todos se disponían a salir cuando el profesor habló de nuevo.
-Recuerden que tienen un trabajo para la semana que viene. Será en equipo de tres. Pueden escogerlo según les apetezca-
Me helé al oírlo.¿ Por preferencia?? No conocía a nadie... Aunque lo prefiero así.
Los chicos comenzaron a salir, y me volteé s mi lado, donde la solitaria comenzaba a guardar sus cosas. No dudé en acercarme... Si tenía que hacer un equipo creo que ella es la mejor opción que tengo.
-Ey, hola... Mi nombre es...-
-¿Me hablas a mí?- dijo confundida
-Eh... Sí. ¿Por qué no lo haría?- dije encogiéndome de hombros
-Se nota que eres nueva. Por acá casi nadie me habla- dijo recogiendo sus cosas
-Pues no entiendo por qué, no eres un bicho malo ni nada- dije haciéndola sonreír -Venía a preguntarte si querías ser mi pareja en el trabajo-
-¿Sí?- note la sorpresa en su voz -Vaya, ya había pensado que me tocaba hacer el trabajo sola- dijo aliviada
-¿Eso es un sí?-
-Eso es un por supuesto que sí. Mi nombre es Carla por cierto- dijo extendiendo su mano
-Florencia- me presenté correspondiendo a su saludo
-Un gusto, Flor-
-Solo nos falta una integrante del equipo-
-Nah, descuida por eso. Lolita seguro que se une. Ella también es un poco despojo social como yo- dijo con una sonrisa triste
-¿Por qué te tratan así?? ¿Los chicos??- pregunté curiosa. Ella no parecía el tipo de chica al cual uno le dice semejantes cosas
Ella me miró dudando -Es una larga historia, Flor. A lo mejor otro día te la cuento-
Y sin más terminó de recoger sus cosas y se fue.
Tomé mi bolso y me dispuse a salir cuando oí la voz del profesor llamándome.
-Florencia, acércate- dijo haciéndome gestos para que cumpliera su orden.
Al lado de él, se encontraba a rubia que no había callado en toda la clase. Al verme esta me lanzó una mirada asesina.
-Estrella, esta es la señorita Swan- dijo señalándola
-Lucía- se presentó la rubia
-Flor- hice lo mismo
-Quizás Lucía pueda ayudarte el trabajo. Es muy buena en esta clase-
-No lo dudo, profesor pero ya tengo compañeras de equipo- no dudé en decir
-¿Quién?? ¿La rara??- me sorprendió el tono despectivo que usó la princesita
La miré con el ceño fruncido. Odio a este tipo de personas
-Si te refieres a Carla. Sí, ella es mi compañera de equipo-
-Bueno, entonces todo perfecto- dijo Ignacio –Solo quería darte una mano. Lucía es una de las mejores de la clase-
-Estoy bien así- dije segura
-Mejor para mí- murmuró Lucía saliendo del lugar
-¿Qué pasa, Ignacio?- una voz masculina sonó a mis espaldas haciéndome pegar un brinco.
Al voltearme me topé con un hombre joven, quizás cinco o seis años solo mayor que yo. No era estudiante, su ropa elegante lo decía todo… ¿Quién era?
-Nada, Manuel. Acá hablando con tus alumnas- dijo Ignacio sonriéndole
-Ya te he dicho que de mis alumnas me ocupo yo- dijo serio ¿Era Manuel Izaguirre?
-De acuerdo. Solo trataba de ayudar-
-Gracias, pero yo me hago cargo-
-Como vos quieras- dijo Ignacio saliendo del salón, seguido por la rubia
Yo me quedé ahí, estática, viendo como aquel elegante joven sacaba unos folios de su maletín y los colocaba sobre el escritorio…
-¿Vos sos Florencia? ¿No?-
-¿Eh? Sí, soy yo- dije nerviosa
-Me lo imagine. Eres tal cual tu padre te describió- dijo con una sonrisa ¿Conoce a mi padre?
-¿Conoce a…?-
-¿Quién no conoce a Mario en el pueblo?- se adelantó a mi respuesta –Es un buen hombre, de grandes valores… y por lo que veo vos también sacaste esos valores-
-eh… gracias-
-Me gustó que eligieras a Carla de compañera. Ella necesita una amiga, y no sé por qué presiento que vos puedes ser esa persona- dijo sonriéndome sin dejar de acomodar sus papeles
-Lo espero, señor- dije dispuesta a irme, cuando vi como entre los papeles estaba uno de los carteles con el rostro de Brenda ¿Él también la buscaba?
-Era linda- comenté casi inconsciente
-Y no solo por fuera. Era una increíble persona-  asentí ante su comentario y me di la vuelta –Flor- llamó
-¿Sí?-
-Una última cosa… ten cuidado con Lucía... Ella puede ser un tanto... Dura. Por decirlo de alguna forma- me advirtió -Es mejor tenerla lejos-
-Lo tendré en cuenta- y tomando su consejo salí al pasillo.
El mar de personas de esta mañana seguía más agitado que nunca, pero en medio de la multitud me topé con una cara conocida.
-¿Ey, cómo te fue?- dijo Damián acercándose
-Bien. Solo tuve un problemita con Lucía- le informé sin darle importancia
-¿Con Lucía?? ¿Estás loca???- alarmado
-¿Qué que tiene?-
-Lucia y su novio Daniel son los dueños de este lugar. Si te llevas mal con ellos estás jodida-
-Pues estoy jodida, ya- reí ante el chico
-Siempre supe que eras una valiente- bromeó Damián haciéndome reír
-Exagerado-
-Che, te dejó que llegó tarde a otra clase-
-Ok, cerebrito. Ve-
Historia del arte, esa es mi próxima clase… revisé en el plan que tenía escrito en la libreta. Se suponía que el salón quedaba en el segundo piso así que me dispuse a caminar hasta las escaleras.
Ya casi llegaba cuando una cabellera roja me hizo detenerme. La miré con el ceño fruncido.
Se encontraba a menos de un metro de mí y pegaba algo en el mural… ¿El qué?... ¿Carteles? ¿Ella es la que los pone? ¿Acaso ella es la que ha llenado casi toda la ciudad con la cara de esta chica? ¿Pero por qué? ¿Acaso la conoce?
¿Qué era de ella?? ¿Su amiga?? ¿Su hermana?? No lo sabía bien pero sin duda era importante para ella... Era la única que seguía buscándola.
Estaba por acercarme a hablarle cuando una mano me tiró dentro de uno de los salones. Quién mierda… No.

Palabras (Flozmín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora