Los días se me pasaron eternos en el hospital, aunque me dejaban salir de la habitación no había nada interesante que hacer. Aunque había conocido a gente increíble, me dedicaba a recorrer zonas en las que se pudieran hacer visitas a ciertas horas, ya que había momentos en los que necesitaba salir de las cuatro paredes en las que dormía. En oncología habían muchísimos niños, gente joven, adulta y anciana que padecían de distintos tipos de canceres. Algunos desanimados esperaban su momento ya que eran terminales, otros sin embargo luchaban esperanzados, lo que a mí me daba fuerzas para seguir adelante. Los de la zona de trauma igual estaban en situaciones similares a las mías o incluso peores, pero intentaban mantenerse animados.
Por fin llegó el esperado día y a pesar de las terribles voces que tenía en sueños me sentía "descansada" y "preparada" para irme a ¿casa? Si lo podía llamar así ya que no la recordaba. Había venido toda la familia excepto Constance, que nos recibiría en casa. Antes de poder irme el medico quiso hacerme una última revisión para ver que todo estuviera en orden. Había empezado a recuperar la sensibilidad en las piernas pero aun no conseguía moverlas, me sentía muy débil. Me mandaron una serie de estrictos ejercicios que tendría que hacer varias veces al día y seguir con la medicación a parte de la alimentación nasogástrica.
Al salir del hospital me sorprendió mucho poder salir a la calle, aunque ahí me sacaban a un jardín que tenían no era lo mismo. Tampoco pude apreciar muchas vistas ya que estaba todo urbanizado y lleno de coches por doquier. Me desilusione un poco al ver que no iríamos en coche, sino que me llevarían en ambulancia, la cual no tenía ventanas en la zona de atrás y tenía que ver todos los artefactos que tan malos recuerdos me traían, lo único que recordé al despertar, que me sacaran todos los tubos que tenía...
-¿Estas bien cariño?
Preguntó mi madre con curiosidad al ver que no paraba de mirar todo con nerviosismo.
-Supongo que un poco nerviosa, no me acuerdo de cómo era la casa de papa, como ya sabes no consigo recordar nada.
Ella sonrió con dulzura.
-Alojemos al verla recuerdas algo o cuando vengas a casa.
Me cogió las manos.
-¿Cuándo será eso?
Quise saber con impaciencia. Ella se encogió de hombros sin saber muy bien que decir.
-Espero que pronto.
El trayecto se me hizo un poco incómodo, ni siquiera pusieron música y hacía algo de frio... No sé cuánto tardamos aproximadamente en llegar, tampoco fue mucho igual un cuarto de hora o incluso menos. Apenas me di cuenta que habíamos llegado porque mi madre se empezó a preparar para bajar. Ella también parecía estar nerviosa ahí dentro. Las puertas se abrieron bruscamente dejando ver la potente luz del día. Miré maravillada la zona. Era un barrio residencial de lujosos edificios de arquitectura románica, que habían sido reformados de fachada e imagine que por dentro también. Me ayudaron a bajar con una rampa que tenía la ambulancia, ya estaban esperando mis abuelos y mi padre para recibirme en mi nueva casa. El suelo de la calle estaba adoquinado de un color rojo arcilla, las farolas de la calle también eran antiguas, solo que en vez de llevar una vela iban por electricidad. Era como ver una calle en la antigüedad solo que un poco más modernizada.
-Vaya vives en una calle muy bonita.
Mi padre sonrió y me besó en la mejilla.
-Verás cuando entres en casa, te va a encantar.
Dijo emocionado. Tragué saliva con nerviosismo al ver que me cogían la silla y empezábamos a movernos hasta el edificio de mi padre, literalmente la ambulancia nos había dejado en la entrada. Tenía jardines alrededor, pero no se podían ver ya que un enorme muro de setos recorría todo alrededor del edificio. Que era bastante grande y alto. Tenía grandes columnas, las cuales terminaban en inmensos balcones, donde se encontraban objetos personales de los huéspedes que allí vivían. El edificio era todo blanco a excepción de algún detalle en negro y dorado, tenía símbolos dibujados en la fachada al igual que grabados de letras romanas. La puerta de la entrada era giratoria, con el espacio suficiente para que en un giro pasen una seis personas con sitio suficiente. Pero antes de esa puerta había otra corredera de cristal automática, parecía de un cristal muy gordo, así que por la zona en la que debíamos estar, serían blindadas, o por lo menos muy difíciles de romper. Entre medio de estas había un guardia de seguridad uniformado de negro y con gafas de sol, ya que a esa hora prácticamente daba de pleno.
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Black Heart
روحانياتLos animales son seres tan distintos a los humanos. Se cree que son ángeles ¿Y si tuvieran razón? A lo mejor no todos, ya que los animales carnívoros tienen sus instintos asesinos, pero a la vez, lo hacen por necesidad. Me llamo Alisa Newton y hace...