Un rompecabezas

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La vida en casa de mi padre estaba resultando ser bastante tranquila, me esperaba sentirme incomoda, pero para mi sorpresa no fue así. Robert había acordado trabajar desde casa a no ser que tuviese algún juicio o reunión importante, así que por lo general pasaba bastante tiempo conmigo, cosa que agradecía. Siempre estaba pendiente de mí, si necesitaba algo, como me sentía... Constance apenas estaba en casa porque no le gustaba ver a mi madre por ahí. Nadia aunque trabajase mucho, intentaba sacar todo el tiempo posible para estar conmigo y mis abuelos no me solían dejar sola. A parte mi padre había contratado a una enfermera que venía varias veces al día para ayudarme con la rehabilitación en casa, hacerme las curas y darme la medicación, ya que mucha de ella era por vena y también seguía alimentándome a través de la sonda. Había intentado ingerir algo de alimento, pero mi cuerpo lo rechazaba. Era muy molesto ya que acababa con yagas en la nariz y me la tenían que ir cambiando cada semana, era horrible. A pesar de no haber recuperado la memoria me consolaba poder empezar a tener algo de movilización en las piernas, aunque fuese muy leve.

Erik y Vet seguían viniendo a verme cada día, aunque lo agradecía, no me sentía nada cómoda con él y apenas le dejaba que se acercara a mí. Se notaba que eso le hacía sentir mal, pero tampoco le importaba.

-Dentro de nada estarás corriendo, saltando o bailando...

Dijo Vet con nerviosismo al ver que conseguía mover las piernas poco a poco. Mi padre la miró algo serio por el comentario, lo cual no entendí el porqué, aunque preferí hacer caso omiso.

-Es un poco agobiante estar sentada en la silla sin poder hacer nada.

Mi padre sonrió.

-Pero mira cómo vas mejorando día tras día.

Dijo con admiración.

-Apenas necesitas ayuda para nada.

Puse los ojos en blanco, igualmente me ayudaban aunque no lo necesitara.

-Y aun así lo hacéis, cada día... me siento un poco lastre.

Mi madre me miró compasiva.

-Debes entender que al verte así sentimos esa necesidad, de poder hacer lo que sea necesario para que estés bien.

Lo entendía perfectamente, pero creo que ellos tenían que entender mi frustración de querer ser algo independiente. También llevaba todo el tiempo en casa desde que salí del hospital, aunque mi padre tuviera varias terrazas grandes en casa, sentía la necesidad de poder salir a la calle.

-¿Cuando voy a poder ir a casa mama?

Ella sonrió y me apartó el pelo de la cara.

-Estamos acabando las reformas, muy pronto.

Tenía la sensación de que al volver a casa de mi madre podría volver a recordar, porque ahí no conseguía nada. Sin embargo me gustaba estar en el despacho de mi padre, si sentía como que había estado ahí, pero nada más. Mi habitación no me disgustaba, aunque me daba la sensación de que en ella faltaba algo. Había zonas en blanco en las que parecía que hubiera tenido más cosas, u otras fotos. Como cuando entraba al vestidor, tenía una sensación de vacío que no lograba entender. A veces intentaba leer los diarios y las agendas que escribía, pero había cosas con borrones o paginas arrancadas, la biblioteca de mi dormitorio estaba medio a terminar. Habían colocadas varias figuritas sin sentido y la verdad que a mí no me gustaban, seguramente era obra de Constance esa decoración, como el salón. Y porque no había subido a la segunda planta. Mi madre se fue después de cenar y justo llegó la mujer de mi padre. Se notaba que llevaba alguna copa de más porque su voz de pito se había mezclado con trabalenguas.

Black HeartWhere stories live. Discover now