Capítulo 1

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Miami, Florida. Año 2018

Todo era oscuridad en la habitación. Lo único que lograba oírse a lo lejos era la agitada respiración de la chica y unos cuantos sollozos entrecortados.

“Shhhh!!”, exclamó el chico en un tono casi imperceptible pero muy determinante.

La chica se cubrió la boca con ambas manos. Era su último intento de conservar la calma. Aunque su racionalidad le ordenaba tranquilizarse, su cuerpo no le respondía. Es más, temblaba de miedo tal como una gelatina.

De pronto, la puerta se abrió, azotándose violentamente contra la pared. La muchacha apretó con fuerza los ojos mientras su cuerpo se sacudía aún más estrepitosamente por convulsiones de pavor. El chico también dio un salto. El miedo también se había apoderado de él, sólo intentaba dominarlo, lo que le había resultado bastante bien hasta ese momento. Comprendió que en ese instante, su vida y la de la chica que estaba encuclillas a su lado, pendía de un delgado y débil hilo que se podía romper demasiado fácil. Debía hacer lo que fuera para que ese no fuera su final. Sentía que aún tenía mucho por vivir. Era aún joven. Acaba de salir del servicio militar con 32 años. No quería acabar su vida sin antes enamorarse de verdad, casarse, formar una familia y tener hijos. Además, quería retomar su carrera en la música. Esta era lo que le daba realmente sentido a su vida. Todos aquellos pensamientos llegaron como una bocanada de aire fresco en el pequeño receptáculo en el que se encontraba escondido. Instintivamente, abrió sus brazos y a tientas buscó a la chica para rodearla con ellos. No quería que ella lo arruinara todo. Lo menos que podía hacer era acogerla e intentar darle seguridad para proteger sus vidas. Ella, al sentir el contacto con el chico, hundió su cabeza rápidamente en el pecho de él, en un intento desesperado por rehuir a la realidad y a la inminente muerte que los acechaba.

Luego del golpe en la puerta, pasos por todos lados. Ruidos extraños de algo que caminaba y revolvía todo a su paso. La criatura emitía ruidos, mitad humanos, mitad animal, mientras registraba cada centímetro de las oficinas, buscando por algún humano escondido entre la oscuridad.

El muchacho, sin darse cuenta, comprimía con todas sus fuerzas a la chica contra su pecho. Ahora si tenía terror. El aire se hacía cada vez más escaso en el pequeño reducto de 1 metro de ancho, 2 de alto y un poco más de medio metro de fondo en donde ambos yacían  escondidos de no sabían qué.

Después de alrededor de 10 minutos de incansable búsqueda, la criatura dio por terminada la inspección y se retiró del cuarto, dejando a su paso, un terrible olor a putrefacción.

Los chicos permanecieron en silencio, aún cuando comprendieron que aquello que había estado a su lado había salido. Ninguno de los dos se atrevía a moverse. Todavía estaban petrificados de espanto.

Luego de una media hora, el muchacho intentó moverse. Ya sentía cada uno de sus músculos entumecidos. No soportaba pasar un minuto más en el suelo, con las rodillas pegadas al pecho y casi en posición fetal. La chica, se enderezó y comenzó a secar los restos de lágrimas que aún estaban esparcidas por sus mejillas y sus pestañas. Él hizo intento de ponerse de pie. No lo logró, el lugar era demasiado pequeño para permitírselo.

“No!!”, exclamó una temerosa voz. Era la muchacha, quien le rogaba al chico, no dejar aún su escondite.

Él pareció no escucharla. Buscó a tientas, el final de la puerta de corredera del pequeño armario donde se encontraban escondidos dentro y la deslizó delicadamente. La luz de la luna llegaba adentro por una pequeña ventana ubicada en una esquina superior de la amplia oficina. Acostumbró de inmediato su vista, con ayuda de aquella claridad e inspeccionó visualmente el lugar, aún sin salir de su escondite.

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