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Zasko's pov

Me puse el zapato y me levanté. Hace como 30 minutos nos habían dicho que podía irme a casa, Skone no sabía cómo pagaríamos la cuenta. Y honestamente me preocupaba.

Escuché a mi amigo entrar, me giré y sonrió

— vamos —me ayudó a caminar, aunque podía hacerlo perfecto.
— ¿Y la cuenta? —pregunté
— Iba a agregarla a mis deudas pero... Me topé con alguien en la entrada y la pagó aunque me negué —alzó los hombros.

Salimos y ahí la ví, en el pasillo. Con una sonrisa, un chándal gris y una camiseta negra grande.

Honestamente, después de todo lo que ella había hecho por mi, me sentía en deuda. Había entendido que lo nuestro sí era algo especial.

Llegamos hasta ella, me abrazó y me sostuvo hasta que llegamos a su auto. Ahí nos subimos a la parte trasera, mientras su hermano conducía y Chemi iba de copiloto.

— Ginés, él es Ginés —rió— Gin, él es... Zasko —su hermano me sonrió por el retrovisor.
— un gusto —dijo, sonreí
— igual, y gracias por llevarnos —Elisa me miró
— nada, mi hermana haría lo que fuera por qué estés bien y yo lo que fuera por verla feliz —la miró, ella le tomó la mano por un segundo y se recargó en el asiento.
— estaré yendo a verte todos los días —dijo ella
— pero estoy bien, el lunes iré a la escuela y todo... —ella se sorprendió— Elisa, quedan 2 semanas de clases. Y la siguiente semana se entrega el trabajo final, no puedo faltar ahora —ella sonrió
—hiciste el trabajo? —preguntó, asentí.

Lo había hecho, había escrito un cuento muy triste de un chico una chica que no podían ser felices porque todo se interponía entre ellos... Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Ginés estacionó dónde Chemi le dijo, bajamos todos y Elisa nuevamente me tomó con cuidado. Me sentía bien siendo cuidado por ella.

Chemi nos abrió la puerta y entramos todos, nos sentamos en el sillón y esperamos a que Chemi dijera algo, o quién sea.

El teléfono de Elisa comenzó a sonar, miró la pantalla y al ver el nombre de su madre se puso de pie, Ginés fue tras ella. Nosotros nos quedamos a escuchar un poco ya que había puesto el altavoz.

— ¿¡Dónde coño estás?! ¿¡Tu hermano está bien?! —Elisa frunció el entrecejo— ¿Que carajo hacías en el hospital?
— Ambos estamos bien, no ha pasado nada... —resopondió— todo está bien
— Los padres de Sibel me dijeron que te vieron en hospital, ¿Qué hacías ahí? —Elisa suspiró— dímelo ahora Elisa, y no me mientas.
— sabes que? —respiró hondo— ya estoy hasta la madre de mentir —soltó, cuando hablaba como mexicana, me parecía increíblemente sexy— no soy la niña imbécil que ustedes creen que soy. Y me cansé de mentir lo que me gusta por miedo a lo que ustedes y los demás pijos digan de mi —Ginés la miró sonriente, orgulloso— me gusta un chico, y no, no es Pablo, es más. Pablo y yo no somos nada, nunca lo hemos sido. —Abrí mis ojos a tope— me gusta un chico que quizás no es rico, capaz no tiene una familia de prestigio... ¿Pero sabes que? Es la mejor persona que he conocido. Es el más honesto, es el más amable... He aprendido tanto de él, que ya no me importa lo que ustedes opinen... Y si me voy a ganar su desprecio, adelante. —Chemi me abrazó, sonreí de lado a lado.
— No te dignes en volver a casa —fue lo único que dijo y colgó.

Elisa aún así tenía una sonrisa en la cara, muy amplia.

— ¿Estás bien? —preguntó su hermano, ella asintió
— mejor que nunca —miró a Chemi y luego a mi— ¿Puedo quedarme aquí? —Chemi asintió
— será un placer ser tu roomie —le respondió.
— Ve a casa Gin, y dile a mi padre que lo quiero mucho —asintió, le besó la mejilla y se fue.

Elisa miró un punto fijo en el suelo, me senté así lado, Chemi se fue dejándonos solos. Con uno de mis brazos la atraje a mi, besé su mejilla y me alejé.

Ella recargó su cabeza en mi hombro, suspiró y me abrazó.

— No me arrepiento de nada, ya me había cansado de fingir. Nada estaba saliendo bien cuando comencé a hacerlo —murmuró, le di un beso en la cabeza.
— te quiero, lamento ser un imbécil y alejarme de ti —ella me miró
— Da igual, lo importante es que ahora estamos juntos —pusó sus manos en mis mejillas y me besó en los labios.

Extrañaba esto, el sabor de su boca, su cuerpo, a ella. Todo lo que la rodeaba...

Dejamos de besarnos pero seguimos pegados, nariz con nariz, frente con frente. Suspiré

— eres la chica más fantástica que haya conocido —susurré, ella sonrió
— y tú el chico más increíble que existe, el mejor —me besó un poco de nuevo— iré a la cama —se puso de pie, y me dejó ahí.

La escuché preguntarle a Skone algo, y luego ambos iban escaleras arriba, fui a la cocina, me bebí un vaso de agua y luego me mojé el rostro. Debía lavarme la cara, los dientes e ir a dormir. Moría de sueño, porque en el hospital no había dormido bien.

Fui al baño, hice lo que debía y salí directo a mi habitación. Sobre mis cama estaba dormida Elisa, cubierta con mi cobija y haciendo sonidos sutiles muy tiernos.

Me acerqué, tomé mi pijama y sin despertarla me la puse. Luego, me di la vuelta a la cama para recostarme a su lado y poder verla de frente.

Apenas me acosté, ella se acercó y me abrazó. Se recargó en mi pecho, yo la abracé también.

Recargué mi cabeza en la suya, dejé un beso y cerré mis ojos.

Era la primera vez que dormíamos juntos de manera conciente, este era un paso tremendo. Porque después de verla así, no podía olvidarla. No había marcha atrás, estaba enamorado por completo de ella.

Y ella lo estaba de mi, estoy seguro.




Ya casi acabo el semestre, ya casi volveré al 100

Dʀᴜɢs ~ Zᴀsᴋᴏ (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora