Capítulo 4

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Entro a la casa.
No hay nada igual allí, todo ha cambiado; las botellas de licor ya no se ven a simple vista, lo que aún es raro.
Mi madre ha logrado estar sobria por más de 2 semanas, no la había visto sobria por tanto tiempo desde hace como 4 años, más o menos y verla ahora sin aliento a licor y cayéndose por cada pared en la casa, es obviamente grandioso.

—¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo— mi padre me pregunta.
Niego ligeramente y volteo para sonreírle con tranquilidad.
Él hace lo mismo, pero sé que está todo, menos tranquilo.

Eso también es raro, verlo a él en casa, es como decir que mi madre nunca ha estado ebria. Él era el tipo de padre que nunca estaba en casa, que le importaba más el trabajo que su esposa y su hija y que posiblemente tenía una amante fuera del matrimonio. Lo que en realidad es entendible, pues su esposa era una alcohólica compulsiva, mas sigue siendo incorrecto.

—¿Tienes hambre?—mi madre pregunta esta vez y yo, niego una vez más.

—Estoy bien— les digo a ambos.

Les aviso que iré a la habitación y les agradezco no detenerme, no sé como me siento ¿Cómo debería sentirme ante esto? Supongo que triste, pero en cambio siento alivio y miedo de alguna forma, no del todo, sé que en algún lugar de mi cuerpo siento felicidad o algo parecido que me hace sentir confundida, pero no sé cómo describirlo.
Abro la puerta de mi habitación, mi vista se pierde en un punto fijo, no puedo pensar en nada más que en los recuerdos que hay acá, todo está igual a como lo recuerdo la última vez, que de hecho, parecen haber sido años, los pósters, los recuadros, los libros en los estantes, todo sigue igual, incluso hay rastros de polvo, señal clara de que nadie ha entrado; no es algo malo, al contrario, así lo prefiero.
Ver detalladamente esta habitación me hace querer llorar y reír a la misma vez, de solo pensar en cada estúpido recuerdo que me guardé estando aquí.

—¿Maddie?—mi madre interrumpe mis cavilaciones abriendo la puerta.

—Sólo quería verla una vez más

—¿De que estás hablando? Es tu habitación, te quedarás aquí, a menos que durante tu tiempo dormida hayas hecho una amiga y tengas donde ir—ella se ríe, me mantengo en silencio sin saber cómo reaccionar, eso sonó como algo que diría mi madre antes del accidente y por una extraña razón me da miedo que esta faceta de ella vaya acabándose.
Y como si sólo mi expresión hablara, ella se da cuenta de lo que ha dicho y la forma en la que se malentendió —Lo siento, no quise ser grosera

Siendo honesta, no pensé que todo esto le doliera a tal punto en el que dejara de tomar licor y mantenerse sobria, jamás pensé que me amara tanto.

Asiento, no sé que decirle, es como si de pronto las palabras se fueran de mi boca. No sé cómo actuar ante esto. Supongo que la vida jamás te muestra cómo reaccionar ante situaciones iguales o parecidas, solo tienes que saber cómo tratar, como superarlo o si puedes hacerlo, son pequeñas pruebas en las que vives o mueres.

— Siento que han pasado años desde la ultima vez que estuve aquí— murmura.

— La última vez que viniste fue el mismo día del accidente, si mal no recuerdo entraste para regañarme porque no había traído más licor a casa, pero no creo que puedas recordarlo, estabas ebria...— tan rápido como termino de hablar, me arrepiento, no quería recordarle cuán miserable era cuando estaba ebria, sin embargo aquí estoy yo recordándole lo que no puede, por la misma causa.

— Yo.. Lo lamento, lo lamento mucho.

— No, no te preocupes, lo lamento yo, por haber dicho eso, no debí.

— Tú solo dijiste la verdad, estaba ebria— se encoge de hombros.

— De cualquier manera, no debía decir eso, lo siento.

— Ya basta, ahora ¿de verdad no quieres nada? Puedo hacerte tu platillos favorito, puedes pedirme lo que quieras, te haré lo que tú me pidas...— dice tratando de sonar alegre.

— Madre, no tengo hambre— trato de sonreír

— Maddie tienes que comer, anda pide lo que quieras, yo lo haré— sonríe.

— Bien, uhm... Espaguetis— le sonrió.

Me sorprende que quiera cocinar, ni siquiera recuerdo el sazón de su comida.

— Perfecto, eso será, iré a hacer tus espaguetis— sonríe dejando la habitación.

Suspiro y salgo de la habitación, mi madre se encuentra en la cocina cortando algunos vegetales, mientras mi padre está afuera fumando, como es de costumbre, mi madre voltea a verme y me dedica una sonrisa, mi padre tira el cigarro y entra a la casa.

Me siento en el sofá ¿por qué me siento tan incómoda?.

El silencio inunda la casa por completo solo escucho el cuchillo cortando los vegetales en la cocina y mi padre cuando se sienta junto a mi.

***

— Estaba delicioso—dice mi padre después de comer, a decir verdad no recuedo la última vez que comimos en este comedor, juntos.

— Si que lo estaba— trato de sonreír

— Gracias— dice mi madre sonríendo, se ve mejor, sus ojos siguen rojos pero ya no está llorando.

— Te ayudo— digo al ver a mi madre recogiendo la mesa.

— No, yo puedo hacerlo— dice sonríendo levemente.

— Tambien puedo hacerlo.

— Pero yo lo haré.

— ¿Por qué quieres hacerlo? Estoy bien, ¿sí? No me traten como si estuviera en estado vegetal, el que tenga un tumor en el corazón no me hace inútil— mascullo.

Mi madre se queda en silencio y se sienta como si acabara de ofenderla de la peor manera.

— Lo siento— susurro

— Sé que no eres inútil, solo quiero consentirte, tratar de mejorar las cosas o quizá trata de remediar algo de lo que hice antes. Sé que no soy la mejor mamá, pero quiero tratar al menos lo que nos resta juntos.

— Y te lo agradezco— le digo con sinceridad.

Mi padre sonríe con nostalgia.

Terminamos de recoger la mesa en silencio, no completamente pero, en silencio es la mejor descripción, mis padres comienzan una pequeña discusión pero termina tan rápido como empieza al ver la incómodidad de mi parte, ambos suben a su habitación y yo me dispongo a subir a la mía, mi mente está en blanco, sigo pensando sobre lo que viviré los últimos meses pero me obligo a dormir en cuanto cierro los ojos.

Don't Forget Me ||Editando||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora