Capítulo 2

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Cuando empiezo a recuperar la conciencia, imágenes de mi siendo arrastrada por un auto vienen a mi mente, me estremezco de solo imaginarlo, intento abrir los ojos pero me resulta difícil, como si hubieran sido engrapados en cada párpado.
Con un movimiento astuto logro abrirlos, el techo es color blanco, todo lo que puedo ver es color blanco, ¿acaso estoy muerta? ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? ¿Qué hago aquí? Miles de preguntas inundan mi cabeza, pero realmente no tengo la capacidad de siquiera de divagar al respecto.

Sábanas blancas, yo estoy vestida de blanco, el cuarto es blanco, absolutamente todo es blanco.

—¿Hola?—trato de especular pero suena más como un susurro ahogado.
Mi boca está totalmente seca

¡Mierda! ¿De verdad estoy muerta?

Me siento, veo al piso y no hay nada mas que cerámica blanca, hay una bata blanca que cuelga en el perchero blanco, el blanco me esta mareando. Al parecer estoy en... ¿un hospital? Hay unos instrumentos de medicina, en una mesa a un costado de la camilla donde me encuentro, lo único color metal en la habitación, hay una ventana que asoma al exterior sin embargo no puedo ver nada, la luz afuera es muy fuerte, tan fuerte que duele de solo voltear, pero si estoy en un hospital, entonces ¿dónde estan los doctores que se supone estarían preguntándome sobre como me siento o haciéndome bromas estúpidas sobre medicina?

Finalmente el pánico se apodera de lo que queda de mi y dejo que mis ojos se llenen de lágrimas sin regañarme por ello.

Despierto

Estoy sudando, cierro mis ojos con fricción y los abro los ojos una y otra vez, asegurándome de que no esté soñando de nuevo.
Instintivamente busco algún rostro conocido, o solo, algún rostro, a la derecha hay una ventana, sin embargo, ahora puedo ver un gran edificio que obstaculiza la vista, recuerdo lo que pasó, me siento débil y con dolor, el recuerdo del vehículo encima regresa, mis manos temblando, todo sigue en mi cabeza, volteo a ver mi brazo, está envuelto en una venda, descobijo mis pies y ambos tienen golpes y moretones, pongo mi mano en mi estomago pero la quito lo más rápido que puedo, pues la sensación del peso duele.

Trago fuerte y susurro un: —Uh, ¿hola?—temerosa a que nadie conteste
La puerta se abre y un hombre mayor entra con un cuadernillo tomando algunos apuntes, cuando finalmente voltea a verme, se acerca y me sonríe
—Madison ¿cómo te sientes esta semana?
Trato de calmar mi respiración y justo cuando pienso en que responderle, ¿semana? ¿cuanto tiempo he estado inconsciente?

—Bien, supongo—le contesto, mas no objeto sobre lo confundida que me encuentro

—Me imagino que tienes algo de dolor aún, es normal, te haremos los exámenes dentro de una hora—el hombre dice mientras revisa una que otra cosa en unas placas.

—¿Exámenes?

—Sí, exámenes, necesitamos saber si hay hemorragia interna o alguna lesión interna

—Entiendo

—Las lesiones externas sanarán en poco tiempo, no te preocupes—comenta antes de esbozar una sonrisa.

Asiento de una u otra manera pero me mantengo en silencio mientras observo detenidamente el techo de cielo raso con metal en los bordes.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí?—divago conduciendo mis ojos hasta el hombre con los papeles en mano.

—2 semanas—responde tranquilamente.

Mis ojos se abren como platos y mi ceño se frunce gracias a la sorpresa. No logro creer que sean dos semanas, no parece haber sido tanto tiempo, ni siquiera parece que de verdad haya pasado todo eso.

Don't Forget Me ||Editando||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora