-Ya deberías dejarlo- dijo Mark mientras pasaba un algodón con alcohol por la herida del labio del contrario.
Jackson sólo lo miró, sin saber muy bien si se refería a las peleas o al alcohol.
Un silencio se propagó entre ambos, interrumpido solamente por las respiraciones pesadas de ambos.
El menor, sentado en un taburete del ya vacío bar, no podía apartar la vista de quien se encargaba de sus heridas hace unos meses.
Mark ajeno a la situación, siguió limpiando la herida con cuidado.
-Para- alegó el menor al sentir que el escozor en su labio se intensificaba, poniendo sin querer su mano en el abdomen del contrario y la otra en su labio.
Mark carraspeó algo nervioso por aquel toque, pero no se alejó en lo absoluto.
Incluso, acortó aún más la distancia.
-Creo que ya está- dijo Jackson sin saber muy bien cómo manejar el impulso que tenía de acercar al chico más a él y frotar sus miembros con la ropa de impedimento.
Mark no dijo nada hasta que sintió como las manos de su contrario, apretujaban su trasero y lo acercaban más al menor.
Con sus visibles erecciones, ambos se deshicieron de sus pantalones y le otorgaron al contrario, una masturbación que en su puta vida volverían a tener.
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